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11 Historias Vol. 2 Capitulo 01: Te Amo, Hija de Puta (segunda Versión)

Te amo, hija de puta

Un auto se estaciona fuera de un edificio.
Del auto baja un hombre quien ingresa el edificio, se presenta, cruza recepción, sube las escaleras piso por piso hasta llegar al octavo, avanza por el pasillo y se detiene en un uno de los apartamentos.
Toca unas cuantas veces.
— Ya va — responden desde el interior.
Un hombre de unos 27 años le abre la puerta.
— buenos días… — saluda.
El hombre fuera mete la mano al bolsillo y le da una pequeña memoria USB
— Ahí está lo que querías, amigo… — le dice.
— ¿Están… todas verdad? — pregunta recibiendo la memoria.
— sí, todas, son cerca de… 60 más o menos… como acordamos…puedes revisarlas… te espero.
— No, no es necesario, soy amigo de quien te envió, sé que trabaja serio y no me haría algún truco sucio… — mete la mano al bolsillo y saca unos billetes. — la mitad ya se la di… aquí tienes el resto.
El hombre reside los billetes, los cuenta, agradece y se va.
El hombre con la memoria USB ingresa a su apartamento.
Rápidamente se dirige a su sala, abre su laptop y coloca la memoria, rápidamente abre las carpetas y comienza a revisar los archivos, estaba ansioso, desesperado.
En las fotografías se podía ver a una joven mujer, en situaciones cariñosas con un sujeto de barba un poco mayor que ella aparentemente, traje, se les veía en un café, paseando, en el parque, las fotografías correspondían a diferentes días, algunas de ellas los mostraba besándose en restaurantes, de noche, otras abrazados, al ir avanzando incluso algunas fotografías en el auto, que hacían imaginar cualquier cosa, las ultimas correspondían a algunos días atrás, se podía ver a la mujer y al hombre ingresando a un hotel, luego saliendo.
El sujeto solo observaba las fotografías, en su rostro no se apreciaba sorpresa, solo una especie de morbo, hasta incluso una extraña sonrisa burlona a medio dibujar, cerró la laptop entonces y se recostó en el mueble de su sala.
Al lado de él, junto a la lámpara, estaba una foto de él, con la mujer de las fotografías.
Edward es un hombre de 27 años, administrador, desde hace 5 años tiene una relación con Fernanda, viven juntos y son aparentemente una pareja feliz, con planes a futuro y con un gran amor entre ellos, pero Edward sabe algo que Fernanda ignora.
Desde hace algunos años, Edward descubrió que Fernanda lo engaña con otro hombre, un vendedor de computadoras que conoció por su hermana hace 2 años, Edward había descubierto esto por un mensaje de texto que encontró una vez en el celular de Fernanda, uno que esta había olvidado borrar, sus sospechas fueron creciendo con el pasar del tiempo, y decidió entonces investigarla, y descubrió que ella tenía un amorío con este sujeto al que ella llama Santiago, contrató a un fotógrafo profesional que seguiría a su novia, la fotografiaría con su amante para así tener pruebas, pero lamentablemente el gran amor que este tiene por ella le impidió afrontarla, decirle algo, afrontar la realidad, simplemente dejó de lado todo, sobre todo cuando el fotógrafo le dijo que el rededor de las 3 últimas semanas de estarla siguiendo, está ya no había tenido contacto alguno con Santiago, lo que le hizo pensar a Edward que quizás había sido una pequeña aventurilla sin sentido y que todo había terminado.
Dejó de lado sus dudas y decidió destruir las pruebas, olvidar todo y continuar su vida con Fernanda, hacer como si nada hubiera sucedido, se tragó todo.
Pero un año después, las escusas de Fernanda, sus extrañas salidas, sus llegadas tarde, las llamadas misteriosas y sus cambios de humor, le hicieron pensar a Edward que algo no andaba bien, por lo que nuevamente acudiría a vigilarla, contratando al mismo fotógrafo, descubriendo nuevamente que Fernanda, su amada novia, nuevamente estaba viéndose con Santiago, encontrándose en cafés, cenas, paseos y hoteles. Todo a espaldas de Edward quien solo podía soportar las mentiras, esperando el momento de confrontar a su amada Fernanda, pero bastaba una mirada de esta, una sonrisa, un abrazo un beso… para que este se rin diera, igual que la última vez, pasados unos meses, Fernanda dejaba de ver a su amante, simplemente regresaba donde Edward, nuevamente solo a ser de él, él se conformaba con pensar que todo volvería a ser como siempre, y que ella no volvería a engañarlo nuevamente.
— ¿tú me amas…? — le preguntaba muchas veces luego de hacer el amor.
— Claro… te amo — le respondía ella, lo besaba — eres mi gran amor, el hombre con quien soñé — le decía. Pero el con el tiempo ya no podía creer en sus palabras.
La amaba, quizás demasiado, pero poco a poco la fuerza con la que la amaba se fue debilitando, las dudas, la preocupación, la tensión, el no saber dónde estaba, que hacia… si hablaba con alguien, sus amigos del trabajo, el celular, Edward poco a poco había perdido la tranquilidad, estos dos últimos años, habían sido un tormento, solo estaba calmado al tenerla a su lado, solo ahí era feliz, pero cuando esta no estaba, por su mente pasaban mil cosas, se había vuelto inseguro, paranoico, pero incapaz de afrontarla, ante ella solo era el buen hombre de siempre, cortés, amoroso, incapaz de decirle no, de negarle una salida con sus amigas, incapaz de preguntar si quiera a donde iría… quizás ese su más grande error, pensar que sus dudas la alejaría, quizás pensar en perderla, aunque quizás eso hubiera sido lo mejor.
Quizás hubiera sido mejor, no soportar esos años de sudas, inseguridades, miedos y divagaciones que a nadie le hacen bien, quizás hubiera sido mejor afrontar sus miedos, decirle en su cara lo que sabía, que sabía lo de ella y Santiago, que lo sabía todo, que sabía que era una mentirosa, y que no podía seguir aguantando más sus mentiras y engaños que lo estaban matando. Pero no, este siguió alimentando esas dudas y temores hasta que ya no pudo más.
Los últimos 5 meses Fernanda había estado extraña, no era la misma, no tenía el mismo comportamiento que este conocía a la perfección, sabía que estaba nuevamente engañándolo, nuevamente para salir de dudas contrató al fotógrafo, quien se encargaría de seguirla, conseguir pruebas nuevamente.
Pruebas que nuevamente le mostraban a Fernanda y su amante.
Esta vez fue suficiente, pensó Edward, ya no puedo seguir así… esto… esto es todo… pensaba.
—Sabes que es lo que tienes que hacer — le decía esa voz en su cabeza, voz que lo había acompañado en estos difíciles meses. — ya es suficiente, no permitas que se siga burlando de ti, el papel de payaso ya no nos gusta…
— Ella me ama… sé que… sé que pronto esto terminara…. Y… regresará a ser la misma… — decía Edward, siendo lo más positivo posible o lo más estúpido.
— esta es la tercera vez… te lo hará nuevamente si se lo permites… no dejes que se burle de nosotros, no merecemos eso, ¿acaso hemos sido malos con ella? ¿No hemos estado ahí siempre? apoyándola, acompañándola… incondicionalmente… ¿mereces esto acaso? Respóndeme… — preguntaba esa voz en su mente.
— No… — respondía en voz alta Edward.
— Entonces afróntala ya… dile sus verdades, dile que es una zorra… una maldita zorra que no aprecia nuestro esfuerzo, tu amor…, paciencia.
— Eso sería echar a la basura… 5 años y medio de relación… — dice bajando la cabeza.
— 5 años y medio me mentiras… 5 años y medio en los que se han burlado en tus narices de ti, mientras tú estabas aquí esperándola con la cena, esa zorra estaba revolcándose con ese Santiago… ¿eso es justo? ¿Merece la pena acaso? No, y lo sabes muy bien…
— no sé qué hacer… estoy muy confundido… yo la amo — dice poniéndose de pie y caminando en dirección a la ventana de su apartamento que da a al estacionamiento del edificio — no quiero perderla…
— sabes que es lo mejor, no sé cómo puedes estar aquí, si quiera pensando en dejar pasar esto nuevamente…
— la amo… yo sin ella, no podría seguir… no podría es todo…
— Necesitas más amor propio, quererte un poco… recapacita, esa mujer no vale la pena… piensa… ¿Dónde imaginas que puede estar ahora? — le dice insinuante esa voz.
— está trabajando…
— es domingo… en la mañana… ¿Quién trabaja a esta hora este día? ¿He?
— dijo que tenía que… terminar unos… documentos que llegaría para el almuerzo…
— miente… esta con el…
— no lo creo… yo…
— Llámala… — interrumpe.
Edward gira a ver su celular al lado de la computadora.
— sé que…
— no sabes nada…
— le llamaré y sabré que esta trabajando…
Se acerca y toma el celular, rápidamente marca y espera.
— hola… hola, amor… — dice.
— Hola, ¿todo bien? ¿Por qué me llamas a esta hora? — pregunta.
— Parece no estar muy feliz de que la llames, ¿cierto? — se dice a sí mismo.
— no sucede nada, es solo que… quizás a la hora que salgas, al medio día, podamos ir a comer por ahí… se me ocurrió…
—he... amor, cambio de planes, resulta que es más trabajo del que pensé y tendré que quedarme unas horas más… quiero terminar todo y así no tener retrasos… — le dijo.
— entonces, amor…
— mira, dejemos el almuerzo para otro día, podemos ir a cenar en la noche… ¿te parece?
— eso si no llega cansada — se dice a si mismo en doble sentido. — es obvio que tiene planes con él, está con el…
— ok, amor… no te preocupes… yo te espero, no llegues tarde… aquí estaré… — dice cabizbajo.
— no te pongas así, amor… sabes que el trabajo es así… yo tratare de llegar temprano y… podremos ir a cenar…
— ok… te espero, amor… un beso.
— un beso para ti también…
Cortan.
— estaba con el… es obvio.—dice esa voz en su cabeza.
— no lo creo….
— lo estaba, casi y podía verlo a su lado… besándole el cuello, desnudos… que asco…
— no, no es así, ella…
— qué más da… eres un estúpido…”si, amor”, “te espero, amor…” perro… me das vergüenza, me doy vergüenza…
—¡¡¡ya basta!!! — grita. — no quiero pensar más… yo… no quiero más esto… — da algunas vueltas en su sala… — ella me ama… me ama… solo juega con el… quizás yo tengo la culpa… si… eso es — dice sonriendo — debe ser mi culpa, algo estoy haciendo mal… no, no es… no es ella, quizás no he sido lo suficientemente cariñoso — pensaba. — eso es… ella es la victima de… años de no entender lo que ella de verdad quería… si, no tengo de que preocuparme, ¿cierto? Solo tengo que mejorar…
— eres un estúpido…
— no, no… o mejor dicho, si… estoy mal, debo arreglar esto… si…, ella es la víctima y… debí darle más atención, mas… amor, así no hubiera…. No hubiera buscado a ese sujeto…
Camina a la cocina.
Se acerca al refrigerador lo abre y saca una botella de whisky que ahí guardaba.
— creo que un poco de alcohol me va a relajar un poco… estoy muy tenso…
— hasta que finalmente estamos de acuerdo en algo…
— necesito algo… fuerte… solo… solo un poco, ella… odia que yo beba…
— pero a nosotros nos gusta hacerlo… a escondidas… pero lo hacemos… lo prohibido es delicioso… ella lo sabe…
— ya cállate… cállate, me vas a enloquecer…
— ¿no te das cuenta que estás hablando contigo mismo….?
— cállate… cállate…
— Tranquilo, no estás loco…
— Claro que no… — abre la botella, y bebe de esta, no se toma la molestia de coger un vaso de la cocina, se va a su mueble y bebe. — …. Esto necesitaba… un buen trago de alcohol… si… ahora comienzo a sentirme mejor…
Abre la laptop y ve nuevamente las fotos.
— todo esto es mi culpa… mi culpa… — dice mientras bebe nuevamente un gran sorbo de whisky.
— No te atormentes más… — se dice a sí mismo.
— es que es así… todo esto… es duro… de verdad…
— déjalo ya… no sigas haciendo esto… no nos hace bien… ¿Cuándo comenzaras a ver la realidad…?
— nunca, no hay nada que ver más que mi estupidez…
Dice y continúa bebiendo.
El resto del día, Edward solo bebió y bebió, compró cervezas luego de terminarse todas las botellas que tenía escondidas en el apartamento, y las botellas de vino, bebió y se lamentó toda la tarde, discutiendo con esa voz en su mente, que trataba de hacerlo ver la realidad, ponerlo en contra de sus sentimientos ciegos hacia esa mujer que lo estaba engañando.
—¡¡¡es una maldita… una maldita estúpida…!! — grita arrojando una botella contra la pared. — ¡le di todo, todo lo que pude darle, mi tiempo, mi amor…!! ¿y cómo me paga?
— ¿Cómo?
— ¡¡poniéndome unos enormes cuernos!! — grita y coge una nueva cerveza del six pack. — pero esto se terminó… esa maldita… esa maldita perra me va a escuchar… me va a escuchar… ya me cansé, ya no quiero ser… un idiota cachudo… yo… me cansé… ya no puedo seguir haciéndome el ciego… yo… — se acerca a la ventana…ve a la calle— no puedo seguir… mintiéndome… te hace caso, te haré caso… le haré caso a lo que me dice esa voz en mi cabeza… cuando esa maldita venga… me va a escuchar… se arrepentirá… la mandaré al demonio… no, la mandare a la misma mierda… eso es… — regresa al sofá y continua bebiendo.
Esa tarde algunas horas después, a las 7:36PM Fernanda llega al edificio, se estaciona, ingresa, saluda el recepcionista y sube las escaleras hasta el apartamento.
Al ingresar puede sentir rápidamente el olor a alcohol que emanaba de la sala, avanza por el corredor y llega donde estaba Edward, ahí en la sala, frente a ella, con la mirada fija en la laptop, a su alrededor las botellas, los cuadros rotos, los libros destrozados por todas partes, era una escena que la sorprendió.
— Pero… ¿Qué cosa ha sucedido aquí? — pregunta Fernanda avanzando entre los libros rotos acercándose a Edward.
Edward la ve a los ojos, y sin decir absolutamente nada gira la laptop, dejándole ver las fotografías, esta se paraliza. No lo podía creer, se quedó paralizada unos segundos, muda.
— ¿no dirás… nada? ¿No te… excusaras? O inventaras… alguna cosa… adelante, sabes que siempre te escucho… y te comprendo… — le dice mareado y poniéndose se pie.
Ella solo estaba ahí parada en silencio, con lágrimas en los ojos.
— ¿nada? Ni una palabra… ¿he? — Bebe de la botella que traía, la termina de un trago y la arroja enfurecido — ¡¡¡di algo!!! ¡¡¡Te escucho!!! — le grita. Esta seguía paralizada.
Edward sonríe lúgubremente.
— no sabes… no sabes el asco que siento ahora, no… no te imaginas… es que… no te imaginas como me siento… es como si… todo lo que… todo lo que pensaba, todo… ya no está… se fue… el mundo en el que vivía… ahora… ahora lo veo… ya no está… me había… dedicado a tratar de que no se derrumbara… peor ya no más… lo sé, lo supe desde hace mucho… así es… — camina hacia ella se pone a su lado —… estas son recientes… de quizás… hace 3 o 4 días… tú debes saberlo… le dice… pero lo supe siempre… desde… hace quizás… 3 años… pero… me negaba a creerlo, o a dar por perdido todo esto tan hermoso que teníamos… nuestra vida juntos… nuestro hogar…— se acerca al mueble y coge una nueva cerveza — ahora comprendo por qué no te querías casar…¿Cómo? Si nunca me amaste…
— No es verdad… — dice finalmente Fernanda.
— ¿perdón? — Se acerca haciendo como si no hubiera escuchado — ¿dijiste algo, zorra? — le dice.
— no es verdad… yo… si te amo…
— ¿me amas? — Pregunta y se carcajea — ¡¡¡no me mientas!!! ¡¡¡No repitas eso, jamás!!! — le grita y la hace asustar, haciéndola retroceder. — ¡¡¡tú no me amas, jamás me amaste¡¡¡ ¡¡¡esto no se le hace a alguien que amas!!!... ¡¡estúpida!! — la mirada con la que la vio solo reflejaba odio, rencor, decepción y mucho desprecio. — no sabes lo que es amar… yo te amé… — le dice cambiando su mirada a una de ternura, amor y dolor… — yo te amé… con toda mi alma… yo… fui capaz de… de hacer la vista a un lado, esperando que… cambies, que te dieras cuenta que mi amor es único… que nadie te ama como yo… pero… no, no fue suficiente… — su mirada cambio nuevamente a una de rencor. — .. No sé qué querías, no lo sé de verdad que no…
— yo… no sé qué decirte, Edward, yo… tu… estas ebrio, hablemos cuando…
— ¿Cuándo este sano? ¿Sin el efecto del alcohol? ¿Cuándo no sea capaz si quiera de contradecirte? — Ríe a carcajadas — eso quieres… pues no — se acerca a ella matonescamente haciéndola retroceder y arrinconándola contra la pared — … no…, ¡¡me vas a escuchar ahora!! Porque quizás después no tenga las fuerzas para decirte todo lo que mereces…
— por favor, Edward… tú no eres así…
— ¡¡Claro que sí!! ¡¡Siempre he sido así…!! ¡¡Pero nunca ha sido suficiente para ti!! ¡He sido bueno, comprensivo, cariñoso, te di amor, todo!! ¡¡¡¿Dime que más querías?!!!! ¡¡¡Dime!!! — le grita en la cara.
— ¡¡¡no lo sé!! ¡¡No lo sé!! — responde Fernanda.
— no lo sabes… no lo sabes… — retrocede… y ríe nuevamente arrojando la botella que acababa de beber hasta el fondo. — te juro que… me siento destruido… me he… me he tragado tanto…. Todos estos años… dudas, celos… — gira a verla. — solo quería… quería que no te faltara nada, amor… cosas… yo… creía que estaba haciendo las cosas bien…
— Tu, eres perfecto, yo, yo falle… tu no… yo…
— eso es verdad… tú la jodiste, jodiste todo esto… 5 años y medio… mandados a la misma mierda, pero… pero ya que… ya no importa…. Me da igual ¿sabes? Me cansé… me cansé de todo, de ser el cachudo… el… estúpido… el payaso del que tú y ese sujeto Santiago… se burlan…. Ya no más… no permitiré más insultos… debí hacerle caso a mi conciencia hace mucho, dejar de preocuparme tanto porque tú seas feliz y tratar de ser feliz yo mismo… es lo mejor… es… es lo correcto…porque tú, tu no vales la pena… ya no, daba todo por ti, Fernanda… pero ahora… no lo vales… no lo vales…
— yo… solo te pido que me perdones…. Yo…
— Perdonarte… — ríe nuevamente — ¿de verdad? Es decir… si me hubieras dicho esto… no sé, hace ¡¡¡¡3 años!!!! — Grita—… quizás, quizás,… pero… son 3 años de mentiras… 3 largos años… tragándome toda esa mierda… así que…¡¡¡no me pidas perdón!!! — grita nuevamente con todas sus fuerzas.
— ¿entonces qué hago? Dime que hago…., no quiero que te sientas así… me duele mucho…
— si a ti te duele, imagina como me siento yo… mi vida se fue al poso… mi torre de papel… está en plena lluvia, mis vendas se cayeron, ahora… veo todo el panorama… lleno de mierda…
— yo…
— no digas nada, maldita perra…
Ella comienza a llorar…
— es increíble como… ahora esas lagrimas… solo me causan gracia… mucha gracia y no les creo... No les creo ya… para mi ahora no eres más que una mentirosa… una maldita mujerzuela…
Fernanda solo lloraba desconsolada.
— yo… tomare mis cosa… y…. me iré… no me volverás a ver jamás, no te preocupes, Edward… — dice finalmente.
— eso es lo que siempre quisiste, ¿cierto? — le dice. — eso es lo que deseabas… estar con el… largarte y… comenzar con el… ¿cierto?
— eso no es…
— ¡¡¡cállate!!! — Le grita — ¡crees que es… así de simple… he…! Me da tanta…. Tanta… ya no se ni que decir… siento tanto asco por ti ahora…
— No tienes más que decir, Edward… me voy, pero… hablaremos después… cuando… estés sano… — dice y avanza a su habitación pasando por el otro lado del mueble.
Edward se queda ahí parado, solo la ve pasar.
Ella empaca rápidamente y habla por teléfono, luego de unos cuantos minutos sale con su maleta, Edward seguía ahí parado con la mirada seria. Pensando, siendo presa de sus pensamientos, cada vez más insanos.
— ¿de verdad dejaras que se vaya así de simple? Es decir… conseguirá lo que siempre deseó… y ¿tu? Te quedaras así como si nada… — escuchaba en su cabeza.
— ¿Qué más puedo hacer? No la puedo retener… ya no… no la quiero cerca a a mi…
— esa mujer mando a la mierda todo… todo contigo… te ha jodido…
— ¿y qué? ¿Ya está hecho, no? No puedo hacer nada más… que se largue… que sea feliz… a ver si puede…
— no merece ni la felicidad ni la satisfacción… seguramente cuando se encuentre con ese estúpido se reirán de ti… se burlaran como siempre… no lo permitas…
Esas palabras en su mente lo hicieron enloquecer, la simple idea de imaginar a Fernanda y a su amante burlándose nuevamente de él, lo hicieron perder el control de todo, ahora ya no era el mismo, su mirada cambio rotundamente — ¡¡no se burlaran de mi nuevamente!! — grita y la ataja antes de que esta llegue a la puerta.
— ¡¿Qué haces?! Déjame pasar, Edward… — le dice Fernanda algo asustada.
— ¡no, no dejare que te sigas burlando!
— ¿Qué dices?
— ¡no mereces ser feliz, yo no lo seré después de hoy! ¡¿Por qué tu si?! — le increpa.
— ¿Qué dices? Esto es una locura, ya hablaremos… cuando...
— ¡¡nada!! ¿Crees que no sé qué te largas con él? ¿Que después de hoy jamás te veré? — se acerca a ella haciéndola retroceder lentamente. — ¡¡eres una perra, no mereces nada, no mereces la felicidad…!! — intenta cogerla de los brazos, pero esta corre evitando que el la tomara.
— ¡¡estas demente!! ¡¡Ya es demasiado, piensa lo que haces!! — le dice Fernanda alejándose.
—¡¡no me digas nada!! ¡¡si tu mandas todo a la mierda, yo igual!! — va tras ella y la atrapa cerca a la ventana.
— ¡¡¡déjame!! ¡¡Me haces daño!! —. Gritaba ella y luchaba por liberarse de Edward quien la sujetaba con rabia y mucha fuerza.
—¡¡¡daño el que me hiciste tú y le hiciste a esta relación!!! ¡¡¡Eso es daño!!
— ¡¡por favor, déjame!! — le decía…
— ¡¡no mereces nada, hija de puta, zorra!! — le dice y comienza a acercarla a la enorme ventana.
Edward coloca su mano en el cuello de Fernanda, comenzando a presionar, con la otra mano le presionaba un brazo, empujándola, casi ella tenía medio cuerpo fuera de la ventana, con sus manos ella trataba de alejarlo, pero este la estaba asfixiando.
— ¡¡Edward, tu no eres así… no hagas esto…!! — se esforzaba por decir, mientras miraba a Edward quien tenía una mirada llena de odio en su rostro.
— ¡la jodiste toda, toda, Fernanda… yo te amaba! — le grita.
— yo te amo… no me hagas esto… por favor… — insistía, poco a poco salía más su cuerpo por la ventana, era cuestión de un pequeño empujón y esta terminaría 8 pisos abajo, en el estacionamiento.
— ¡¡no repitas eso… no sabes que es amar… yo te di todo… y aguante tus engaños… porque te amaba… eso es amar… tú no sabes amar…!! ¡¡así que no repitas eso, porque solo me llenas de más odio hacia ti, maldita estúpida!! — decía presionando la garganta de Fernanda más y más.
— Edward… no… no me hagas esto…. Te lo ruego… no cargues en tu conciencia una muerte… no lo hagas… no lo soportaras…
— ¡¡¡cállate!!
— nadie puede vivir con un muerto sobre sus hombros… nadie… — repetía en un afán de salvar su vida, sabía que Edward había perdido la razón, el alcohol, los celos y la frustración lo habían enloquecido y sería capaz de todo.
Este se paraliza, deja de presionar, pero aun la sostenía medio cuerpo fuera de la ventana, luchaba contra los pensamientos de su cabeza que le decían que la dejara caer, que era lo que ella merecía, que era lo justo pro engañarlo, y hacerlo sufrir, que no le diera la satisfacción de dejarla ser feliz con otro hombre, peor parte del pensaba que no era lo correcto, que la dejara seguir adelante, no sabía qué hacer, unos segundos después la jala y libera.
—¡¡¡¡grhaaaa!!!! — grita y se toma de la cabeza. —¡¡¡tienes razón!!! — le dice — ¡¡¡nadie puede… cargar en sus hombros el peso de una muerte…!!! — le dice y sonríe.
Ella solo lo observa muy asustada, sobando su garganta.
— ¡y estoy seguro — se trepa a la ventana —…
—¡¡Edward… no…!! — dice Fernanda.
—… estoy seguro que tampoco tu… porque esto es tu culpa, maldita hija de puta… — sonríe un instante luego su mirada cambia a una de ternura —…te amo… — dice y se deja hacer por la ventana 8 pisos abajo.
— ¡¡¡¡noooo!!! — grita Fernanda desesperada mientras se asoma a la ventana y ve en el estacionamiento el cuerpo de Edward, el hombre a quien alguna vez dijo amar, destrozado, en un charco de sangre que crecía lentamente.
FIN.
Franck palacios Grimaldo
29 de febrero de 2012
Franckpalaciosgrimaldo29 de febrero de 2012

1 Comentarios

  • Jorgeam

    Me gusta, bueno giro al final. Reconozco ese tipo de diálogos, aunque a otros niveles.
    ¿Tú? Quiero decir, tiene algo de autobiográfico. Hace unos años yo pase por una situación parecida, engaños y alcohol, pero sin violencia. Ahora, solo, soy yo el que se violenta a veces, he aprendido bastante de mi.
    Gracias, insisto me ha gustado.

    29/02/12 05:02

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