TusTextos

Reunión Pte 1

Reunión.
2:00 am.
-Al parecer sólo quedamos nosotros -dijo Santiago cerrando la puerta.
-Somos ocho -comentó Patsy contándolos con el dedo.
-Cuatro parejitas -dijo Santiago con voz dulce mientras se acercaba de nuevo al círculo y se sentaba a lado de Patsy.
Patsy y Santiago, Amelia y Rodrigo, Wendy y Gael, Niza y David.
-Parece que corrimos a Miguel -mencionó Niza mientras bebía un vaso de soda dietética.
-Debió sentirse raro al estar entre tanta pareja -apuntó David.
El grupo asintió sin interés.
Afuera se escuchó un rayo lejano.
-Espero y no llueva a esta hora -dijo Rodrigo que atacaba una bolsa de frituras y veía su reloj.
-Es mejor a esta hora -dijo Amelia.
-No creo que llueva; así ha sido la semana: el cielo con un aspecto de tormenta pero al final sólo caen pocas gotas de lluvia y de repente sale el sol -dijo Patsy.
Gael hizo un movimiento para cruzar las piernas y accidentalmente volcó una lata de cerveza que provocó que el líquido se derramara por los alrededores. Todos se levantaron al instante para esquivar la ola.
- ¡El elixir! -gritó teatralmente David. Niza puso sus ojos en blanco.
- ¡Lo siento mucho Patsy! Por favor, ¿dónde está el trapeador? Yo limpio todo.
-No te preocupes Gael, shit happens.
-Tranquilo amor, fue un accidente -dijo Wendy a Gael para calmar su pena. Él asintió distante.
Patsy salió y volvió a entrar a la sala con un trapeador en mano y puso manos a la obra, ignorando las insistentes peticiones de Gael de hacerlo él.
-Síganme tropa, afuera debe estar más fresco -dijo Patsy una vez dejó el lugar limpio de nuevo.
Condujo a los demás al patio trasero, una modesta zona con jardín donde bien podrían estar.
-Sí está más fresco -dijo Niza-. Los avisos de lluvia al menos dejan un clima más bonito.
Poco a poco fueron sentándose en el suelo formando un nuevo círculo.
-Entonces tú y Amelia fueron juntas a la preparatoria -preguntó Wendy a Patsy.
-Así es, nos conocemos desde antes, pero lo que dices es cierto.

2:45
- ¿Me estás diciendo que tú y Patsy se conocieron en la cárcel? -dijo Rodrigo incrédulo y en un tono algo alto. Los demás voltearon a ver a Santiago, que era con quien Rodrigo hablaba.
-No era la cárcel -interrumpió Patsy cuando Santiago pretendía hablar. -Era algo así como la pre-cárcel, no es que lleven allí a asesinos o ladrones.
-Oh, entiendo.
-Pues para mí era la cárcel -dijo Santiago con humor-, había barrotes, olía feo y no te dejaban salir: Cárcel.
- ¿Y cómo terminaron metidos ahí? -preguntó Gael con curiosidad.
-Bueno; es algo complicado, en realidad sólo yo estaba allí.
-Yo lo contaré -interrumpió Patsy-. Mi versión es más poética.
-No lo es -murmuró Santiago.
-Silencio. Todo empezó en un bar del centro, no recuerdo su nombre.
-Serendipity, se llamaba Serendipity -dijo Santiago en tono de sabelotodo.
-Sí. Eso. Ahora calla. Estábamos en ese bar de nombre largo y todo estaba tranquilo, tan tranquilo como un bar puede estar un sábado por la noche.
-Santiago te acosó desde el primer momento que te vio y lo rechazaste, así que intentó de nuevo y de alguna manera todos terminaron en la cárcel -dijo Niza.
-No -terció Patsy, concentrándose en su relato-. Estaba yo en la barra con mis amigas en eso de las tres de la madrugada cuando a una chica imbécil le pareció buena idea acercarse a molestar. La perra conocía a una de mis amigas, tenían algún pleito guardado desde hace tiempo y al verla quiso pelea. Ella no venía sola, traía su grupo también pero sólo ella se había acercado a molestar.
-Imaginen la escena, yo estoy en una esquina rascando un boleto de lotería sin deberla ni temerla.
-Silencio Santiago -dijo Patsy queriendo continuar-. Entonces, como esa imbécil ya traía sus copas encima, no le bastó solo con gritarle cosas a Jasmine, sino que de manera brusca y salvaje quiso llegar hasta ella golpeando la barrera humana que habíamos hecho las chicas y yo para proteger a Jasmine. Entonces -Patsy rió- le propiné a la muy salvaje un puñetazo justo en su barbilla, que la hizo desorientarse y perder el equilibrio, y yo creo que incluso perdió el conocimiento de en qué planeta se encontraba.
-Ahí fue donde supe que la amaba -dijo Santiago cruzado de brazos y asintiendo lentamente.
- ¿Y ahí acabó todo? -preguntó Gael.
-Claro que no -respondió Patsy-, al ver eso su grupo se abalanzó contra nosotras, incluso el novio o lo que fuera de ella, me tomó de la cabeza y me empujó hacia un lado con mucha fuerza, yo fui a parar encima de la barra, no podía ni bajar porque tenía la visión borrosa.
-Y ahí entro yo, el chico del raspa y gana que sólo estaba de visita por la ciudad. Me paré en cuanto vi a la mujer de mi vida volar por los aires, le dí un trago a la cerveza y un beso a la moneda con la que rasqué y me había hecho saber que había ganado mil pesos. Yo no estaba ebrio, así que fue fácil darles una paliza a toda esa banda de cobardes.
-Sólo eran dos. -apuntó Patsy.
-Silencio mujer. Entonces, para no hacérselas muy larga, la policía llegó e interrogó a todo ebrio que estaba allí. Las mujeres del otro bando me culparon de busca pleitos mientras que las del bando que defendía huyeron lentamente una por una. Mi versión de turista inocente y héroe local no les importó, solamente las narices rotas de los otros dos individuos y la chica que Patsy había golpeado cuyo incidente también me involucraba según la versión de las chicas. Así que mi viaje para ver a David Bowie a la capital se resumía en esos momentos en: joven turista busca pleitos golpeador de mujeres en bares.
Los demás tenían enarcadas las cejas.
-Vamos, termina la historia -alentó Patsy.
-Todo parecería que termina allí, pero no. Dentro de la cárcel me acusaron de alborotador, gracias al cielo las chicas no se obstinaron y no quisieron ir a declarar, así que simplemente tenía que pasar las siguientes doce horas encerrado, con sólo una única manera de salir antes: que alguien en pleno uso de sus facultades mentales fuera por mí. Pero ¡Oh, sorpresa! Yo era un turista fan de Bowie que sólo pasaba por ahí porque el boleto de avión que había comprado no era directo y tenía sus malditas escalas, no conocía a nadie. Para el colmo de los colmos tenía que tomar el siguiente vuelo a las seis de la mañana; si hacen los cálculos, sólo faltaban dos horas para dicho abordaje.
- ¿Y perdiste el vuelo? -preguntó Amelia.
-No -contestó Patsy-. Mis amigas y yo salimos del bar, es cierto, pero nos quedamos a un par de calles para observar qué pasaba. Vimos cómo al sujeto
-Guapo y valiente sujeto -interrumpió Santiago.
-que no conocíamos y que me había vengado lo subían a una patrulla y ésta arrancaba sin preámbulos.
Santiago se veía las uñas de las manos y volteaba a ver los rostros de los demás, pensativos.
-Lo siguiente que hice sin detenerme a pensar fue subir a un taxi que justo pasaba en ese momento, las chicas me siguieron sin saber qué pasaba conmigo.
- ¡Siga a esa patrulla! -grité convencida y llena de valor.
-Imagínense. Estaba yo en una celda fría con otros maleantes con aspecto de verdaderos maleantes. Estaba furioso, la policía no había indagado bien, ni siquiera habían interrogado al barman que por cierto en la pelea desapareció. Estaba molesto conmigo mismo porque no iría a ver el concierto por un arranque de hombría ante un acto vil que no me concernía, y estaba súper enojado con esas malditas chicas que me habían dejado allí sin decir si quiera gracias. Y entre mis pensamientos homicidas y suicidas, apareció un policía que venía del pasillo. Empezó a abrir la puerta de la celda, pensé que venía a sacar a uno de los cuatro desgraciados que dormitaban.
-Tú, el turista, sal.
Me paré ya que estaba en el suelo recargado en una pared. Seguí al policía por el mismo pasillo por el que había entrado a la celda. El lugar era oscuro pero al final se veía la luz de la recepción. Al entrar en ella vi a Patsy y a sus amigas.
-Pagamos la fianza y lo dejaron libre -dijo Patsy-. Nos explicó de dónde venía y por qué se había involucrado en la pelea. Que nos tenía un poco de rencor porque todo eso se hubiera podido evitar si hubiéramos dado nuestra versión. Y que en menos de hora y media tenía un avión que abordar.
-Así que como todo buen hombre que tiene intenciones de amar a una mujer, le pedí su teléfono cuando me dejaron en el aeropuerto. Una cosa llevó a otra, y esa cosa nos trajo hoy aquí.
Patsy lo abrazó y le dio un pequeño beso en los labios.
Amelia y Rodrigo rieron.
-Es muy buena historia -dijo Amelia-, pero no supera cómo Rodrigo y yo nos conocimos.





















Jaquez07 de noviembre de 2016

Más de Jaquez

Chat