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11 Historias Capitulo 10: Sola (parte 2)

— Vaya, parece que nunca hubieras salido a la calle — le dice Nancy a Franco ya en el parque el verlo súper emocionado, saltando corriendo, tirándose en el parque.
— Hacia mucho que no venía — dice el niño brincando y corriendo muy feliz.
— ¿ah sí? Pero si el parque está a solo unos cuantos metros de la casa… — gira a ver la casa — crecí frente a un parque… — le dice mientras lo sigue a través del parque en dirección a los helados.
— ¿tu mamá te llevaba siempre? — pregunta franco.
— No siempre, pero muchas veces me iba yo sola… mamá trabajaba mucho, y no estaba en casa la mayor parte del tiempo…
— En cambio mamá siempre está en casa… bueno, hace un tiempo me quedaba con una niñera, pero desde… — se queda en silencio.
— ¿sí? Ibas a decir algo…
— No puedo hablar de eso…— dice bajando la mirada.
— no te preocupes, todos guardamos secretos, amiguito… — le sonríe — ahí están los helados, vamos… pide del sabor que desees, te lo habéis ganado — sonríe nuevamente mientras el niño corre donde el heladero.
Mientras en la casa Esther despierta.
Había logrado dormir un poco después de bastante tiempo y lo primero que hizo fue ir a la sala en busca de su hijo, el silencio no le sorprendió ya que supuso estaban leyendo o algo, pero cual fue su sorpresa y horror al no ver a su hijo en la sala.
— ¡¿franco?! — Preguntó caminando a la cocina — ¡¿Nancy?! — preguntaba mientras se movía rápidamente entre las habitaciones.
La angustia, la tensión, el miedo se apoderaba de ella, comenzaba a sudar, a desesperarse — ¡¡Franco!! — gritaba corriendo de un lado a otro. No podía pensar solo la idea de no saber donde estaba su hijo la desesperaba.
Entonces la puerta se abre, Nancy ingresa con Franco muy sonrientes.
Esther al verlos se lanza contra franco y lo abraza, rápidamente cierra la puerta y se coloca tras ella, abrazando a su hijo ahí sentada en el suelo, esto asusta al niño quien se paraliza y a Nancy que no entendía absolutamente nada.
—Señora… yo…
—¡¡¿Por qué salieron sin mi autorización?!! — grita Esther muy enfadada.
— Perdone… usted estaba dormida y… no quisimos…
— ¡¡tú sabes que no debes salir sin mi autorización, no debes salir…!! — le decía a franco sujetándolo fuertemente de los brazos, el pequeña estaba asustado.
— Oiga no fue culpa del… yo… — decía Nancy también sorprendida.
— ¡¡que no se repita!! — Mira a Nancy — Eres una buena maestra… pero si vuelves a sacar a mi hijo de la casa sn decirme algo, sin consultarme… te despediré… y no quiero hacer eso…¿entiendes Nancy? — le dice con una mirada de seriedad y de demencia.
— Ok… no pasará… descuide señora… — solo acepta bajando la mirada y observando como Esther abrazaba a franco, se podía notar como el niño temblaba.
El resto del día que la maestra estuvo ahí Esther se quedó en la sala con ellos, leyendo, observando, algo que incomodaba un poco a Nancy, pero no dijo absolutamente nada, solo hablo con franco lo necesario, al terminar la clase esa tarde se despidió como siempre y se fue hasta el día siguiente.
La actitud y la mirada de Esther la había dejado sorprendida, no entendía esa reacción supuso en un instante que habría tenido una pesadilla o algo así, y pensó en el por qué no la llamó al celular si lo sabía, no encontraba una buena respuesta para esa reacción, solo podía pensar en que Esther sobreprotegía mucho a franco y en que no debió sacarlo sin permiso de la casa.
Aunque la idea de que algo extraño ocurría no salía de su cabeza, le daban mucha curiosidad las cosas que el niño no decía y en parte le preocupaban, pero dado que franco parecía un niño bastante centrado y aplicado no le hacían pensar en algo de tal gravedad.
— ¿sigues amarga conmigo, mami? — pregunta franco esa noche mientras Esther y el cenaban.
— No, no estoy molesta… pero no debiste salir de casa… lo sabes, sabes… que no me hace eso muy feliz…
— lo sé, pero… no Salí solo… fui con Nancy…
— Como sea, no debiste y espero no lo hagas nuevamente… ¿de acuerdo? — le dice con seriedad.
— ok, no quiero que te enfades…
— Tranquilo, mientras estés conmigo aquí… estaré bien… — le sonríe.
Esa noche Esther nuevamente se quedó sin dormir, toda la noche se quedó paseándose por la casa, cuidándola, velando la tranquilidad de su pequeño.
Algunos días después.
Nancy estaba dándole clases a Franco en la cocina, mientras Esther estaba en la sala escribiendo algo en la computadora.
— ¿Cómo que tu mami ya no esta tan enfadada, verdad? — le dice a franco en voz baja y mirando en dirección a la puerta de la cocina.
— No, ya se le pasó… pero me dijo que no vuelva a salir sin su autorización…
— Ya veo… bueno, tiene razón, debimos pedirle permiso… seguro nos lo daba…
— Lo dudo… — dice franco en voz baja y entre dientes.
Nancy sonríe y continúan con la clase.
— en tu casa… ¿pasan cosas? — pregunta Franco un rato más tarde.
— ¿cosas? ¿Qué cosas? — Pregunta confundida Nancy — en mi casa ocurren muchas…
— Me refiero a cosas en la noche…
— ¿Qué clase de cosas? — pregunta nuevamente Nancy en voz baja.
— Mamá no me dijo nada acerca de mencionar esto… pero igual no le digas…
— no le diré… ¿Qué cosas ocurren en la noche? — pregunta con mucho interés.
— Mamá dice que no es nada… pero… en las noches… escucho como que… alguien o algo camina por la casa…
— ¿ah si? Bueno…. Eso puede ser solo tu mentecita jugándote una broma…
— eso dice mamá… y por eso ella… cuida en las noches que esas cosas no vengan… solo vienen cuando mamá duerme y vienen a por mí… a mí me da miedo… y solo me hago el dormido…
— ya veo, pero… no tengas miedo… en mi cas atambien se escuchan cosas extrañas… pero eso no significa que haya algo malo en la noche o en la oscuridad…
— ¿no?
— no, muchas veces nos asustamos de lo que no conocemos o lo que no vemos, es normal, pero… siempre resulta ser un pericotito o una ardilla en el techo… la casa es grande y… solo están ustedes, el eco hace parecer a esas cositas más grandes de lo que son…— le dice sonriendo.
— Si, pero… yo he visto a esas cosas… y no son pericotes…
— ¿Qué son? — pregunta Nancy extrañada.
— Son…
Antes que le pudiera decir Esther entra a la cocina.
— ¿y cómo van con la clase? — pregunta sonriente.
— Vamos bien, franco es muy aplicado… así tendrá sus vacaciones enteras para él y hasta unas semanas extra… es un muchachito bastante inteligente — lo ve y sonríen.
A Nancy le extrañó lo que le había dicho Franco, pero pensó que como todo niño imaginaba cosas, y dado que lleva solo 6 meses en esa casa pues era normal que imaginara cosas, eso pensó en ese instante.
Pero el miedo de franco iba más allá, de solo alucinaciones de un niño en casa nueva.
Una noche algunos días después.
Esther se había dormido en la sala de la casa leyendo algunos libros de psicología, eran cerca de las 3 de la mañana franco dormía tranquilamente en su cama cuando algo comenzó a suceder.
Una extraña sombra comenzaba a moverse por la casa, lentamente, entre los pasillos, la cocina, la sala, poco a poco parecía dirigirse donde franco, quien dormía, poco a poco la puerta de su habitación parecía abrirse, el sonido de las bisagras despiertan a Franco, quien inmóvil solo abre los ojos mientras escucha como la puerta de su habitación se abre, sabía que su madre usaba pantuflas, por lo que el sonido de esos pasos no podrían ser de ella, cara a la pared solo se hizo el dormido, tratando de controlar su respiración y su llanto, esperando que sea lo que sea que había entrado en su alcoba se vaya pronto.
Esther despierta y se dirige despacio, sin hacer ruido a la habitación de franco, pero al tratar de ingresar la puerta se cierra fuertemente ante ella, antes que coloque un pie dentro.
— ¡¡¡franco!!! — grita Esther tratando de abrir la puerta, gritando desesperadamente el nombre de su hijo pateando y golpeando la puerta.
En el interior solo se escuchaban los gritos de Franco quien repetía ¡¡¡¡mamá ayúdame, ayúdame, me lleva me lleva la loca!!!
— ¡¡¡Franco!!! — Finalmente luego de algunos intentos Esther abre la puerta y entra rápidamente.
Franco estaba en un rincón, asustado y llorando, Esther ingresa y no ve a nadie solo a su niño al cual se lanza a abrazar y acurrucarse junto a el en la esquina, mirando a todas partes muy asustada.
—¡¡ya pasó, hijo… descuida… ya no está… ya se fue…!!! — le decía abrazándolo contra su cuerpo.
— ¡mamá… era una loca… una loca…. Me quería llevar… me quería llevar….
Esther se quedó en el cuarto, ahí en la esquina abrazada a su niño hasta que la luz del sol iluminó la alcoba.
— Mamá… — pregunta Franco ese día en el desayuno ya más calmados —… ¿Por qué me quiso llevar esa loca?
Esther sirviéndole el desayuno estaba pensativa, no entendía, estaba confundida.
— Mamá… — repetía franco.
— No lo sé, hijo… solo trata de olvidarlo… — le dice sentándose a la mesa a desayunar con el pequeño —… quizás solo fue una pesadilla…lo imaginamos…
— No, yo sé que fue real… esa bruja me tomo de los brazos, me quería llevar.. Era horrible, mamá…
— Ya no pienses en eso… creo que todo fue una pesadilla… al final… se fue ¿verdad?
— Si, desapareció… simplemente se desvaneció… como un fantasma… — el niño mira a su alrededor — pero… ¿y si sigue aquí en la casa?...
— No, eso no es posible… ya no pienses en eso… estamos bien aquí… no pasa nada…solo tranquilízate, ya viene Nancy para que comiencen las clases, desayunas y te vas a cambiar…
— No quiero ir a mi cuarto…
— Vamos, ¿no dijiste que no hay que tener miedo, amor? — le dice sonriendo.
— sí, pero esa loca si me quiso llevar…
— No, solo… fue un juego de la imaginación…
— Siempre es así…
Hasta cierto punto Esther pensaba o trataba de convencer y convencerse de que esa escena pudo haber sido parte de algo creado por su imaginación, tanto de ella como por Franco, había tratado personas que alucinaban escenas tan complejas en su demencia, movían cosas de un lado a otro y no lo recordaban, imaginaban ser abusadas, golpeadas, cuando eran ellas mismas quienes se infringían daño y no lo recordaban, el poder de la mente era grande, y dado que el pequeño estaba prácticamente atrapado en esa casa, Esther sabía que de no hacer algo por mejorar ella, no sería extraño que el niño presentara algunos problemas de desarrollo psicológico como alucinaciones, amigos imaginarios, angustias, depresión y estrés, Sabia que tarde o temprano su agorafobia, su miedo sería traspasado a Franco, por lo que la escena de la noche anterior en parte le parecía pudo haber sido una mala broma de sus mentes encerradas en esa casa.
Aunque el sentimiento de miedo y confusión estaban presentes no solo para el pequeño franco.
Esther en un afán de tranquilizar al pequeñín le prometió vigilar su sueño y que no dejaría que esa loca vuelva a intentar hacerle daño, que no debía asustarse que nada le fuera a suceder, que por ningún motivo permitiría que algo o alguien le hicieran daño, lo que dejó más tranquilo al niño aparentemente.
Algunos días más tarde.
— Te puedo contar algo… — le dice Franco a Nancy mientras estudian en la sala de la casa.
— Claro… ¿ocurre algo? — pregunta Nancy.
— Hace algunas noches… vi nuevamente… — ve en dirección a la habitación de Esther y regresando la mirada con vos baja continua, su madre le había dicho que olvidara eso que ocurrió que no hablara de eso, pero el no podía evitar recordar—… a esa loca…
— ¿Qué loca? No te entiendo…
— Ya la había visto antes… rondando por la casa… es como… como una sombra…. Va de un lado a otro… y… solo aparece cuando mamá duerme… parece que le teme a mamá…
— No te entiendo… — dice Nancy confundida. — es acerca de eso que me contaste… la otra vez, ¿cierto?
— Si, hace unas noches regresó y… me quiso llevar…
— ¿la loca? ¿No abras estado soñando? — pregunta
— No, yo desperté… y me hice el dormido, pensé que como otras veces solo… pasaría de largo, pero no, esta vez… me quiso llevar con ella… yo grite…
— Vaya… pero… ¿le viste la cara? — pregunta Nancy
— no, tenía los cabellos cubriéndosela… estaba oscuro…, solo le vi las ropas todas sucias y viejas… y sus manos huesudas…. Yo cerré los ojos, no quería verla… fue ahí cuando mamá entró y la loca se desvaneció como humo… fue horrible… — decía el niño narrándole lo ocurrido a Nancy quien lo escuchaba angustiada.
— Bueno… no es posible que haya pasado algo así… debes haberlo imaginado, ya te dije como es la mente a veces… y de noche…
— También piensas que imagino… — dice algo enfadado — te conté porque mamá no me cree…
— No te enfades… no es que no te crea, estoy seguro que lo que viste, para ti al menos, fue muy real… pero solo piensa que esa loca o lo que sea no te podrá lastimar… solo piensa eso…
— No lo sé, pero esa loca siempre se pasea por ahí… y me asusta… quiero irme de aquí… no me gusta esta casa… quiero regresar a mi otra casa… ahí tenía amigos, mi colegio… aquí… estoy solo, solo con mamá… y la loca…— dice con un puchero.
— Bueno, ¿ha aparecido nuevamente…? — pregunta.
— No… en estos días ya no… pero me da miedo dormir… — le dice.
— Por eso a veces te quedas dormido… oye, no debes hacere so… debes dormir tranquilo…
— No puedo… mamá… dice que ella vigila, pero… si se duerme… esa loca aparece y… me asusta… a veces escucho sus pasos… los reconozco, sé que no es mamá… y luego parece irse, seguro mamá se queda semi dormida… tengo miedo y si me lleva… no quiero que me lleve, Nancy…
— No digas eso… debes dormir, si no duermes no podrás estudiar bien, no tendrás energías… además estas estresado, necesitas calmarte relajarte, salir un rato, si… ¿Qué hiciste el fin de semana? — pregunta.
— vi películas con mamá aquí en casa…
— ¿no fueron al cine? O ¿a pasear…?
— No… — baja la mirada.
— no has salido entonces… vaya…eso tampoco es bueno… debes salir de vez en cuando… ¿sabes? Hablaré con tu mami para llevarte al parque, quizás pueda, ¿eso te gustaría? ... — le dice.
— Si, pero dudo que te deje sacarme…
— vamos, no creo que siga enfadada ya ha pasado bastante tiempo… además ella puede venir… — se pone de pie — ve terminando los ejercicios de matemática… no te duermas — le sonríe — iré a hablar con tu mami…
— suerte… yo le insisto y nunca accede… no lograras convencerla… lo sé.
— Te compro un súper helado si no logro convencerla.
— Ya perdiste… — se sonríe.
— Pero si logro sacarte de aquí aunque sea 5 minutos — dice con cara de villana — harás de la página 45 a la 60 del libro de cálculos… — le saca la lengua juguetonamente y sale en dirección a la sala.
Aunque la idea de Nancy no era solo la de pedir la autorización para sacar al pequeñín. Sabía que algo no andaba bien, su instinto y profesionalismo se lo decía.
— Sra.… — se acerca a Esther quien leía un libro y bebía un café en el escritorio de su habitación — disculpe… —- le sonríe.
— ¿sí? ¿Ocurre algo, Nancy? ¿Franco… está bien, va bien? — pregunta cerrando el libro y con preocupación.
— no se preocupe… no sucede nada — se para frente a ella — vine a hablar con usted…. De otra cosita, bueno… tiene que ver con él, — mira en dirección a la puerta —… escúcheme… — se acerca más y susurra. — franco me hablo de algo que le está asustando.
Esther se queda en silencio y escucha atenta.
— me dijo que… la otra vez… pues… entro a su cuarto….
— Una loca — agrega Esther — sí, yo estuve presente cuando comenzó con esa... pesadilla.
— Así es, sé que usted sabe de psicología, no sé qué tanto sepa acerca de la infantil…
— No lo suficiente…
— Pues déjeme decirle que cuando me lo contó note en su mirada… una gran sinceridad y verdadera angustia, lo que significa que de verdad está muy tenso, muy angustiado… y eso… le está afectando… me preocupa, no es la primera vez que me cuenta… acerca de cosas que escucha… que ve… yo… me preocupo por que quiero lo mejor para él, y verlo así… me preocupa e inquieta, he trabajado con niños con esos problemas y si no se solucionan a tiempo, pronto desarrollan actitudes y comportamientos poco positivos… ya sabe…
— sí, desde hace u tiempo el me comenta que… ve cosas, escucha cosas… y bueno siempre le digo que es parte de su imaginación, la casa nueva, acostumbrarse a un nuevo ambiente…
— lo se
— y bueno… trato de ayudarlo, de estar con él, que se de cuenta que no hay nada de que temer…
— Lo que me dijo de la loca…
— ¿te contó eso?
— sí, estaba muy asustado… no se enfade con él, es un niño y en este tiempo me ha tomado algo de confianza… no se enfade.
— descuida.
— pues… eso ya me parece como… algo más allá de solo imaginar ruidos y confundir sombras… puede que… algo lo esté perturbando… ¿tiene alguna idea de lo que puede ser? Quizá… algo que le haya pasado en su antiguo barrio… quizás que tenga que ver con su papá… jamás me habla de el… solo de usted…
— bueno… él nos abandonó, bueno, me abandonó a los 3 meses de embarazo, no lo conoció nunca… y la imagen que ve que lo sigue es de una mujer… no de un hombre así que no es necesidad… ni el recuerdo que lo persigue…
— así es… entonces de donde viene esa imagen que ve… ¿o cree en fantasmas? – pregunta sonriendo.
— no, claro que no… — dice convencida.
— como sea, quisiera ahondar en esto, recuerde que puedo ayudarlo a quitarse de la cabeza esas cosas, solo necesito llegar al fondo de ese miedo que tiene… algo debe haber…
Esther sabía que si permitía eso tarde o temprano se enteraría del problema de ella y sabía que esa podría ser entre otras quizás la razón de las alucinaciones de franco y de posiblemente las alucinaciones y miedos de ella misma, lo que le avergonzaba y atemorizaba, pero negarse tampoco sería una respuesta inteligente.
— creo que… me encargaré… me tiene confianza más que a ti, podré llegar al fondo, he dejado que evolucione poco a poco, pero… creo que eso no resulta, sigue con el miedo… no lo tomes a mal, sé que eres buena en lo que haces, pero… déjame intentarlo a mi primero, te prometo que de necesitar ayuda tú te encargaras de el… — le sonríe.
— Claro, solo quiero que el pequeño este tranquilo y pueda dormir tranquilo, aquí entre nos, me dice que no puede dormir… encárguese de eso también… dice que usted vigila, pero… — sonríe — sigue atemorizado… — se dispone a salir, pero se detiene en la entrada — por cierto, le dije que le pediría permiso a usted para sacarlo al parque unos 10 minutos… — le dice a Esther.
Esther se pone nerviosa, no sabía que contestar, por un instante balbucea sin saber cómo responder, la idea la ponía nerviosa y no encontraba una forma de negarse, después de esa conversación negarse no era lo mejor, pero no podía luchar contra sus propios miedos, su cabeza era un tremendo lio.
— le dije que… usted podría venir con nosotros, un rato podría dejar su lectura e ir por unos helados… ¿podemos? Diga que si… solo unos instantes y le hará bien relajarse tanto a franco como a usted…. Siempre la veo aquí… trabajando, escribiendo, espero me regale una copia de ese libro que prepara… ¿Por qué eso hace no? — pregunta sonriente.
— Si… he… algo así… pero… es difícil…. No voy ni en la cuarta parte… — responde nerviosa.
— ¿entonces podemos? — pregunta nuevamente.
La idea simple de salir afuera, de cruzar la autopista, de ser víctima de algún asalto, de un ataque, de ver a franco afuera, lejos de ella y de su protección la afectaba y llenaba de terror, su sudor era cada vez más notorio.
— ¿se siente bien? — pregunta Nancy al verla extraña.
— Si, es solo… — bebe de su taza de café — es solo… que preferiría que no saliera, ya será mañana o el sábado… ahora… está haciendo mucho sol… y franco tiene la piel delicada — intenta sonreír — ¿sí? Dile que el sábado quizás podríamos ir… — regresa a su lectura.
— De acuerdo… — dice decepcionada — al menos… ¿puedo ir por helado, le prometí que si no lograba convencerla… le compraría uno grande…
— sí, puedes ir… no hay problema… — le sonríe.
Un rato más tarde.
Franco y Nancy comían helado en la cocina.
— No me mires así… — le Nancy a franco.
— ¿así, cómo? — responde.
— Con esa mirada de… “te lo dije”
— pues…
— no lo digas…
— ok. — le sonríe.
Esa noche mientras Esther leía en su computadora.
Algo la saca de su lectura, el teléfono suena, eran como las 9:30 Franco ya estaba en cama, él y Nancy se habían quedado jugando en la sala luego de las clases, habían estado jugando a las escondidas, a las chapadas e incluso algunos juegos de mesa, por lo que estaba cansado.
Rápidamente y tratando de que el sueño de franco se interrumpa Esther contesta el teléfono.
— Hola… — dice por inercia, por simple reacción, pero se queda en silencio.
— Esther… soy yo… me alegra que respondieras… soy Edward, no cuelgues por favor… quiero escucharte, quiero saber… como estas… no he sabido de ti en mucho tiempo… por favor… sé que… lo que sucedió esa noche fue horrible, pero… quiero estar a tu lado apoyarte, por favor… déjame ayudarte… ¿me oyes? …— Esther solo escuchaba en silencio — solo quiero que sepas que me preocupas mucho y quisiera estar a tu lado… yo aún te quiero… por favor dime algo… quisiera ir a… donde estas…, he intentado encontrar tu dirección a través de tu número, pero… es privado, ¿Por qué haces esto? dime donde estas…y… estaré ahí… por… — antes que siga Esther le corta.
Regresa entonces a sus cosas.
Al día siguiente.
— necesito que me consiga estas cosas, señora verónica — le dice en la puerta a la vecina dándole una lista— ya sabe tráigame lo más… baratito, pero que sea bueno…
— Si, no se preocupe, yo le consigo del súper, no se apure… —le dice y parte a hacer las compras.
Nancy quien estaba en la sala con franco escuchó.
Luego de que Esther se fuera a su habitación se acerca a franco.
— ¿Siempre va la vecina a comprar, no? ¿el trabajo de tu mami debe ser muy exigente… llevo aquí cerca de 2 meses y medio y… no la he visto poner un pie fuera… — sonríe y franco también.
— Si, trabaja mucho, espero termine pronto… para que me lleve al parque…
— Si, le haría bien algo de relajación, siempre es bueno olvidarse del trabajo por un rato y… despejar la mente. — sonríe. — Por eso tomémonos unos 15 minutos… — le sonríe, Franco celebra. —vamos a la cocina, te preparo una limonada bien fría. ¿Quieres? — dice levantándose del mueble.
— Si, vamos… ponle trozos de manzana… — va tras Nancy a la cocina.
— ¿te gusta así?
— SIP…
— Bueno, entonces al mío le pondré también… — sonríen.
Un rato después mientras preparaban ¿limomananada?
— ¿y has dormido bien estos días? — le pregunta al pequeñín.
— Más o menos…, como te has quedado a jugar conmigo… — le dice. — me cansó y me duermo hasta el día siguiente… solo a veces me despierto con ganas de ir al baño… pero me aguanto.
— No debes hacer eso…
— Lo sé, pero… me da miedo en la noche… además el baño esta hasta el final del pasillo…
— No, ya no debes asustarte, a Franco, la loca no ha aparecido nuevamente…. ¿cierto? — pregunta.
— Pues no, no he vuelto a escuchar nada… pero…. Uno nunca sabe… estoy seguro que seguirá viniendo…
— ¿pero viniendo de dónde? — pregunta Nancy
— No lo sé, pero… creo que del sótano… casi estoy seguro que vive ahí… pero me da miedo ir a ver.
— NO sabía que había un sótano…
— Si lo hay… es la puerta a la derecha en el final del corredor, solo bajé la vez que mamá y yo nos cambiamos, dejamos ahí algunas cosas, libros, muebles… y entre otras que ya estaban ahí… estoy seguro que ahí vive la loca… ¿tiene que estar en algún lado no? Además algunas veces… que he pasado… he escuchado cosas ahí abajo….
— No lo creo, serán ratones…pero… — si inclina hacia él y le susurra —… si quieres podríamos ir a investigar — le dice, sabía que hacer que el niño afronte sus temores era lo mejor.
— No lo sé… y… si nos lleva a los 2….
— No me llevará, no dejaría que te haga nada… y no hay loca… si quieres ir y revisar… pues… podríamos bajar… ¿Qué me dices?
— Me da miedo… peor si vas conmigo… no me dará miedo.
— Ok, entonces… hay que encontrar una forma de bajar…que no llame la atención de tu mami…¿Qué viste que guardó en el sótano? Algo que solo esté ahí abajo…
Franco piensa y piensa unos instantes, recordando que vió ahí abajo la ultima vez que bajó.
— Fotos, las fotos de navidad y de cuando yo era un bebé… mamá las guarda ahí abajo… estoy seguro… — dice.
— Ok, entonces tienes que decirle a mamá que me las quieres mostrar, y así ella bajara a traerlas, y tú y yo bajaremos con ella…. O mejor aún, pídele la llave del sótano y así tú me llevas y podremos investigar…
— Ya… — dice el niño emocionado.
Un rato más tarde y luego de practicar su actuación franco se acerca donde Esther y le dice si le puede mostrar a Nancy las fotos de cuando él estaba más pequeño y de las fiestas en la vieja casa, le pide la llave para que pueda bajar, le dice que iría con Nancy, Esther accedió y le dio la llave a Franco, pensó que no habría problema alguno, estaría en todo caso en el interior de la casa.
Continuara...
Franckpalaciosgrimaldo30 de enero de 2012

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