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Segundas Partes Nunca (siempre) Fueron Buenas

No hacía mucho tiempo, había corrido por primera vez los 42195 metros que tiene un Maratón.
Algo ha cambiado desde ese día pues ya no ves otras carreras de la misma forma, no pretendo desprestigiar distancias inferiores, si algo he aprendido corriendo es que hay que respetar la distancia
como corredor la he respetado siempre al igual que respeto y admiro al que se levanta del sofá y corre 1 kilómetro.
Pero el que ha corrido un Maratón sabe que hay algo mágico en él que no tienen el resto de carreras.

Cuando consigues algo pero no sale al 100% como te hubiera gustado, te queda un ligero sabor amargo, y esa sensación fue la que me llevó a vivir lo que voy a contar a continuación.

Sin pensarlo mucho y contando con el apoyo de mi señora y otros 2 locos que se sumaban a la aventura
decidí embarcarme en otro Maratón,necesitaba sacarme esa espinita que tenía clavada.
Ya tenía hecha la mitad del entrenamiento, así que sólo faltaba mantenerlo, y pulir detalles, o eso pensaba.

Llegado el día de la función las circunstancias habían hecho que la mayoría de las cosas no estuvieran en su sitio,
piensas en todos esos consejos para maratonianos noveles... la última semana hay que descansar, cuida la alimentación,
no hagas experimentos con medicación, si vas a una ciudad que no conoces no dediques el día de antes al turismo, al carajo, todo mal.
Falta de descanso, sobrepeso, lesiones mal curadas, las 3 noches previas sin poder dormir y una medio insolación el día
anterior(y es que Sevilla tiene un "calor" especial) ponen la guinda al pastel de este cúmulo de despropósitos, pero bueno no pondré más excusas, de los errores se aprende y aprendiendo se crece.

Una vez más en la línea de salida de un Maratón con los sentimientos a flor de piel y el nerviosismo inevitable y más si cabe cuando tienes la sensación de no haber hecho los deberes y te sientes como el alumno que se presenta a un examen sin estudiar.

Ahí estaba "sólo" otra vez, en medio de 9000 personas apunto de enfrentarme de nuevo a una guerra contra mi mismo.
El miedo hace que surjan miles de pensamientos negativos, hoy no me veo con fuerzas y se me antoja una dura mañana.
Es increíble la cantidad de cosas que se te pueden pasar por la cabeza hasta que sales, pero cuando menos te lo esperas ya estas ahí corriendo.
Intento dejar a un lado los nervios y los pensamientos negativos y pienso que ya no hay vuelta atrás, hemos venido a correr, esto es lo que me gusta y la única salida de aquí está justo detrás de mi y tiene forma de Estadio Olímpico.

La primera hora de carrera fue mejor de lo que esperaba, pasó sin apenas mirar el reloj... ¡Error!
cuando quise hacer cálculos estaba corriendo cada kilómetro entre 15 y 20 segundos por debajo del ritmo al que debía ir, sabía que lo podía pagar, pero bueno, voy cómodo y mantengo el ritmo, lo que no sabía era que lo pagaría tan pronto a penas 5 ó 6 kilómetros más adelante el tobillo me recuerda que no se ha curado como es debido y lo peor, el estómago me empieza a centrifugar, así que decido bajar un poco el ritmo y abandonar a mis compañeros de viaje, me encuentro por
sorpresa a mi mujer y a mi hija, no las esperaba allí, me alegra verlas pero cometo otro gran error, les digo que no voy bien, les doy un beso y sigo, un poco más adelante me doy cuenta que he dejado
a mi mujer preocupada y eso me torturaría hasta el kilómetro 36 que volvería a verlas.

Siento retortijones que me impiden correr y en el km 20 tengo que parar para ir al baño, otra cosa nueva para mi, en casi 10 años que llevo corriendo nunca he tenido que parar para estos menesteres, en fin,
como la primera vez no hay nada, menos mal que a alguien de buena fe se le ocurrió que en los maratones cada 5 kilómetros había que poner baños con jacuzzi y masajistas con final feliz. Amén.

El parón me relaja el estomago, pero me ha bloquea las piernas y la cabeza. Me cuesta mucho seguir corriendo, cuando paso por el medio maratón pienso que por allí debería estar más fresco,
y nada más lejos de la realidad, me vengo abajo y me paro, no puedo correr otros 21, en mi cabeza dibujo el mapa de la carrera y se me antoja estar en la otra punta de la ciudad, el hotel está casi igual de lejos que la meta, tengo que seguir no hay otra opción, además ¡Qué demonios! tengo el coche aparcado en la meta y tarde o temprano tendré que ir a recogerlo... consigo correr otro rato, no más de 4 kilómetros en el 25 otra vez me está dando vueltas el estómago y tengo que hacer una nueva visita al baño, se conoce que a mi cuerpo le ha gustado este rollo escatológico, por mi bien espero que esto no se convierta en una costumbre.

Las cosas pintan muy mal quedan 17 kilómetros y estoy roto, me siento al lado de la ambulancia que me echen reflex (en realidad lo que necesitaba era una cama) yo creo que cualquier persona medianamente sensata
ahí habría tirado la toalla, sufrir innecesariamente no tiene sentido, el deporte es para disfrutar y yo no lo estaba haciendo.

Hablo un rato con una enfermera y me dice que si me quiero retirar me deja una manta y cuando pasen todos me recogen.
Esas palabras me suenan fatal, me suenan a fracaso, a derrota, y para un maratoniano esas palabras no existen en el diccionario, llamadme insensato pero en mi estado ya había perdido hace rato el sentido común, rendirme no formaba parte de ningún plan, a día de hoy ninguna excusa me ha sacado de una carrera y esta no iba a ser la primera.

De aquí al final os podéis imaginar el calvario, no voy a entrar en más detalles, porque prefiero olvidar los malos momentos y quedarme con lo positivo de la experiencia, correr cuando no te queda ni un gramo de fuerza es duro, pero correr un Maratón cuando la mente está en tu contra desde el principio es un infierno, aún no he descubierto de donde sale exactamente la energía que tenemos para seguir adelante cuando no podemos más, pero ahí está, existe, tiene mucho de sobrenatural, y es algo que nos hace Muy Grandes.

He aprendido que no importa lo mucho que cueste conseguir algo como no importa el sufrimiento, ni el dolor que conlleva, si al final el resultado es positivo, SIEMPRE va a merecer la pena.

Una vez más El Maratón ha puesto en jaque mi cuerpo y ha torturado mi mente, pero mi alma de guerrero ha hecho que el resultado final haya sido una Victoria.
Frsalinass08 de marzo de 2014

2 Comentarios

  • Superandoloimposible

    Que historia más interesante!! Me ha gustado mucho la moraleja que se saca del texto.

    08/03/14 02:03

  • Indigo

    Didáctico. Considero importante tu escrito.

    08/03/14 07:03

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