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Ese Maldito...

Al principio las noches para él eran largas. Cambiaba sus sueños por lágrimas rotas que se deslizaban por su descuidado rostro, cambiaba su tenue descanso por recuerdos absurdos, si absurdos, llenos de amor, un amor que no regresará. Esas noches lo llevaron a una extensa melancolía, melancolía que lo desbordo hacia el averno, donde envenenado por el rencor y el odio, se convirtió en un gustoso invitado de aquel individuo que no es nombrado por los incrédulos. En su mano un cigarro, un pobre cigarro, el último de la caja que compró por la mañana. Ese cigarro que lo envolvía en un humo tan espeso que parecía lo acariciaba, parecía amarlo, su único compañero. Mantenerlo encendido para siempre es un vesania, todo acaba, el ruido, el llanto, el amor eterno, todo acaba. Y no porque él lo quiera, sino porque el tiempo, ese maldito, así lo quiso. Él sabía que no era su amigo, que tal vez solo era parte de su desahogo, que era el vicio que lo mataba poco a poco. Pero ¿por qué dejarlo? Si era lo único que le hacía sentir bien en este tiempo de traiciones y mentiras. Ese maldito llegó para quedarse. Ese maldito se convertirá en su amigo.
Frank18 de octubre de 2017

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