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La Anatema de Los Gemelos

La anatema de los gemelos.
“Llegamos a Yorkshire a través del ferrocarril, más precisamente a Sheffield, alrededor de las 3 de la tarde. Estábamos mi madre, Bridget Stamford, y mi padre, Frederick Stewart. Yo, Lawrence Stewart, estaba bastante emocionado. Era la primera vez que salía de Londres para irme de vacaciones con mi familia. En ese momento, con 19 años, hacía 1 y medio que prácticamente no me hablaba con mi padre, sin embargo continúo en su hogar debido a que mantengo a la familia, siempre tan descarado aquel hombre y sus decisiones. Y con mi madre sólo unos pocos diálogos, era bastante reservada y distinguida. Y por su forma de vestir, ella cree que aún estamos en el Medioevo, qué ridícula. Cree que sus cabellos castaños y ojos marrones deben de resaltarse con desvergonzados sombreritos y maquillaje. En cuanto a mi padre, ese silencio casi tétrico que hay entre nosotros es debido una riña que tuvimos por cuestiones de dinero. Qué si yo trabajaba, qué él no podía trabajar más...-y eso que con 48 aún está bien capacitado para hacerlo- y demás. Yo era prácticamente igual a él, era pelirrojo y con ojos marrones almendra. Dejando eso fuera, debía de tener un buen estado de ánimo. Pero a veces me surge una duda que me causa escalofríos: algo me ocultan. Dijeron que veníamos acá por el simple hecho de conocer Sheffield, pero seguramente se traen algo entre manos. No era algo extraño, solían dejarme de lado siempre, mas ahora parecía más lúgubre el asunto. Pero en fin, estaba de vacaciones y eso era lo único que debía importarme.
Bajamos del tren justo frente a la entrada del barrio de Sheffield. Como no era un pueblo muy frecuentado, las vías del ferrocarril tenían una estación tan chica y desprotegida que causaría lástima hasta en la persona más indigente, y se podía ver algún que otro rostro antiguo esperando al siguiente tren. Había niebla, algo usual en Inglaterra, aunque esta era mucho más espesa. Los pocos árboles que estaban allí se veían completamente desnudos y sus ramas secas al descubierto. Estaba por llover, y no de una forma muy leve, según se mostraba el cielo. Caminamos unos pasos y llegamos a una pequeña casa, nada de especial, a la cual mis padres entraron a hablar, dejándome afuera sin siquiera un mísero abrigo. Noté que dentro de toda esta miseria de viviendas había una mansión neogótica, bastante antigua igualmente. Debió de haber pertenecido a algún personaje famoso o algo. Me causaba una extraña sensación, me inquietaba un poco. En fin, supongo que era lo único que podía resaltar en este pueblo que parecía arrasado por un tornado. Y, por otra parte, ¿Por qué a mis padres se les ocurrió venir específicamente aquí? Era todo un misterio.
Luego de dos horas ahí esperando, empezó a llover, qué dicha. Cuando por fin salieron mis padres, me señalaron donde íbamos a pasar la noche estas 3 semanas. No es que hubiésemos tenido que caminar mucho. Era exactamente esa misma mansión que me había llamado la atención. Pensé en preguntar por qué, pero ya conocía la respuesta: Apuesto mi vida a que sobornaron al alcalde de la ciudad o algo así, si este lugar ni siquiera lo conocían. Entramos, el alcalde le dio las llaves a mi padre y pude ver el interior de la mansión. El ambiente era completamente húmedo y polvoriento, telarañas colgaban aquí y allá, y la mansión estaba completamente desordenada. Había cuadros en todas las paredes, de una pareja joven y dos pequeños hijos, gemelos. También había cuadros de ellos dos solos, aunque a uno los ojos le resaltaban aún más, más que marrones parecían negros, era bastante extraño.
Nos quedamos en la sala de estar hasta que vino una mucama contratada por mis padres. Era una mujer entrada en años, de unos 55 tal vez, vestida bien a lo campestre, mestiza. Nos ofreció la merienda y luego nos invitó a las habitaciones. Había 2 habitaciones, una matrimonial y otra que estaba bastante desaseada. Naturalmente, esa me tocó a mí.
Luego de la comida, y sin intercambiar siquiera una palabra con mis padres, subí a mi habitación. Además del exceso de polvo, había muchos libros viejos de medicina, y también muchos libros supersticiosos. En la repisa estaba lleno de adornos extraños: esculturas pertenecientes a pueblos antiguos demostrando dos personas juntas de espalda, viejo reloj de bolsillo partido a la mitad, y sobre todo, estaba lleno de cuadros de los dos chicos que seguramente eran hijos de aquella pareja joven. En fin, nada más interesante. Me recosté y luego me dormí.
Aunque no fue una noche común. Aproximadamente a las 3 de la mañana me desperté por un extraño ruido en mi habitación. Y vi sobre mí, una carta escrita en un papel antiguo y algo quemado. Ésta decía: “Ellos te eligieron a ti, ahora me las van a pagar ellos y tú vas a sentir lo que es ser el segundo en el cuadro”. Sentí un ligero estremecimiento...”Ellos te eligieron a ti” ¿Quién me eligió y para qué? Debe de ser una broma, seguramente. “Tú vas a sentir lo que es ser el segundo en el cuadro”. ¿El segundo en cuadro? ¿A qué se refiere? Ni que hubiera ganado una competencia alguna vez en mi vida o algo por el estilo. Sí, seguramente debían de estar tomándome el pelo. Pero no voy a mostrarles esta carta a mis padres. Pensaran que estoy loco o algo por el estilo, o me insultarán, o simplemente me ignorarán....como siempre lo hacen.
A la noche siguiente, luego de un día agotador, ya que tuve que irme con mamá y papá a varios lugares del pueblo, por impuestos e demás, tuve que acostarme más tarde. Eran las 2 de la mañana cuando pude cerrar los ojos. Pero no duró demasiado. A las 4:30 a.m. escuché un ruido en el techo y me desperté sobresaltado. Había algo sobre el suelo. Me bajé de la cama y lo vi: era un cuadro con la familia de los dos niños jovencitos partido al medio con un cuchillo cubierto de sangre, uno de los cuadros que supuestamente deberían de estar en la pared del living. Y también había una nota: “Al tercer día” tenía escrito, también con sangre. ¿Qué demonios era esto? ¿Acaso alguien quería asustarme? Ya van dos noches que no me dejan dormir. Pero no me volverá a pasar. Mañana permaneceré despierto para ver que ocurre y ver quién es la persona tan llena de gracia que evita que yo duerma, dejándome mensajes extraños, cuchillos cubiertos de sangre y cuadros familiares rotos a insólitas horas de la madrugada”.
Eso fue lo último que Lawrence Stewart escribió en su diario de viajes. Y también lo último que habría escrito hasta su desaparición. Al tercer día, Lawrence permaneció despierto hasta las 4:30 de la madrugada. Momentos antes, comenzó a escuchar ruidos por toda la habitación. Varios objetos de la repisa se cayeron, y luego de que él se hubiese levantado de recogerlos, observó el cuadro con los dos jovencitos gemelos que estaba en su habitación. Pero de repente, la silueta de uno de ellos se fue desvaneciendo, hasta que desapareció. Asombrado, pensó que ya estaba alucinando, así que fue a la habitación de sus padres a buscar un calmante. Y ahí vio una situación horrenda pocas veces vista: Ambos estaban muertos, acuchillados sobre la cama en la que plácidamente dormían hasta que llegó su destino final. Su madre tenía el pijama desgarrado, y su padre estaba completamente golpeado. Y notó que en los cuadros donde debían de aparecer los jovencitos en la habitación de sus padres también faltaba uno de los niños. Ni siquiera quería imaginarse lo que ocurrió, y, preso del pánico, mareado, fue tambaleándose a la habitación suya. Al llegar, cerró la puerta mientras repetía “Esto no está ocurriendo, es un sueño, es un sueño....” Fue una de sus últimas frases. Al dejar de estar cabizbajo y mirar al frente, vió la silueta de su idéntico: pelirrojo y ojos color marrón almendra originalmente, mas ahora sus ojos estaban al rojo vivo. Tenía las muñecas y los tobillos atados con cadenas y una gran herida abierta en el corazón, qué aún sangraba. Con una voz de ultratumba, le dijo:
 Así que eres tú....igualito a mí, ¿verdad?
 Definitivamente, ¡d-debo de estar alucinando! ¿¡Qué demonios?!
 Ah...Acaso, ¿Nunca te hablaron de mí? ¿Nunca te hablaron de tu querido hermano gemelo Wilfried Stewart?
 H-h-h-ermano gem-
 ¡PUES CLARO QUE NO! Los infelices de tus padres te eligieron a ti, ¿Entiendes acaso? Ellos tienen muchísimas creencias. Aunque parezcan nítidos ingleses, tienen descendencia africana del norte. Y una de esas estúpidas supersticiones que ellos tienen es creer que un hermano gemelo es una maldición. Ellos deseaban profundamente tener hijos, y cómo fueron gemelos se sintieron aterrados. A los 5 años, mandaron sacrificar a uno de ellos, presos del miedo, qué ingenuos... ¿Sabés perfectamente de quien hablo, verdad?
 P-p-pero....
 Sí, sabes perfectamente de quién hablo. Aunque no fue por casualidad. ¿Quiénes piensas que son la joven pareja de los cuadros? ¡ELLOS! ¡Ellos y nadie más que ellos! Y sí, estás en los cuadros de pequeño. Luego se mudaron a Londres y me dejaron en el olvido. Me desvanecí de sus recuerdos....como un viejo cuadro olvidado. Pero te trajeron aquí porque sabían la verdad. La gente del pueblo narraba historias acerca de un espíritu maligno en esta mansión. Y ellos son cómplices y tus asesinos. De todas formas, debía vengarme de ellos...por haberte elegido a vos y no a mí. Fueron realmente ingenuos. Y ahora tú sabrás lo que significa ser “El segundo del cuadro”.

Y así terminaría esta simple historia de terror que quedará guardada en la biblioteca de la Mansión Neogótica de Sheffield, Yorkshire, Inglaterra, donde nadie volverá a verla.

Wilfried Stewart.
Gabiii1411 de septiembre de 2011

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