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“siempre”

“Javi , otra cañita ¡” - Alberto alzó la voz entre el bullicio de gente , para que Javi, el camarero consiguiera oírle. El camarero del bar ” El Botellín” , reducto de curritos en el barrio de salamanca , mas por hábito que por oído, puso dos cañas , una a Alberto, y otra a Sebas, el grandullón pelirrojo , que apoyado en la barra acompañaba el trasiego de cañitas aquella tarde de viernes.

“¡La penúltima, que hoy cerramos a las siete ¡”

“El Botellín” estaba lleno esa tarde, y los alcohólicos conocidos , habían sido reemplazados por gentes de todo tipo, que de camino a la Plaza de Colón repostaban depósitos en el pequeño bar.

Los clientes pugnaban por atraer la atención del Javi, defender su baldosa , y transportar su platillo de aceitunas, hasta sus compañeros.

“Un botijo”, decía uno, “dos aguas y una clara”, decía el otro , así hasta el fondo y otra vez a empezar.

“Como somos los españoles, hagamos lo que hagamos, todo pasa por los bares…en la puerta tendría que poner algo así como bodas, bautizos y revoluciones” - Alberto señaló a su alrededor - “Bebemos, gritamos, arreglamos el mundo, el país, y volvemos a nuestra casa listos para la ruina diaria “

Sebas asintió , sin dar ni quitar la razón, cual gallego de Carabanchel. Apuró un trago de su caña, y volvió a mirar los ires y venires del camarero.

“¿Vais a ir a la manifestación?” - Preguntó el camarero a la pareja -”En un rato, cierro el bar, y pallá que me voy”

” Va a ser que no”

“¿Y eso?”

Alberto , encogió los hombros por respuesta .

Sebas, esbozó una sonrisa cabrona , y palmeó la espalda de Alberto. -” Tu como el menda , te vas zampar la procesión como un campeón, que si esto se cierra a las siete… volar lo que es volar…”

“Mierda”

”¿Qué pasa , que quedaste ? Has ido a unas cuantas, y eran del pelo de esta… cuenta, ¿está buena?”

“Ya me gustaría. Estoy cansado ¿De que sirvió? Para que mintieran como perros. Estos, los otros y el de la moto. Unos quitan gente , otros la ponen, unos dicen que si estaban por esto, otro que si por lo otro. Que si éramos cien, que si éramos veinte millones”.

“Mientras las manifas se sigan haciendo así, no se va a poder hacer nada. Es un problema de recorrido, no están bien planteadas.”- Sebas , miró a Alberto con curiosidad- “Si te das cuenta, casi todas las manifas, empiezan en donde sea, pero acaban en la Puerta del Sol. Además, una buena parte, recorren la calle Alcalá. ¿Me sigues?” - Sebas asintió dubitativo. - “Bien, Alcalá y Gran Via, se cortan en el Edificio Metrópolis, y en él, hay una bonita escultura de la Victoria Alada” - El rostro de Sebas dibujó una mueca de duda-”Si, el que es la sede de un banco, ¿Y…?”

“Pues que todas las manifas, pasan delante de la Victoria , esta les mira, les sonríe y la tienen de frente … pero cuando terminan … ” - Dio un sorbo a su cerveza - “Cuando terminan, al llegar a la Puerta del Sol … la Victoria siempre les da la espalda”.- Sebas , miró dubitativo su vaso casi vacío, y musitó un “curioso” mientras apuraba su caña.

El bar se cerró. Javi, bajó la trapa, a media altura , y los ocupantes abandonaron el local, sumándose a la marea humana.

El día , comenzaba a oscurecer. Las nubes se cernían, amenazando lluvia. Arrastrados por la multitud, iniciaron la manifestación.

Caminaron multitud, lemas y bocinas.

Cánticos, policía y sus lecheras, helicópteros, pancartas , megáfonos, silbatos, auriculares - ” ¡Somos un millón!” - procesión y estruendo.

Al atravesar Cibeles, el agua escapó de la fuente, se transformó en lluvia, empapando el rebaño al inicio de la cuesta.

Paraguas , consignas, marcha, detención, repetición, de hace un rato, de hace un tiempo, esperanzas. La Victoria de frente, en lo alto, guardando el equilibrio, los ojos cerrados, el rostro amable, los oídos de metal…

Alberto levantó la mirada. Esperaba que el alcohol, los ojos entrecerrados, la lluvia, le convenciesen de que esta vez, les iba a acompañar.

Ella indiferente, seguía viviendo en su mundo sin fracasos.

“¡Vente con nosotros ¡ No nos des la espalda otra vez…”

Los manifestantes dejaron un prudente espacio alrededor del personaje que con el puño en alto hablaba al cielo, mientras seguían con su camino.

Durante unos momentos, permaneció expectante, esperando , a lo mejor, ver las alas moverse- “Ves, ni caso”- Pero Sebas no estaba a su lado.

Apareció entre la multitud con determinación en el rostro, y un adoquín en la mano.

Pasó junto a él , camino del ventanal del banco.

Se detuvo . Una sonrisa se dibujaba en su rostro

- “Habrá que enseñarles el camino”

Y lanzó el adoquín.
Gllamazares19 de diciembre de 2007

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