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Delirios

Estaba realmente oscuro, allí sentado en el suelo frió y húmedo, no veía nada de nada, me levante como pude buscando a tientas para ver si reconocía algo que me indicara cual era mi ubicación. Me dolía mucho la cabeza y no conseguía recordar como había llegado a aquella negra oscuridad. Empecé a palpar el suelo hasta que encontré una de las paredes, apoyándome en ella me puse en pie y seguí palpando la pared en busca de un interruptor que diera un poco de luz, pero no encontré nada, después de varios minutos palpando aquella pared de piedra antigua, me empecé a sentir desolado, notaba como mis nervios empezaban a aflorar en forma de desesperación, ¿dónde estoy?, ¿Qué hago yo aquí?, ¿cómo he llegado hasta aquí?, ... mi cabeza se inundaba de preguntas a las que no encontraba respuesta, de repente note como de lo más profundo de mi estomago surgía un grito que no pude frenar, Era un grito de terror que reboto contra las paredes y el techo, haciendo que oyera varias veces mi propio miedo. Me volví a sentar, por que las piernas me temblaban, tenia que calmarme, el corazón me latía muy rápido, como si me fuese a saltar del pecho de un momento al otro. Poco a poco ese momento de pánico se fue apagando, yo me sentía un poco mejor, mi cabeza empezaba a pensar. De repente me di cuenta de que debía estar en un sitio muy amplio, ya que mi grito tardo un poco en convertirse en un eco lejano, aquello era una pista que me fortalecía.
Al ir a levantarme de nuevo, apoye la mano en el suelo, y uno de mis dedos toco algo sólido, empecé a palpar el suelo, hasta que encontré lo que parecía un trozo de madera, después de examinarlo con un poco de detenimiento me di cuenta de que aquel trozo de madera era una cruz, la cual tenia gravada una forma humana. Aquello era una cruz cristiana, por mi cabeza paso como una flecha la imagen de una gran portón, el portón de una iglesia, eso era! Estaba en una iglesia, pero ¿qué hacia yo en una iglesia?, si no soy creyente, bueno esa no es la cuestión, debo salir de aquí como sea.
De repente se oyó un ruido, parecía un animal royendo, y procedía del otro lado de la habitación, aunque aquel ruido se fue acercando poco a poco a mi situación, yo sin pensarlo empecé a moverme pegado a la pared, aquel ruido cada vez era más intenso, como si hubiesen muchos mas animales a mi alrededor, yo tenia la impresión de que ya había dado dos vueltas a la habitación , pero no había encontrado puerta ninguna, de golpe choque con algo que estaba colgado de la pared, era algo blando, como un saco lleno de maderas, empecé a examinarlo a tientas, era una camisa, no un saco, por mi mente paso la imagen de un cuerpo humano colgado de cadenas de aquella antigua pared de piedra, el pánico estuvo a punto de apoderarse de nuevo de mi cuerpo, pero el sonido del animal hizo que mi cuerpo reaccionara, busque a tintas en el cuerpo del colgado, buscando los bolsillos, igual llevaría una linterna un mechero o algo parecido, al meter la mano en el bolsillo del pantalón, encontré un mechero de la marca Zippo, instintivamente intente encenderlo, el primer intento fue fallido, pero con la chispa conseguí iluminar un poco la estancia, era muy grande con forma circular, en el segundo intento el mechero hizo un pequeño suspiro, el cual me dejo entrever que en el suelo había una gran mancha negra de la que provenía el ruido. Mi desespero empezó a crecer desmesuradamente, volví a probar varias veces a encender el mechero, pero no había manera y aquella mancha cada vez se hacia más grande y ruidosa. A la décima prueba el mechero dio una llama, que aunque pequeña suficiente para ver que estaba como en unas catacumbas sin puerta y que la única salida era una trampilla en lo alto del techo que estaba a unos siete metros por encima de mi cabeza. Intente subir por la pared de piedra, pero todas aquellas piedras tenían forma redondeada y resbalaban como una balsa de aceite, de repente note como algo me tocaba los pies la mancha resultaron ser como arañas con grandes patas, me empezaron a picar por todas partes, aquellas picaduras escocían como demonios , yo intente defenderme con la cruz que había encontrado y al mirar la cruz vi que aquello que creí era una cruz realmente era una estaca, el escozor empezaba a ser insoportable, caí de bruces en el suelo, justo encima de la mancha, y lo único en que pensaba era que aquello debía acabar lo más rápido posible, cogí la estaca con las dos manos, la coloque sobre mi corazón y al tiempo que gritaba con todas mis fuerzas hice una gran presión que perforo mi pecho clavando la estaca en pleno corazón, de repente llego la calma, la luz y la tranquilidad. Era el túnel del que tanto había oído hablar a los moribundos de mi hospital, me acerque a aquella intensa luz, al tocar la luz desperté en el sofá de mi casa, sudando muchísimo. Dios mío era un sueño, delirios por la fiebre de la varicela, el medico ya me lo advirtió que era muy malo pasar la varicela de mayor....
Jbarcelo10 de diciembre de 2007

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