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La Extremaunción

Hoy a las 5 era la hora de mi muerte, estaba listo, preparado para caer dentro del más allá, esperando mi regalo divino por mi buena conducta dentro de la tierra, sólo quedaba esperar al cura para que me diese la extremaunción. El cura no llegaba y yo como persona católica me prohibí el morir hasta que no llegase el cura y me diese la extremaunción para irme tranquilo a mi esperado paraíso. Lo llamamos preguntándole por qué no llegaba en un momento tan importante y duro para mí, pero el cura sólo se limitó a responder que tenía otras responsabilidades y que mi próxima muerte no era tan importante, que esperara una semana más, que resistiría. Indignado con esta decisión me planteé el si era realmente necesario esperarlo, es decir, yo no me merecía seguir sufriendo una semana sólo por caprichos de un cura, pude haber llamado a otro y seguir así con mi preciado ritual, pero ¿Por qué no lo hice? Sentía que este cura me conocía de toda la vida, sentía que él era el indicado para ayudarme a pasar mis últimos minutos, y sólo él podía hacerlo; esperé.
En esa semana agobiante sufrí como nunca había sufrido, no dormía, no comía, me dolía el interior de mi cuerpo pero no podía morir. Estaba furioso porque la única persona a la que necesitaba para morir no venía en mi ayuda, tenía cosas más importantes y, en este estado, quién se preocuparía de un viejo como yo en un estado como el mío.
Mis hijos y nietos me veían luchando contra el tiempo, me decían que no era necesario sufrir de esa manera, que podía irme tranquilo si lo deseaba, que no lo necesitaba para morir, pero yo me negaba y apelaba a que como cristiano que soy y fui necesitaba esa extremaunción.
Los días de esa semana se me hicieron eternos, las horas pasaban como siglos y los minutos como milenios, pero, después de tanto sufrir llegó el día en que el cura llegaría y podría morir tranquilo. El cura me vio y sonrió, lo encontré cínico y despreciable, dijo que lo disculpara pero que estaba en un convento de curas, haciendo sus cosas de curas y era demasiado importante para el quedarse ya que, además de estar pasándola bien probablemente no vería a sus amigos curas en mucho tiempo. Le pregunté si pensó en mí, le pregunté si pensó en que lo necesitaba y sufrí demasiado con su ausencia. Con una sonrisa mentirosa me dijo que todo el tiempo pensó en mí pero no podía hacer nada para venirse antes.
Por fin comenzó a preparar las cosas para el ritual, yo por mi parte seguía pensando en si de verdad necesitaba a un cura para irme y de tanto pensarlo llegué a la conclusión que no necesitaba a nadie para morir ni a nadie para vivir. Fue entonces cuando el cura posó su mano sobre mi frente para comenzar a relatar su ritual en mi nombre, en ese instante, lo maté.
Glass21 de noviembre de 2015

1 Comentarios

  • Superandoloimposible

    Un final bastante inesperado. Intenta buscar sinónimos para no repetir tantas veces la misma palabra.

    Un beso.

    22/11/15 02:11

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