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Amigos

Azoté la puerta de mi casa al salir enfadado, elegí rumbo lejos de allí con las manos dentro de las bolsas de mi suéter, no caminé tanto por la cera cuando el recuerdo de mis audífonos en la mesa me asaltó, los había olvidado pero por mucho que me pesara no podía volver. Caminé con más prisa para dejar de pensar y concentrarme en mis pasos, debido a eso perdí el sentido de mi ubicación, pensé un poco viendo a mi alrededor y pude saber que me encontraba cerca de la casa de mi amigo Rodri, me encaminé hacia su casa sin pensármelo mucho, al llegar toqué su puerta, tras unos segundos vi su cara asomada por la ventana, Rodri siempre me pareció poco inteligente, pero es de ese tipo de personas a las que le puedes pedir ayuda para conquistar el mundo y te cubrirá siempre la espalda. Le hice un ademán con la cabeza haciéndole saber que lo esperaba, desapareció de mi vista y tras unos minutos salió por la puerta. No sé si algo en mi le mostró mi semblante interno, pues me vio como las personas ven a alguien triste, como con pena. Di media vuelta y caminé, y él me siguió, me siguió hasta la casa de Jessy, y él obró por mí para que Jessy saliera, él y ella me siguieron hasta la casa de Adrián, dónde Rodri volvió a encargarse de que se nos uniera. Al final, éramos Rodri, Jessy, Alfonso, Santi, Vero, y yo, y todos me seguían, jamás podré agradecerles lo suficiente por su silencio. Los conduje hacia nuestro lugar de reunión casual, un perímetro cuadrado de piedras y troncos que nos servían de asientos, todo esto cerca del río. Y como si supieran algo que no sabía cómo decir, se sentaron a esperarme, era el único de pie y sabía que querían una explicación, y me dieron el tiempo para pensar. Balbuceaba palabras en tono muy bajo queriendo subir el volumen, pero no podía, en eso Santi se levantó, y miró al grupo antes de verme finalmente a mí, se llevó las manos al bolsillo derecho de su pantalón y sacó una hoja blanca enrollada, y se la dio a Alfonso. Acto seguido Santi volvió a sentarse y Alfonso se paró, desenrolló el papel, y empezó a leer:

“Sergi, sabemos lo que pasa, tu mamá ha hablado con algunos de nuestros padres, al principio estábamos enojados contigo por pensar que no nos tenias confianza y éramos tus mejores amigos, pero luego comprendimos que es algo difícil de explicar, y que tu dolor debe ser mucho más grande que el nuestro, al saber que te mudas de aquí. No sabíamos cómo apoyarte para que no te abrumaras con ese pensamiento rondando en tu cabeza, así que entre todos quisimos hacerte ésta carta, que después de muchos borradores, se pasó a máquina para leértela sin problemas. De verdad nos duele tu partida, pero sabemos que no perdemos una amistad, es sólo un pequeño hasta luego. Ojalá fuera de otra manera, pero las cosas hoy se ponen de éste modo, pero sabemos que tratándose de ti, ningún problema será problema. Con la sinceridad más transparente y noble que la amistad puede brindar, te deseamos éxito en todo lo que para ti venga, que sabemos será mucho.
Te daremos ésta carta como símbolo o contrato de que tenemos que volver a vernos, y también te daremos la que con puño y letra fuimos formando desde el principio, pues ésta no tiene mucho brillo.

…de parte del club del sargento pimienta y los corazones solitarios,
te amamos.”


—Ése fue un gran día para mi sabes.
—Lo sé Sergi, lo fue para todos.
—Mira esto.
—Así que la conservaste después de tanto tiempo.
—Tenía qué cumplir mi promesa, tenía que venir por ustedes, tenía que venir por ti.
—Fue terrible ese día fingir estar feliz cuando sentía tanto por ti.
—Lo sé, pero ya estoy aquí Jessy, perdón por irme.
Jaquez11 de enero de 2014

1 Comentarios

  • Diegor7

    Ése club de amigos tenían un nombre muy curioso :) Bonito relato.

    Saludos.

    14/01/14 06:01

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