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En El Pasado Vive la Mugre.

Y llegaron los fantasmas para recordarme tiempos, no sé si mejores, pero pasados. Les preparé la cama para que se quedaran a dormir. Les compré unas cervezas y les lié unos cuantos cigarros, más que nada para echarnos unas risas recordando los buenos momentos. Y poníamos la música y bailábamos hasta que nos dolían las piernas, y saltando, como queriendo alcanzar la luna y guardarla en un bote para que nos alumbrara cual bola de discoteca, y cantando, o más bien desafinando y gritando dejando traslucir las ganas de vivir. Bailamos vals y caímos derrotados por el éxtasis de vivir. Ahogamos la resaca con café y hablamos sobre todo, reímos, demasiado diría yo. Fumamos y volvimos a bailar en círculos, queriendo perder la noción del tiempo y del espacio. Una, dos, tres y cien canciones.
Y pasó el tiempo y mis fantasmas seguían ahí, habían desecho las maletas y ocupado todo el armario casi sin dejarme sitio para mí. Cuando me quise dar cuenta ya no quedaba ni cerveza, ni tabaco, ni comida; el polvo se había acostumbrado a dormir en los muebles, no quedaban platos limpios y la ropa tenía lamparones por todos los lados. Me miré al espejo y me costó reconocerme, el rimmel corrido, las ojeras me llegaban casi hasta las mejillas y el pelo estaba incluso peor que el de Amy Winehouse. ¡Qué asco daba!
Intenté recoger todo, poner la casa en orden, ducharme, peinarme... Pero los fantasmas habían ocupado mi espacio, no me dejaban hacer nada y se apalancaban en el sofá, arrastrándome con ellos en busca de otra nueva fiesta que anticipaba una resaca amnésica. No podía recordar nada de lo pasado en esos últimos días, ¿o habían pasado semanas?, poco importaba ya... Dejé que mi vida pasase, siempre recordando una y otra vez mi pasado con los fantasmas, aunque en vez de reírnos ahora me acusaban de los errores y se burlaban de mi cobardía, señalándome con un dedo acusador que cortaba la respiración y hacía que las lágrimas no pararan de brotar de mis ojos. Me acurrucaba en el sofá, rodillas en pecho hasta que pasaba el llanto, y entonces venían los fantasmas a acariciarme, a consolarme, me tapaban con la manta y me abrían otra cerveza... Y volvíamos a bailar en círculos y a fumar cigarros hasta las tantas de la mañana.
Cada día era una repetición del anterior, resaca, café, llantos, cerveza, resaca, café... Hasta que un día resbalé y caí, me hice un corte en la pierna y la sangre brotaba cayendo sobre mis dedos y los fantasmas se mofaron de mi torpeza y siguieron bebiendo. Ahora yo era la fantasma en esta vida, ellos eran los que guiaban cada acto que yo hacía, como si fuera su títere.
Grité, grité al cielo, muy alto, como si quisiese romper la barrera del sonido. Grité hasta dejarme la voz. Y los fantasmas seguían riéndose de mi insignificancia. Les ordené que se marcharan, les supliqué que me dejaran tomar las riendas de mi vida. Y pusieron otra vez el vals, y intentaron volver a bailar conmigo la maldita melodía del amor para conseguir quedarse conmigo, dieron vueltas a mi alrededor consiguiendo que perdiera de nuevo la noción del tiempo. Pero no, esta vez no iban a salirse con la suya. Corrí hasta el armario y lo vacié tirando sus cosas por las ventanas, rompiendo sus cosas y les eché a patadas de mi vida. Y me quedé mirándoles mientras se iban. Los quería, pero no podía permitir abandonarme y refugiarme siempre en el pasado.
Y miré mi casa, parecía que llevaba abandonada mucho tiempo. Respiré, hasta que el aire llegó a atravesarme los pulmones, y empecé a recomponer poco a poco todo lo que los fantasmas del pasado habían roto.
Huevalopez24 de noviembre de 2012

2 Comentarios

  • Abyssos

    No, no se puede vivir en el pasado, hay quien afirma que se puede matar el pasado, que puedes desintegrar el ectoplasma de aquellos lugubres fantasmas que a veces, si los dejas, toman control de tu presente y tu futuro... Pero no puedes, no es tan sencillo matar lo que ya está muerto y deshacer lo que te provoca alucinaciones de culpas y tristezas, quizá se pueda convivir con ellos... no, en tu escrito cuentas bien que tampoco es posible, simple y sencillamente quieren el control y no sólo una participación... Otros dicen que si les dejas de poner tanta atención se desvanecen, pero que hay que procurar mirarles de vez en cuando para no olvidarse de sus rostros y no volver a engendrar semejantes quimeras. Es que tu historia da pie a un sin fin de reflexiones.

    Buen texto, te felicito.

    27/11/12 05:11

  • Huevalopez

    Me agrada mucho saber que un trocito de mí ha servido como reflexión (por cierto, muy buenas).
    Muchas gracias.

    08/12/12 11:12

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