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Disfraces

El aire era fresco, y de algún modo el aroma a pollo asado de aquel restaurante cercano le mantenía despejado, firme y concentrado en sus labores. Puede que tuviera más hambre del que habría admitido en ese momento.
–¿Te encuentras bien?
–¿Qué? –dijo, distraído–. Sí. Claro.
–Te preguntaba si ya tienes tu disfraz para la fiesta del sábado.
–Oh…
–¡No me digas que no te acordabas!
“No es que no me acordara”, pensó él. “Es que nunca comprenderé por qué tenemos que hacer esto año tras año”. No quiso decirlo en voz alta, pues sabía cuánto le gustaba a ella aquel festejo. En lugar de ello, calló y siguió rebuscando.
–¿Has encontrado algo?
–Tan sólo un poco de pan y este brick de zumo de piña –La chica lo sostuvo a la altura de los hombros para mostrárselo y lo meneó con un gesto rápido. Sonó como si aún contuviera un poco de líquido. Después lo depositó en una bolsa de plástico que tenía a sus pies y siguió, busca que te busca–. ¡Oye, no me cambies de tema! Dime, ¿de qué vas a ir disfrazado?
–¿No se supone que no podemos decirlo? Esa es la gracia, ¿no? –dijo él, mientras echaba a un lado una cáscara de plátano y un trozo de cartón húmedo.
–Bueno, sí… pero… –Un gato maulló mientras pasó rozando las piernas del hombre, y éste pegó tal respingo que se golpeó la rodilla derecha contra el cubo. Ella no pudo evitar soltar la risita.
–Oye, que duele… –dijo, frotándose.
–Perdona, hombre –dijo la chica, tratando de amortiguar la risa tapándose la boca con una mano–. Está bien. Mira, hagamos una cosa. Tú me dices cuál va a ser tu disfraz y yo te digo el mío.
Él la miró receloso. La verdad es que aún no había pensado en nada, aunque solo faltaban dos días para la fiesta.
–¿En ese orden?
–Ahá –asintió, con una sonrisa en los labios, divertida.
Él se dio el lujo de perderse unos segundos en sus ojos. Eran tan profundos… Brillaban con luz propia. Aún perdido en medio de la belleza de la joven, logró que dos de sus neuronas se pusieran a trabajar, y acabó balbuceando con la boca a medio abrir:
–Pues… no lo sé… –Ella había dejado de rebuscar en su cubo y lo miraba expectante–. ¿De lagarto?
Primero la sonrisa de la chica desapareció de su rostro. Luego propinó al hombre un topetazo con la palma de la mano en su frente y los dos se echaron a reír.
Una suave brisa empezó a levantarse y en el callejón donde estaban empezó a formarse un pequeño remolino que arrastraba consigo un sinfín de papelitos y trozos de periódico, elevándolos en el aire con tranquilidad, sin grandes pretensiones.
–Empieza a hacer frío –dijo él.
–Sí…
–Aquí no hay nada más. Son los últimos de la zona.
–Volveremos mañana –dijo ella, mientras recogía del suelo la bolsa con el trozo de pan y el cartón de zumo. Él recogió también lo suyo; apenas el resto de dos zanahorias muy sucias, algunas hojas de lechuga y una lata abierta con una sardina dentro y algo de jugo.
–¿De qué irás tú disfrazada? –le dijo, mientras caminaban entre las sombras hacia la calle principal. El mismo gato de antes les siguió con la mirada, antes de dar un brinco y desaparecer tras unas cajas.
Ella sonrió, traviesa.
–De princesa de los bosques –le confió.

La noche del sábado fueron juntos a donde se celebraba la fiesta. Ella estaba guapísima con ese montón de cartón y harapos que con más o menos traza había sabido transformar en un sombrero cónico y una falda muy larga. Él se había pintado la cara de verde, aunque prefirió no decirle con qué.
Eran los últimos. Cuando llegaron, los demás les recibieron con gran jolgorio y alegría. Habían improvisado una hoguera con un bidón de gasolina, y todos los vagabundos de la ciudad cantaban y bailaban a su alrededor al ritmo de una pandereta. El chico y ella se miraron, y él creyó comprender en ese momento porqué aquello la hacía tan feliz, aunque solo ocurriera una vez al año.
La tomó de la mano y se adentraron en aquel ambiente de ensueño, donde princesas, lagartos, caballeros con caballos de escoba y payasos con barba olvidaban por una noche sus verdaderas identidades, ocultas tras disfraces improvisados con cosas encontradas en la basura, y fingiendo durante unas horas que no eran desdichados.

Ittai Manero, 14 de mayo de 2009
Ittai14 de mayo de 2009

10 Comentarios

  • Abril

    Un bello relato de lo que verdaderamente es la vida de muchos,una fachada de prejuicios impuestos por la sociedad obligandonos a disfrazarnos para poder hacer lo que el corazon desea.

    De nuevo te fajaste ...y podria decir que me identifico con el.

    14/05/09 06:05

  • Mejorana

    La tom? de la mano y se adentraron en aquel ambiente de ensue?o, donde princesas, lagartos, caballeros con caballos de escoba y payasos con barba olvidaban por una noche sus verdaderas identidades, ocultas tras disfraces improvisados con cosas encontradas en la basura, y fingiendo durante unas horas que no eran desdichados.

    Has sabido expresar la b?squeda constante para darle salida a la insoportable levedad del ser.

    14/05/09 08:05

  • Ittai

    Abril, Mejorana, much?simas gracias por leer y comentar mi relato.
    Tengo tant?simo sue?o en este momento que no me atrevo a deciros nada m?s, por temor a desvariar xD. Aun as? mil gracias, desde el coraz?n.
    Un abrazo gord?simo :-)

    15/05/09 01:05

  • Harmunah

    Un relato muy bien logrado. Debo confesar... hasta ahora no te hab?a le?do pero esto cambia desde ya mismo.

    Si narras as? siempre, ser? de lo m?s interesante perderme entre tus letras, que atraen, desde el principio hasta el final.

    Besos.

    15/05/09 01:05

  • Ittai

    Harmunah, me alegro mucho de que hayas decidido pasarte por aqu? y leerme un rato. Viniendo de alguien que escribe tan bien y cuyas historias me fascinan, me es todo un honor.
    Cuidate mucho!
    Un abrazo :-)

    15/05/09 01:05

  • Wersi

    Ittai, no tienes que envidiar a nadie la forma de relatar.
    Lo haces sencillo y magistral, me gusta mucho y adem?s con mucho mensaje en su interior.
    Desde el primer d?a que te le? sab?a perfectamente que eres un genio.
    Por cierto, he visto el blog con todos tus trabajos...!Eres muy bueno!, sobre todo los dibujos ...buen?simos.

    Saludos vecino, cuidate .

    15/05/09 07:05

  • Ittai

    Hola, paisana m?a!
    Hoy tengo dos cosas que agradecerte: que tengas tan buena opini?n de m? como escritor, y que te hayas tomado la molestia de pasarte por mi blog, que poco tiene que ver con relatos y poes?as. Me alegra mucho tenerte por aqu?, te lo digo con el coraz?n en la mano.
    Un abrazote, Wersi!

    15/05/09 11:05

  • Wersi

    De nada Ittai, ya te dejar? alg?n que otro comentario en tu espacio la pr?xima vez que te vsisite, me qued? mucho por ver. Esas cosas hay que digerirlas despacito.

    Un abrazo!

    15/05/09 11:05

  • Voltereta

    Un texto lleno de enso?aci?n, en realidad millones de seres humanos caminan por las calles disfrazados, porque en realidad, ?qui?n se muestra tal cual es?, el ser uno mismo acaba convirti?ndonos en seres proscritos, marginados en un mundo en el que solo se es algo a base de aparentar lo que en realidad uno no quiere ser, a veces es preferible ser mendigo y vagar libre revolviendo entra la basura, a estar anclado a una existencia ficticia en la que morimos envueltos en nuestros propios excrementos.

    Un magn?fico relato.

    Un saludo Ittai.

    20/05/09 11:05

  • Ittai

    Es la triste realidad, amigo.

    Gracias por tu comentario, Voltereta. Siempre tan certero.
    Un abrazo :-)

    20/05/09 11:05

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