Vendian verdades chorreantes
en la mañana temprana,
aún fría,
a los peatones sombríos de la sombra
que parecían necesitar tres cuartos de mentira.
Inyectaban el analgésico,
aquellos cocodrilos proféticos,
a las gallinas equivocadas del barranco,
a los hombres inocentes, víctimas del tiempo.
E incubaban los soslayos inapropiados
de los que mantenían su ignorancia,
escépticos, cínicos maleantes y corruptos,
necesitando una mentira aún mayor,
un circo gratuito y fecundo.
Cocodrilos trajeados,
descendientes mesiáticos!
saben lo que es cierto,
saben quién es malo...
Serenos asesinos de las ciencias,
testigos fieles del altruismo en su paroxismo!
saben lo que quieres,
saben lo que esperas.