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¿qué Cómo la Conocí?


¿Qué cómo la conocí? 
 
Esa pregunta es más para mujeres, los hombres no recordamos esas cosas. Tal vez era jueves  por la tarde y tal vez llovía. Tal vez era un jueves 25 de mayo hacia las cuatro de la tarde, y llovía a mares. Tal vez era un jueves 25 de mayo de 2017 a las cuatro y dos minutos cuando vi  sus zapatos entrar por la puerta.  Tal vez  tenía los pies bonitos y perfectos. Tal vez llevaba las uñas pintadas de negro y tal vez sus dedos no hacían una escala descendente perfecta y armónica. Tal vez el dedo índice era más largo que el pulgar y tal vez,  tenía los pies mojados.
 
 Puede que se sentara en segunda fila, tercer pupitre a mano derecha y puede  que se pasara la primera media hora con las piernas cruzadas. Puede que llevara pantalones largos y puede que fueran de color azul, tal vez marino. Puede que los llevara ligeramente levantados por la parte de abajo y puede que la pernera derecha,  quedara un centímetro más arriba que la izquierda.  
 
Quizás llevaba una camisa blanca con el dibujo de una flor roja, puede que una rosa, no entiendo de flores, los hombres no sabemos de esas cosas. Quizás el cuello de su camisa dejaba entrever un top rojo y quizás era del mismo rojo que el del tulipán de su blusa, que a su vez,  pegaba con el rojo de sus sandalias y rimaba con el rojo ligeramente granate  de sus labios, un poco cortados tal vez, por el viento.  Quizás se apartó el pelo de la  cara al minuto cuarenta y cinco.
 
 No, lo siento, no sabría decirte de qué color era su cabello, quizás marrón tal vez canela, la misma canela que parecía que habían esparcido en el iris de sus ojos, tal vez oscuros, quizás negros, manchados del mismo marrón de su pelo, tal vez canela. 
 
 Quizás faltaban seis minutos para las cinco de la tarde cuando Coco tembló ligeramente, bueno, tal vez tuvo un espasmo involuntario o puede que intentara darme una patada, quizás pataleta, como patalea un niño pequeño cuando su madre, en medio del supermercado, le dice que deje esas galletas en su sitio que no se las va a comprar.
 
  Tal vez nuestras miradas coincidieron por primera vez a las cinco menos cinco o tal vez menos cuatro de la tarde, no te sabría decir, como bien he dicho antes, los hombres no recordamos esas cosas y tal vez&
 
¿Quién es Coco?
 
 Bueno, no soy muy bueno con las definiciones, prueba de ello es que de pequeño jugaba al ¿Quién es quién? con mis hermanos y mis primos para sortear quién recogía los juguetes esparcidos por el suelo y yo me convertí en un auténtico profesional de la recolecta juguetera, pero bueno, me habías preguntado por Coco.  
 
Coco es, según los de ciencias: Órgano de naturaleza muscular, común a todos los vertebrados y a muchos invertebrados, que actúa como impulsor de la sangre y que en el hombre está situado en la cavidad torácica.
 
 Coco es, según los de letras:  El motor que impulsa el mundo. 
 
 Si, tiene gracia que los científicos empleen casi tres líneas en definirlo. Si, el encargado de hacer la  definición del grupo de letras, era el típico que sacaba los cincos pelaos y los cuatros peludos que quería entrar en una Ingeniería pero no le llegó la nota. El pobre terminó estudiando filología, dejándoselo en tercero de grado, para dedicarse a tocar el bajo en un grupo de rock. Sí, es el grupo que toca en el  pub del pueblo los sábados. Y sí, escribe él las letras de las canciones. Y sí, es el autor de célebres versos propios de un rey del rock como: Eres tu mi amor bonita como un tumor, me gusta tu sudor, siempre estás de mal humor. ¡Ai que calor! te digo sin pudor, eres tu mi amor, más  fea que el dolor. 
 
  Y sí, estábamos hablando, antes de esto,  del corazón. 
 
¿Qué por qué lo llamo Coco?
 
 Bueno, eso es cosa de mi madre. Bueno, y mía también.  Cuando tenía cinco años, recuerdo que me acosté a dormir un viernes por la noche después de recoger los juguetes. Sí, había perdido al ¿Quién es Quién? contra mi hermana. Lo próximo que recuerdo, es que amanecí en el hospital.  
 
 Pasadas dos semanas y  llegado el fin de mi hospitalización, mi madre me explicó que mi corazón era especial. Tras ver mi cara de preocupación, me hizo colocar mi mano sobre su pecho:  Lo notas?- me dijo- Pom-pom, pom-pom. Normalmente todos los corazones dicen Pom-pom-continuó mi madre- pero el tuyo todavía está aprendiendo a hablar. Es pequeñito, como tú- dijo mientras colocaba mi mano sobre mi corazón- . Lo sientes?   puso su mano helada sobre la mía- Coco-Coco . Tu corazoncito nos dice Coco-Coco.
 
  Me fascinó el poder sentir mi corazón. Des de ese momento el pequeño Coco y yo nos convertimos en mejores amigos. Aunque hemos tenido nuestras pequeñas crisis  como en todas las relaciones. Recuerdo la primera discusión entre Coco y yo. Tenía 6 años y estaba en clase de Inglés. Debía salir a la pizarra a leer mi redacción y cuando me disponía a hacerlo el pequeño Coco empezó con sus pataletas.  Afortunadamente, pude terminar de leer y el maestro me puso un seis con cinco pero, sin duda lo habría podido hacer mejor si Coco no hubiera estado pataleando todo el rato.
 
 Recuerdo que ese día llegue a casa enfadado, mi madre me preguntó que me pasaba y le expliqué lo que me había hecho Coco. Ella, con una sonrisa, me explicó que Coco era muy vergonzoso y que el pobre lo había pasado muy mal al tener que salir conmigo a hablar delante de toda la clase.  
 
 Razón no le faltaba a mi madre, todavía hoy 25 años después,  Coco continúa con sus vergüenzas, pataletas, miedos, antojos y rabietas. Lo bueno es que con el tiempo hemos conseguido mediante el diálogo y largas reflexiones  llegar a un acuerdo en situaciones así. Bueno, a veces, otras muchas nos enfadamos y vamos cada uno por nuestro lado hasta  que yo lo hago entrar en razón, o él a mí, la cuestión es que nuestros enfados no duran mucho. Salvo cuando la conocí a ella.
 
 Ahí Coco y yo estuvimos mucho tiempo sin hablarnos, tal vez  medio año o así, tal vez 9 meses, tal vez 276 días, tal vez 5.904 horas, tal vez 354.240 minutos, tal vez 21.254.400 segundos, no podría decírtelo exacto, los hombres no estamos pendientes de esas cosas.
 
 ¿Quién era ella?
 
 Bueno, ella era una de esas mujeres que parecen pintadas a mano. Cuidando el trazo, la línea, el grosor, el contorno, el punto, la textura, la sombra y como no, la luz. Pintada en una gama de verdes delimitada por azules y  decorada  con puntillismo morado que terminaba siendo malva con reflejos rojos. Si, ese rojo también hacía una rima asonante con el rojo ligeramente granate de sus labios. 
 
 En cuanto a contenido era  casi una perfecta obra maestra del marketing. Un diez en captación. Un diez en conversión. Un diez en venta. ¿Por qué casi perfecta si tiene un diez en todo? Bueno, todavía no hemos hablado de la fidelización, ahí digamos que se quedaba con un cuatro y nada de peludo. Un cuatro pelao.
Iamlil27 de junio de 2017

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