Veinte abriles
te han seguido, traviesa.
Atraviesas a prisa mi recámara.
Piensas en una risa fácil
para demostrarme que no eres anarquía.
Te desvistes en el ancho espacio
y suenas como ´música de copas.
Te sabes cónsona conmigo
y libre de trabas migratorias.
Te vistes con mentoles y sábilas
y entras desnuda a mi estudio.
Me tocas con tus suaves superficies
y logras otra vez que te perdone.