TusTextos

Vino Viejo--3

No pude soportar ni la gravedad, ni me di oportunidad de corregirme, tan sólo escribí frenético con la espalda contra la barda, haaciendo presion, yo casi viendo al suelo algo perdido:

"Prácticamente me estoy disculpando por mi error. He terminado en esta cosa, en esta realidad horaria y espacial fuera de mi, fuera del mundo conocido y de lo que ven los ojos despiertos para darme cuenta trágicamente, de que no he entendido nada. Llegué aquí descalzo, y me adueñé de las imágenes desde el primer momento. Desde que involucré a mi mente en el centro de la órbita, desde que deserté sólo hacia esta trama, sabiendo que yo era elcomienzo y el final de todas las cosas. Es eso tener plena confianza en uno mismo, y es la mayor idiotez. Encontré la belleza hasta en la deformidad y en los errores inconcientes, y no evito pensar ahora si no fue la búsqueda obsesiva lo que me llevó a encontrarla justamente en esos sepulcros olvidados para toda mente. Pero imaginativa la mía, halló tal vez su propio agujero en el fondo de la resistencia, de lo olvidado. Me tomo un tiempo para pensar por qué me aqueja esta visión y solo necesito tacharla con algo, pisarla, es necesario que no aparte mi vista del papel por ninguna razón, no sea que se me quemen los globos. Toda la versión del aire ahora mismo no podría ser mas surreal, no puedo dejar de pensar en las situaciones en que nos vemos de pronto, como habiendo saltado en el tiempo. No, algo sucedió.
Pensé que no podía enloquecer más pero, acá me hallo, en la entraña de una villa desconocida, perdido hasta donde me da el cuero, buscando droga para poder alimentar mis deseos de primacía sobre el ser, el ser soy yo y en efecto he perdido con la circunstancia. Entonces la droga se vuelve un plato de resignación hermosa. Nadie que no se haya ahogado en su baba puede saber lo que es belleza, nadie que no haya matado por...- Pedazos coloridos de la villa se me presentaban sosteniendo en su ceno a los adictos a la pasta base y los tipos armados, pero no nos engañemos, también son adictos al televisor, al dinero, a la bebida y las vaginas fáciles, la falsa victoria en el castillo irreal. Qué bien me la he pasado mirando la ruina. Muchos, muchos bestias de todos los tamaños, todos trabajando por la supervivencia, todos, tantos que es terrible pensar que en un solo policía atreviéndose a cruzar por ahí. Sobre algunas piedras se sentaban algunos, y esperaban mientras enloquecían su cráneo. No charlaban de nada, lucían tan naturales… compartiendo el mundo que les habría gustado tener en las ruinas del mundo que es y del cual forman parte.

Consumen, no soportan la faena del día, pero ese es el peor de los males. Lo trágico es ver a algunos despiertos y bien sobrios, algunos recién despiertos seguramente, lo trágico era no verlos en el horror, sino en la dicha y la paz mental. Yo ni vivía ahí ni volveria a ese lugar, no podría sportar una visión así de nuevo sin sentir esta mezcla de espanto y luz entremezclada. Hay barro en las calles y la marihuana prensada ya arruina las cabezas de los chicos de nueve años. Pero igual se ríen, pero igual no hacen caso. Ellos trabajan, no tienen tiempo para bañarse, para estudiar ni para matar las horas en las múltiples plazas de la capital.
Odiaban el mundo al que los había recluido, hallábanse tras paredones, con púas y policías, con una salida y una entrada. Era de miedo, visto por cualquir ojo.
Una verdadera prisión de cuadras y cuadras bifurcadas de casas anormales con escaleras de caracol mal clavadas a la pared, el sentir de lo armado improvisadamente, otras con puertas de fierro de ascensores, partes de edificios de la capital, posiblemente objetos robados, trozos enteros de veinte metros de vias de tren, haciendo barricadas de madera y hierro. Un lugar seco. El desprecio, la música mezcladísima hasta la locura y los gritos de los nenes, la gente por doquier, no había escape de sus miles de vueles arquitectónicos y claro, es que todos consumían. Ni un sólo árbol podía crecer en tal abominación viva, pero como gritaba y qué multiplicada... Encontraría cualquier cosa en el medio de la calle, lo que quisiera, celulares o zapatillas, una gaseosa fria, o la muerte tras una pared. Las calles eran angostas, y todos querían hablarte, todos pedían cosas, todos creían pretender algo como si de alguien se tratara. No eran nadie y costaba comprender su forma. Tenía toda la cualidad animal encima, no se dejaba prevenir in miraba al suelo luego de tropezar. Estaban sumamente mecanizados. Yo caminé y caminé tras el tipo que había encontrado en el tren y pareció darme todas las respuestas porque me prometió éxito en mi empresa y no dudé, no dudé ni por un instante. No me sentía jugadísimo, pero tampoco medía bien lo que estaba haciendo, nome detuve a pensar nada... Por medio de fuerzas diabólicas esquive a la policía en la estación y aquí estaba.
Construcciones por la mitad, grito de selva. Lodo en todas partes. El cielo ennegrecía, faltaba aun para la lluvia, cielo negro sobre un campo de ovejas estiradas y extrañas. Siempre habría barro en la calle, ni caso ya... demasiados pies por demasiado tiempo, el suelo estaba compreso. Pero todos con antena de televisión, dios, las instalaciones eléctricas mas descabelladas. Por momentos, mientras no dejaba de avanzar siendo devorado por este libo inmenso de barriales y desarmes, me sentía en una zona devastada de Irak y temí que aparecieran bandas armadas a provocar ráfagas en medio de la gente, impregnar de pólvora y encharcar sangre con mugre. Temí, anduve mas rápido por momentos, mi paso era demasiado irregular. Me iba de tema asi que retomaba el hilo de mi concentración todo el tiempo para no cometer errores, pra no ser visto a pesar de mi tremenda exposición. Miraba poco y nada, mayormente sintiéndome como cuando caminaba por el microcentro y veía los edificios de diez pisos, simplemente alucinado por el vértigo. Aquí también habían, al menos de cinco, pero presumían el doble. Era un lugar hermoso y libre y a la vez tremendo, tormentoso. Llovería fuego en aquellos lugares un día, si no es que ya había pasado y esto era la posguerra. Vi hacia arriba y pensé, dios, cualquier gomerazo haría estallar toda la red eléctrica. Los cables estaban abochornando el aire, el sentido de orden, la apariencia de la funcionalidad, lo correcto según alguna ley… era un error, las casas eran de cartón, los pasillos se cruzaban y perdían, algunos ni siquiera eran pasillos, sino una hilera de cuadras y cuadras de una línea de rocas hundida en charcos de agua y basura. El piso crujía en todas partes y estoy, estoy sumamente seguro de las ratas. Pero no pude no avanzar, no pude evitarlo, hasta darme cuenta de que la ciudad se estaba haciendo bajo el mismo puente de la autopista: construcciones fabulosas, con camiones, ocupándose de la trama de carga y descarga de materiales. Justamente bajo el concreto y las llantas humeantes todo el día, dos canchas de vóley.
Daba la impresión perpetua de derretirse húmedo a la vez que se construía, era intolerable aquello...
El borde de la villa era de casitas y pasillos rectos inconmensurablemente extensos, en sus esquinas vendedores. Conseguía de todo en cuanto pasaba, pero quería una sola cosa. Sin embargo obtuve tres, y no me interesa detallar eso. Me interesa la vuelta, en la que solo pensaba en el bulto en el bolsillo, y en que tendría que cuidarme de no llamar la atención. Fue toda una trama realmente diabólica, y por demás larga.

Yo tal vez había soñado esto, yo tal vez había vivido el sueño, pero el caso era que me dormía en el tren y las imágenes se me mezclaban. No se bien cuando dejé de ser un idiota equivocado a ser un decidido imbécil corredor de carreras. Estaba corriendo demasiadas, muy pronto. No saldría más de mi casa, en consonancia a la locura que tengo pero, ¿qué sucediera si de pronto deseare salir? Soy un peligro, simple, probablemente no me costaría convencer a mi lado moralista, al lógico. Me iría, adieu... Después volvería a casa. Todo se repite, para mayor desgracia. Volvería a acometer por algo, como si ese algo estuviese empapado de mi salvación, y me pregunto si eso no es mierda y es perjudicial. Mejor valdría para nosotros morir antes de volvernos estúpidos. Pero creamos toda una civilización mecánica sin nada de aceite, y bueno, buscaremos aceite aunque nos volvamos enemigos de nuestras propias partes. Estaba sucediendo, se desmoronaba como nunca, qué es lo que piensa nuestra sociedad cuando se hincha, cuando toma demasiados caminos inciertos, cuando el azar lo lleva a la sangre y el forzoso olvido, al centro de la mar, a perderse en la bruma extraña... ¿Es que no piensan ni una de todas esas veces? ¿Es que somos todos los seres colisiones, los unos contra los otros en el proceso de un sin fin que no se acuerda de su misión o sumisión...? Siento que hay un diablo detrás de todas la espaldas, y de ellas también suelen brotar algunos sueños. Por eso estoy siempre contra una pared, haciendo del miedo esa comida de siempre que me hacía mi madre...
Nos toman por sorpresa y nos perdemos, como si estuviéramos drogados, seguimos un camino recto. Pero no lo estamos, dormimos nada más. Qué nos importa, que caiga el concepto, por las buenas o las malas, rápido como una villa creciendo y queriendo verse con la altura de babel, o lento, con la progresión de un país que se alimenta de villas- Sueño de seños en los que todo encuadra algo. Moriremos acá..."
Gentio21 de febrero de 2012

1 Comentarios

  • Libelle

    Es una buena reflexion saludos

    21/02/12 11:02

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