TusTextos

Vigilante.

Wilfrido despertó inusualmente descansado. Había abierto los ojos con una naturalidad que lo dejó intranquilo unos segundos, había sido como si su cuerpo se hubiera cargado al máximo de energía y no ocupara ni un segundo de sueño más.
Era para él su primer día de dos semanas de ansiadas vacaciones.
Consultando el reloj se dio cuenta que había despertado en un horario similar a cuando va a trabajar, supongo que uno se acostumbra pensó.
Había planeado que sus vacaciones comenzaran el mismo día en que su amigo Jim salía de rehabilitación, él mismo iría por él al hospital.
Se alistó y jugó un poco de videojuegos esperando la hora de ir por su amigo.
Jim había sido arrestado seis meses antes por golpear a dos sujetos que molestaban a un pato cerca del lago; logró esquivar la cárcel gracias a que el juez le atribuyó un ligero pero perceptible retraso mental, y lo envió al hospital Starman al ala de psiquiatría para que recibiera terapia pertinente. Lo más probable y lógico en aquel entonces, debido al par de demandas, era que el juez lo condenara a algunos meses de prisión, pero Jim ya tenía un historial de análisis psicológico de algunas hojas enteras que fueron estudiadas por el juez, y así se dio cuenta que en un párrafo, como observación de uno de los médicos, decía: "Siente un fanatismo inexplicable por John Lennon y Adolf Hitler". Al leer aquello tan irónico el juez pensó que definitivamente algo estaba mal dentro de la cabeza de Jim.
Para gran sorpresa de Wilfrido, al llegar al hospital, el edificio se encontraba rodeado de una multitud que parecía impaciente. Vio patrullas de policía con las sirenas encendidas y todo tipo de gente con expresión preocupada.
Entre aquel tumulto ensombrecido e inexplicable, salió Jim y lo saludó con la señal de amor y paz.
-¿Qué carajos está pasando aquí? -preguntó Wilfrido a Jim cuando éste entró al coche.
-No lo sé, algún tipo de problema con las computadoras -contestó Jim con una voz más grave de lo que Wilfrido le recordaba.
Jim traía una mochila consigo y la abrió para sacar algo.
-¿Te dio gripa o algo así? Suenas ronco.
Jim sacó lo que parecía una máscara color blanca y con manchas negras y se cubrió la cabeza.
-¿Jim? -dijo Wilfrido dudando si debía preguntar.
-Mi nombre ya no es Jim, de ahora en adelante mi nombre es Rorschach -contestó empleando el mismo tono grave.
-Claro, claro.
Jim tenía muchas manías, y una de las más notables era imitar al personaje de alguna película que lo dejara maravillado. Sus padres no lo dejaban ver cualquier filme, por lo general solo podía ver las animadas para niños, y aun así a veces representaba un problema. En este caso, como se dio cuenta Wilfrido, se las ingenió para ver Watchmen dentro del hospital, y ahora imitaba a Rorschach, incluso consiguiendo lo que es una máscara.
-¿Al menos ves bien a tu alrededor? -preguntó Wilfrido ya en marcha lenta por la humana congestión de personas en la calle. Rorschach asintió lentamente.
-¿Tienes algo de Dylan?
-Sí, claro -contestó Wilfrido, y enseguida manipuló su estéreo, comprendiendo que la canción que su amigo quería era The times they are a changing.
-Vamos aquí -Wilfrido tomó el papel que le extendía y leyó.
-Es una tienda de ropa de segunda mano, si quieres podemos ir al centro comercial por una nueva.
-No. Lleváme.
A los veinte minutos ambos bajaron del auto frente a la tienda de ropa de segunda mano llamada "Dress 4 less".
Dentro, Wilfrido comprendió lo que su amigo buscaba.
En el auto, Rorschach vestía a juego su gabardina y sombrero.
-Supongo que es hora de ir a casa -dijo Wilfrido.
-No. Nunca es hora de ir a casa, el mundo se deteriora a la velocidad de un respiro, no es lo correcto esconderse dentro de cuatro muros, debemos combatir el mal que corroe la maldita ciudad, el estado, el país, el mundo.
-Tranquilo amigo, no es que yo sea el Búho nocturno o algo.
Rorschach volteó a verlo, si es que esa mancha negra permitía visibilidad.
-Lo serías si lo quisieras, como todo en la vida.
-Podemos pasear por ahí un rato, por la noche hay una fiesta en el centro.
-No comprendes. Gente como nosotros tenemos una misión eterna. No podemos andar por ahí perdiendo el tiempo mientras los débiles corren peligro por esas malditas bestias psicópatas.
A Wilfrido aquello le pareció cómico pero se reservó su comentario.
-¿Y qué quieres? ¿Atrapar a un psicópata?
-No sólo a psicópatas, a todo aquel que lastime a una persona inocente sólo porque puede. No son más que excremento de perro.
-Comprendo, pero por ahora que está el sol supongo que estarás de acuerdo que atrapar criminales es más difícil, esos psicópatas excremento de perro suelen operar de noche.
-Sólo me ausenté seis meses de la realidad pero pareciera que tú te fuiste más, es impropio de ti que creas que la maldad tiene horario específico, la maldad se practica noche y día, es un virus que se extiende como los rayos de sol, y del que pocos se protegen.
-¿No tienes por ahí alguna receta? Debes tomar medicamentos supongo.
-No los necesito. Pon atención en lo que te digo, vuelve del retiro y ayúdame, no puedo salvar al mundo yo solo, debo encargarme de los derechos de los seres humanos, que no sean censurados, que no sean golpeados, asesinados, violados, raptados, debo aceitar los engranes del gobierno para que la máquina que es el estado funcione para el pueblo y no viceversa. Busco eliminar el concepto de impunidad y frases favoritas del gobierno corrupto. Estoy aquí para proteger al prójimo, pero no me bastan dos manos para también abarcar los derechos de los animales, de las plantas, del medio ambiente, debes ayudarme.
-Anda, toma tus pastillas, recuerda que si te alteras puedes sufrir mareos.
Jim suspiró y no dijo nada hasta llegar a casa.
Wilfrido pedía una pizza a domicilio mientras Jim no se despegaba de la ventana.
-Aquel hombre se ha cruzado el semáforo en rojo.
-Tampoco es tan grave -dijo Wilfrido retirándose aun con el teléfono en la oreja.
-No es tan grave -dijo Jim meditando para sí en voz baja-, tal vez el acto en sí no sea tan grave, pero lo que sí lo es, es la cantidad de personas que lo creen así, eso es lo aterrador, alaban al que rompe las reglas pues ven en él el arquetipo de un valiente, de un temerario. Mientras al ciudadano modelo se le ridiculiza por seguir las reglas básicas que conforman una sociedad. Así que no es tan grave porque eres o te sientes un dios.
****
Después de una larga siesta por parte de Jim, salieron rumbo a la fiesta; Wilfrido no cuestionó a Jim si no quería cambiarse de ropa para la ocación, ya que como nunca salió el tema por parte de él, al parecer era el atuendo que quería seguir llevando, con máscara y todo.
Al llegar al lugar, Jim fue objeto de miradas y comentarios indiscretos, les era imposible no verlo enmascarado con todo y su atuendo imitando a un personaje conocido.
-Exploraré un poco, mantente alerta -le dijo a Wilfrido, después se perdió entre la gente.
No pasó demasiado tiempo para que Wilfrido tuviera noticias de él. A pocos metros de donde se encontraba con unos conocidos, se escucharon lo que perceptiblemente eran gritos en medio de discusiones.
En el centro de aquello, estaba Rorschach dando y esquivando puñetazos.
Aquella idea que la gente tiene acerca de los que llaman "locos" acerca de su impresionante poder físico, del que de alguna manera está aunada a su cordura (o falta de), al menos era cierta para Jim.
En poco tiempo pudo despejar su espacio personal dejando un torrente de sangre en las caras de algunos que lo querían abatir, pero en un instante pareció que todos los hombres de la fiesta eran amigos de los recientemente enemigos de Jim, pues se abalanzaron en contra de él impidiéndole mucha libertad de movimiento.
En un cambio de eventos inusitado, se escucharon balazos al aire. La muchedumbre, que no movió ni un músculo, volteó a ver a un joven que traía consigo un arma corta, detrás de él venía lo que parecía su séquito.
Avanzaba y las personas que le estorbaban se abrían para dejarlo pasar, llegando éste a estar frente a frente con Jim.
-Esto no es una fiesta para alborotadores -y le quitó la máscara.
-Ni para delincuentes -respondió Jim sin vacilación.
El sujeto apuntó su arma al pecho de Jim.
-Parece que tienes una gran bocota, ¿Seguirías hablando si te disparo?
Wilfrido, que escuchaba todo, sintió una terrible mala espina.
-Hazlo.
La voz ronca de Jim fue firme y clara, tan intimidante que hizo que el sujeto se sorprendiera e incluso diera un paso hacia atrás, pero el arma seguía apuntado.
Jim aprovechó la vacilación del sujeto y en dos movimientos certeros, despojó al atacante de su arma y lo noqueó de un derechazo al mentón.
El séquito del ahora noqueado líder ya tenía sus armas listas para un re fuego.
Wilfrido corrió hacia Jim antes de que se desatara un caos.
-¡ERES TÚ! -gritó Wilfrido al tenerlo cerca.
El foco de atención pasó de personaje.
-ERES EL QUE ME CHOCÓ AYER POR LA TARDE.
El público expectante, el séquito también observaba la escena.
-VEN PARA ACÁ MALDITO IMBÉCIL.
Wilfrido tomó a Jim del cuello y lo jaló entre medio de la multitud, rumbo hacia la salida de todo aquello.
-ME VAS A PAGAR ESE GOLPE, IDIOTA, O VERÁS.
-Corre idiota -le dijo a Jim susurrando.
Detrás de ellos el jefe de la pandilla de matones volvía en sí.
-No puedo correr.
-Jim, vamos, estos cabrones te van a matar, golpéame y has como que te me escapas, si lo haces seré el Búho Nocturno y te ayudaré con todo eso que me dijiste por la tarde.
-De acuerdo.
-Ve y sal por el boulevard, tengo que ir por el coche pero está atrapado en toda esa maraña de... Jim le dio un buen golpe en la mejilla y enseguida se echó a la fuga.
-Maldito cabrón, me dolió -dijo Wilfrido escupiendo sangre.
-¿Dónde está ese maldito freak? -preguntó el líder de la banda de matones junto con su séquito.
-Se me ha escapado el maldito, iré a buscarlo, se ha ido por allá, necesito sacar mi coche de entre todos esos.
Al ver hacia donde apuntaba el dedo de Wilfrido, la banda subió a sus motocicletas y arrancaron; obviamente les había apuntado hacia la dirección opuesta.
Por otra parte, Jim salió corriendo a toda velocidad para toparse con el boulevard, al llegar allá, todo estaba despejado y muy solo, a excepción de una casa en la que había una fiesta, Jim se dirigió hacia allá.
Las personas que lo vieron venir le hicieron señas que se fuera, al parecer el aspecto cansado de Jim y sus manchas de sangre en la ropa alertaron a esa gente de que algo malo estaba pasando y no querían problemas.
-Solo les pido un asilo momentáneo, no causaré problemas, ayuden a su semejante en infortunio.
Pero aquellos individuos no aceptaron sus palabras y lo amenazaron con llamar a la policía si no se iba en ese instante.
Segundos después, a unos treinta metros, se escuchó cómo un auto accionaba el freno de mano y producía el inconfundible ruido de llantas al deslizarse en pavimento.
El auto empezó a tocar el claxon, era Wilfrido.
Jim corrió hacia el auto y se subió. Wilfrido dio la vuelta para salir de la zona. Jim bajaba el vidrio.
-OJALÁ NUNCA PASEN POR ALGO ASÍ, POR QUE SI RECUERDO A ALGUNO DE USTEDES CABRONES QUE NO QUIZO AYUDARME, AHÍ ESTARÉ YO PARA TAMBIÉN PARA MANDARLOS AL CARAJO.
En el auto con destino a casa, la adrenalina iba bajando poco a poco.
-¿Por qué comenzaste la pelea? -preguntó Wilfrido.
-Una bestia tocó a una chica sin su consentimiento, nadie vio, o eso había pensado él.
Wilfrido suspiró.
-Está bien.
-Hay cosas que no se pueden tolerar, la violencia no es solución, es sólo parte de ella. Fueron ilusos al pensar que yo estaba acorralado, eran ellos los que lo estaban.
Jim manipuló el estéreo e hizo sonar All along the watchtower, la versión de Hendrix.
Jaquez08 de julio de 2017

Más de Jaquez

Chat