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El Arca de Noé (1)

Preámbulo -

Tantos milenios errando, otras como iniciado en la experiencia breve de una Nova en su gran explosión. Años luz placenteros, ricos en ocio, viajando en cometas, apreciando hermosos cuerpos celestes. Presenciado en otrora, la estruendosa colisión al unísono de 134 estrellas Magnas, en fin, tan vastos aspectos y todavía no salgo de mi reciente asombro por lo ocurrido a tan solo los 2 meses inaugurales de La Tierra, y cuando algo conmueve mi composición etérea, es porque ha ocurrido una hecatombe inédita, única, análoga en conmoción a la “Ruptura del Postulado de Kronos” del venerable sabio Newgrec, de la hidalga orden Caballero Estelar.
Contemplado desde mi planeta Marte y digno de ser descrito por mi mano inefable, yo que fui loco, y ya soy cuerdo para la posteridad universal, heme aquí testimoniando.

En la empresa de Dios.

Había en los albores de la vida, algo novedoso entre los animalillos creados, dos seres de ambigua estructura llamados humanos; Adán y Eva, parecían insectos sin alas, divertidos, moraban en aquel prometedor vergel primaveral correteando desnudos, inocentes, incansables, el todopoderoso los estimaba, los abastecía con sobrado excedente privilegiándolos entre una naturaleza pródiga que crecía a medida que él ideaba futuras necesidades. Cuando aquellos mortales se alcanzaron, cayeron cansados, uno al lado del otro, detallaron sus organismos y se dieron cuenta que maduraban, se aproximaron más y comenzaron a palparse; nació el placer, algo no previsto. Dios los regañó, ellos no entendieron y olvidaron el asunto. Lo mismo de que no comieran frutos del árbol central, albergue de la pareja de serpientes, las cuales habían trabado relación afectiva con los humanos. Ese lugar de encuentros bajo la sombra del manzano, no lo aprobó Dios igualmente... y advirtiéndoles “No deben comer de él o morirán”, decía con insistente severidad ignorando que lo prohibido generaba la curiosidad. El omnipotente continuaba entusiasta su misión, prosperaban numerosas especies vegetales regadas con áureos ríos, animales diversos nadaban, volaban, transitaban. Y humanos y serpientes a sus prolongados juegos, llegando la serpiente macho a descubrir un cálido agujero entre las piernas de Eva por donde se introdujo con la aprobación y joviales risas de ella; le hacía ardorosas cosquillas. Adán contemplaba la escena maravillado. Aquellos esparcimientos candorosos llegaban a su fin. Sucedía el segundo mes, las serpientes en un gesto de generosidad dieron de probar el producto de su hogar: la manzana. Ellos quedaron abstraídos, si, el árbol prohibido era deseable contemplarlo pero mejor haber comido sus frutos, les abrió el entendimiento, vieron sus cuerpos provocativos y se vaciaron en un solo abrazo. Nació el amor.
Descendía el astro rey en el horizonte de ese día y apareció presuroso el padre de todo lo existente, supo de la desobediencia de sus criaturas, estallando en descontrolada ira y entre imprecaciones plenas de incoherencias, maldiciones, paradojas, yo que le escuchaba, me pregunté: ¿Para que los creó si luego se arrepentiría? Aquello fue una disputa constante, ellos conocieron del amor y no entendieron nunca ese odio desmedido que durante 1.800 años les siguió. Constantemente los acosó, ellos ya ni importancia le dieron hasta diluirse en el tiempo. La población crecía desordenada, instintivamente. Dios defraudado, amargado, forjó un pacto macabro en complicidad de Noé, viejo beodo de aspecto desaliñado, dueño de extensos viñedos y fundador de la primera empresa licorera. En una de sus frecuentes borracheras le sedujo con la falsa promesa de hacerlo junto a su familia, copropietario del planeta después de que él produjera un diluvio de enormes proporciones y que antes debía construir una barca de dimensión colosal, donde estaría a salvo con parejas de todo animal conocido, hasta que descendieran las aguas. Acorde a su precario discernimiento, Noé poco entendió, sin embargo como comerciante le atrajo la idea, firmando el contrato. Nació el capitalismo salvaje, 49 años construyendo el arca con sus numerosos esclavos, sumados a 1.632 años que transcurrieron colectando los animales. Todo estaba por concluir, él personalmente daba las últimas pinceladas, el romántico nombre de su ingenio naviero, en un costado quedo estampado, “El Arca De Noé”

Indigo26 de febrero de 2012

6 Comentarios

  • Capicua

    IMPRESIONANTE !
    Un placer leerte .
    Un saludo .

    26/02/12 09:02

  • Indigo

    Hola Capicua, gracias, mi agrado por tu huella.

    27/02/12 10:02

  • Laredaccion

    ¡Vaya!, un versión divertida de la historia; al menos está autorizada...
    Muy entretenido.
    Un saludo cordial.

    27/02/12 11:02

  • Indigo

    jejejee, autorizada e inédita, otra mirada. Gracias Esteban, gran saludo.

    27/02/12 05:02

  • Danae

    El amor como fruto prohibido, y el castigo divino a ese sentimiento humano. Todo ello, aderezado con tu imaginación, más desbordante que el diluvio universal.
    Habré de construirme un arca para guarecerme mientra te leo, o me arrastrarán tus aguas.
    Un gran abrazo, corazón.

    08/03/12 01:03

  • Indigo

    ¿Contradictorio no? Se me hace imposible pensar que sea cierto algo tan hermoso, y le tocó llevarse lo suyo a la leyenda de mi parte, a esas aberraciones.
    Huye mientas tengas ocación jejeje pronto comienza el asunto.
    Placer en saberte contenta. Besos

    08/03/12 02:03

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