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La Linda Chica Con Tourette.

Me había sentado después de una hora entera de trote por los alrededores de mi casa. Algo de ejercicio en un día en el que el sol se iba metiendo y las sombras hacían más llevadera la intención de estar en forma.
Terminaba de darle un trago a mi botella de agua cuando divisé a una chica que llamó mi atención. Vestía un conjunto deportivo con mezcla de negro y rosa, la chica recorría a trote el mismo camino por el que yo corrí una hora. Tal vez la vi cuando estaba a veinte metros, y como iba hacia donde yo estaba, pronto la distancia se acortó y pude notar detalles. No me parecieron extraños al principio sus rápidos movimientos de cabeza hacia los lados. Lo asocié a que se quitaba el sudor de su cara, incluso yo lo hacía de esa manera, o parecido. Pero en esos vastos segundos en los que pasó justo frente a mi me di cuenta de que eran tics involuntarios. Repetitivos y fugaces, pero nada discretos.
Me quedé pensativo recargado en la banca y tomé otro trago, viéndola desaparecer.
Al día siguiente iba corriendo por mi ruta cuando vi a la chica que se acercaba del lado opuesto, corriendo como el día anterior; nos encontraríamos cara a cara. A pocos metros de encontrar nuestras miradas ella empezó con los tics que ya había visto, cabeceos a sus costados e incluso profirió una inentendible palabra, tal vez se trató de un sollozo. Volteó a verme justo cuando pensé que ya no le daría tiempo, y percibí que era una mirada avergonzada.
Nos volveríamos a encontrar a la vuelta de la manzana en algunos minutos, así que traté de armar un plan para abordarla con alguna frase o algún gesto.
En el tramo donde pensé que nos encontraríamos resultó que no apareció, seguí mi ruta atento a su presencia, di incluso otra vuelta pero no la hallé más ese día.
Al día siguiente la vi corriendo cuando yo aun caminaba como parte del calentamiento. Decidí correr en la misma dirección en vez de ir opuestos. Ella no iba con mucha velocidad así que aminoré mi marcha para poder estar a al menos veinte metros de distancia y pensar en un plan. Observaba sus involuntarios movimientos de cabeza. A veces tres cabezazos a su izquierda, a veces dos hacia delante y una sacudida en su brazo izquierdo, a veces todo eso combinado. Vi una oportunidad perdida cuando de repente su botella de agua cayó al suelo y ella paró un momento a recogerla. Si hubiese ido un poco más cerca en vez de tan lejos& Ese día preferí abortar la misión e intentarlo al día siguiente.
Estudié mis áreas de oportunidad respecto a entablar comunicación con la chica. Llegué a la conclusión de que nada sería más fácil, puesto que la chica corría sola, no portaba algún distractor como teléfono celular o reproductor de música y corría siempre por el mismo lugar.
Entonces salí a correr como siempre, pero con más convicción. La busqué esa tarde pero no la encontré. La busqué al día siguiente pero tampoco apareció. La busqué incluso por las mañanas, pero no hubo suerte. Fue una lástima no volver a verla nunca más corriendo por allí.
Jaquez30 de julio de 2016

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