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Delirio de un Loco Nictofílico

¡Crist! El espejo había caído al suelo... Aquello indicaba el principio del fin para aquel ser que había sido devorado por ur un Everest arcilloso envuelto en plata. Una lágrima brotaba de aquellos ojos que más que llorar, buscaban la liberación, años engrilletado a la tana de la amargura.
Tito, va a empezar nuestra serie, vamos a prisa.- dijo el pequeño con impaciencia. Él, con una sonrisa fingida y con los temblores típicos del que deserta de una estúpida guerra  acertó a responder : - tú tan inquieto como siempre, Pumuki, ve poniendo la tele, tengo que recoger este desastre.
¿Cómo estás?
Mal, Sáhara, mal... No quiero hablar - el silencio tornó la habitación en una guerra fría.
Tengo que hacerlo por él... - se decía a si mismo para agarrarse a un clavo que sabia que estaba a punto de caer.
El folio dejó de ser legible, una quemadura y un cerco, no fueron más que un pleonasmo para mi memoria de que había perdido su propia contienda a como un auténtico Yakuza en aquel folio aún mora, la última colilla de Chesterfield y ahora una lágrima veintiún años después...

Gongorilla114 de julio de 2021

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