TusTextos

Capítulo 1: Dirigiéndome al Jardín de Las Locuras

El frío le calaba hasta los huesos, la lluvia caía a cántaros y la oscuridad de la espesa noche no le dejaba ver más allá de sus propias narices. Unos minutos antes había estado bien refugiado del temporal, entre cuatro paredes, aún así no hubiera dado marcha atrás por nada del mundo. Hacia años que esperaba este momento.

Años encerrado entre perturbados, todos creyeron que era como ellos, que estaba loco, pero él sabia lo que vio, sus ojos no le engañaron y su corazón no le mentía, ni entonces, ni ahora. Y por más tiempo que hubiera pasado no sabia que era peor, no haber podido hacer nada o que todos creyeran que fue él quien los mató.

Pero no era momento adecuado para cavilar, ya habría tiempo para la venganza, ahora debía correr, huir, alejarse de aquel manicomio y evitar a toda costa que lo encontraran.





Su cuerpo ya no soportaba más, las piernas le dolían de tal forma que ni siquiera las sentía. Se derrumbó, más que sentarse, sobre un tronco caído. Estaba tan exhausto que tardo varios minutos en darse cuenta de que una pequeña figura encapuchada le observaba desde lo alto de una rama. Si a su cansancio, se le sumaba la profunda oscuridad y el tipo de ropaje que llevaba encima su observador, no podría haber podido decir mucho de él aunque se lo hubiera propuesto.

Tampoco tubo tiempo de pensar si era amigo o enemigo y si se encontraba en peligro, porque su resistencia había llegado al límite y se desmayó.





Cuando recuperó el conocimiento aún era de noche, aunque empezaba a clarear. La poca luz que ahora pasaba a través del denso ramaje le permitió ver, no con poca sorpresa que aún tenia compañía.

Se quedaron largo rato observando fijamente, estudiándose el un al otro. Ahora podía ver que debajo de la capa de viaje y unos harapos andrajosos y gastados se adivinaba una figura femenina, que no debía tener más de dieciséis años.

Su rostro le resultaba vagamente familiar pero no conseguía averiguar de donde, además su piel era pálida como la cal, pero curiosamente le confería una especie de atractivo exótico, ciertamente era atractiva. Y no era enemiga, había tenido mucho tiempo para matarlo si hubiera querido.

Se intentó incorporar, pero su cuerpo parecía no tener ganas de obedecer, un relámpago de dolor le sacudió de arriba abajo.

-¿Necesitas ayuda?- Su voz era dulce y su tono amable.

-La verdad es que me avergüenza no poder levantarme cuando tu has sido capaz de subir ahí arriba pero…

-¿Has tenido una noche agitada?- Ella terminó la frase y antes de que pudiera replicarle ya había bajado de un ágil salto y le tendía una mano- Mi nombre es Samantha.

No rechazó su ayuda, le cogió la mano y ella lo levantó con facilidad, estaba en forma, no se podía negar.

-Mi nombre- un instante de duda- puedes llamarme Rickon- no podía decirle su nombre autentico a una desconocida justo después de su fuga, aunque ella no fuera mala persona podrían interrogarla y rastrearle.

- ¿Rickon? Bonito nombre, falso obviamente- Rickon tuvo pánico por un instante- pero tranquilo, yo tampoco te he dicho mi verdadero nombre, cada cual tendremos nuestros motivos y no somos nadie para juzgarnos, ¿no?

Pasaron unos instantes tensos, un vacío silencioso producido por la inseguridad que se produce cuando conoces, en medio de ninguna parte, a una chica misteriosa que parece ser más de lo que aparenta. Además, no sabia de cuanto tiempo disponía, ahora mismo lo debían estar buscando, sin embargo, había algo que le decía que su destino era conocer a esa persona.





Tal vez parece poco creíble que dos personas que no se conocen de nada y se encuentran en una situación de este tipo puedan tener una conversación prolongada y coherente, pero años de reclusión pueden llegar a llenar un corazón de soledad y esta era la primera vez en tiempo que Rickon tenia oportunidad de charlar con alguien que no fuera o un loco o un médico que lo creía a él loco. Sin embargo el tema no podía tardar en salir.

-¿Y de donde te has escapado?- No podía creer que le preguntara aquello con una sonrisa tan dulce en su semblante, y menos así de repente.

-Yo no me he escapado de ningún…

-¿Lugar?- La maldita parecía saber siempre lo que iba a decir, lo cual era ciertamente frustrante- Como quieras, diremos que te han dejado salir por portarte bien, no me importa si estás loco, ¿sabes? Yo lo estoy y no por ello dejo de ser feliz.

-En primer lugar –Rickon intentó que su voz no sonara irritada- no estoy loco y en segundo, ¿de donde sacas esa idea?

La mirada de Samantha era una mezcla de decepción y diversión.

-Estabas agotado, ergo has estado corriendo toda la noche, usas un nombre falso, no quieres qe te encuentren, debe estar cerca y cerca solo esta el centro psiquiátrico Thomas Randyl. Además- le echó una lenta mirada por todo el cuerpo- aun llevas la camisa de fuerza puesta.

Era cierto, había conseguido desatarse las correas pero no encontró otra cosa que ponerse y las noches por allí eran ya bastante gélidas de por si, como para ir tirando la ropa.

-Es verdad, me he escapado de ese infierno, pero no estoy loco, eso si es cierto.

-Entonces- la curiosidad se reflejaba en su voz- cuéntame por que estabas allí. Cuéntame tu historia.

Había decidido no contárselo a nadie, pero por alguna razón no pudo resistirse a su petición.
Garkas10 de junio de 2008

2 Comentarios

  • Mejorana

    Buen relato Garkas.
    Me ha gustado.
    Espero que sigas escribiendo.

    11/06/08 10:06

  • Migue

    muy buen escrito
    largo par mi gusto
    me llevo tiempo leerlo
    ajajajajaja
    yo no lee, solo pienso cosas
    y las escribo
    cosas de las vidas que veo o alla vivido
    pero tu relato me gusto mucho.
    gracias por firmar el mio.
    y nose si se amar
    que quisiera seguro
    intente pero no doy lo mejor de mi
    nervios?????? un gran problema para mi
    chau y te me cuidas

    13/06/08 10:06

Más de Garkas

Chat