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El Caramelo.

Lucien iba por el gran paseo en busca de pan, con las manos en los bolsillos, jugaba con las monedas que le había dado su madre para la compra. La panadería más cercana estaba a tres manzanas de su casa, situada en un barrio de los suburbios de la ciudad.

A Lucien no le gustaba pasearse solo por las calles de aquel lugar siniestro, siempre había alguien dispuesto a molestarle, robarle o atormentarle por su problema, pero ese día mama le había dejado su caramelo de la suerte, ella le había dicho:
- Lucien, cariño, ¿puedes ir a por el pan?.
- Mama sabes que no me gusta ir solo. Le conteste.
- Pero hoy no te puede pasar nada, porque llevaras contigo el caramelo de la suerte. Dicho esto mi madre saco del bolsillo del delantal un caramelo envuelto en un precioso papel brillante, capaz de dejar a cualquiera anonadado.
Llevaba el caramelo en el bolsillo de la camisa y no lo iba a usar si no era necesario, no quería hacer daño a nadie, porque según mi mama, el caramelo da una fuerza increíble a todo aquel que lo come.

A medio camino diviso un bulto de cartones que se movía en una esquina, Lucien se hacerlo la mano al pecho para comprobar que llevaba el caramelo de la suerte. Al notar el bulto que este producía en su bolsillo se tranquilizo y siguió adelante. Al llegar a la altura del bulto, de este salio un brazo con la mano estirada, cosa que hizo que Lucien diera un salto del susto. Detrás de la mano apareció la cabeza de un indigente que con voz queda dijo:
- Chaval, no tendrás algo de dinero para mi. Tengo hambre.
Lucien retrocedió dos pasos y dijo que no al tiempo que movía la cabeza, sin dejar de mirar a aquel hombre Lucien siguió andando, y no se giro hasta perder de vista al vagabundo.

Al girar la cabeza choco contra algo o alguien mucho más grande que él, su cuerpo reboto contra el suelo como si de un saco de patatas se tratará. Lucien miro hacia arriba y vio a un chico con una chaqueta de cuero, dos pircings en la nariz, una cadena colgada el pantalón y cara de pocos amigos. Lucien de inmediato se llevo la mano al bolsillo de la camisa, pero cual fue su sorpresa al ver que no llevaba el caramelo de la suerte en su bolsillo. La cara de Lucien se transformo en el espejo del pánico, sus manos se movían por el suelo en busca de su preciado caramelo, mientras el resto de su cuerpo temblaba por el temor de lo que le podía pasar.
Lucien vio como la sombra de una mano se cernía sobre él y se quedo completamente petrificado, pero después de unos segundos no había pasado nada. Lucien decidió subir la vista, al hacerlo encontró a aquel chico con una mano tendida hacia él y en la otra su caramelo de la suerte. El chico dijo.
- ¿Oye me puedo comer tu caramelo?
- Pero es mi caramelo de la suerte, sin el me puede pasar cualquier cosa. Dijo Lucien, y en ese momento se llevo las manos a la boca por lo que había dicho.
Lucien se imagino atropellado por aquella mole de carne y pelo, y sin su caramelo de la suerte, así que cerro los ojos para recibir el primer golpe, cuando escucho.
- ¿Cómo te llamas?, Yo soy Fidel.
Lucien abrió los ojos y vio que aquel chico le extendía la mano como si quisiera darle la mano. Lucien le estrecho la mano a la vez que dijo tímidamente.
- Lucien mi nombre es Lucien.
- ¿Hacemos un trato Lucien? Yo me quedo tu caramelo de la suerte y a cambio yo te protegeré para que no te pase nada.
Lucien incrédulo, asintió con la cabeza por miedo a que si se negaba Fidel le pudiera agredir.
- ¿A donde vas, Lucien? Pregunto Fidel, al tiempo que se metía el caramelo en el bolsillo.
- Voy a por el pan.
- Pues te acompaño para que no te pase nada.
De camino a la panadería, Lucien y Fidel fueron hablando para conocerse mejor, al principio tímidamente, luego con confianza.
Al llegar a casa de Lucien se despidieron y quedaron para el día siguiente a la misma hora.

La madre de Lucien le preguntó, sí había utilizado el caramelo de la suerte. A la que el respondió.
- Mama, gracias al caramelo de la suerte he encontrado un amigo que me ayudará a perder mis miedos, aunque no me lo he comido, lo he dado a alguien que lo necesitaba más que yo, porque yo tengo miedo de los demás, pero peor es que la gente tenga miedo de mi.
Jbarcelo10 de diciembre de 2007

1 Comentarios

  • Mejorana

    Es bueno y sabes mantener el interés
    besos

    25/12/07 01:12

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