Con los pies mojados y la chaqueta aplastando mis hombros,
Recorriendo esta ciudad una y otra vez, caminando siempre por
Las mismas aceras con el mismo olor a calle que reconocería
Cualquiera que como yo, las hubiese recorrido tantos años.
La obscuridad de la calle y el frío de varios grados bajo cero
Claramente no son muy agradables si te encuentras dando vueltas
Esperando calmar tus ansias de soledad y respiro, de abrir el corazón
En el silencio de la noche cuando nadie lo podría ver ni sentir,
arreo mis pasos al muelle acompañado por la recia lluvia que apuñala
mi espalda cuadra a cuadra y puesto a salvo por mi viejo sombrero,
tan mojado y lleno de historia, tantas historias como olores a cama y a bar.
centro la mirada en una vieja banca de madera que me ofrece un acogedor
e incomodo descanso sobre dos tablones empapados y a medio pintar
de verde, un verde tan carcomido por el tiempo como aquel indigente
que descansa bajo un puente, en fin es mi banca, la que me acoge
ahora que no doy mas de caminar, la que comparte conmigo un
poco de su tiempo, como aquella a la que un día mirando sus
ojos le pregunte… te quedaras conmigo?? Me lo prometes??
... aquel triste día en que ella me contesto, no puedo prometerlo,
no soy para ti, y así sin mas se marchó…
No habÃa pensado en que las "Aceras" se convierten en fieles testigos de nuestros pasos y nuestros episodios de vida...me ha gustado tu escrito y el sentimiento impreso.
