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El Piano Sabe Algo que tu No (capitulo 2)

Capitulo 2. Conociéndote.

Después de una noche no muy larga ya que durmió como un bebe despertó feliz, con algo en su cabeza que le decía que hoy seria un día especial y diferente a los demás. Pero claro, como siempre hay algo que lo tiene que arruinar...tenía sus ensayos y estaba decidido a decirle a la Sra. Linda que no iría más. Un vaso con jugo de naranja y un plato con frutas, fue su nutritivo desayuno. Salio para ir directo a donde los Iero. Cuando llego todos desayunaban...
- Buenos días.
- Frank, ¿que te trae por aquí?
- Madre, tenemos que hablar, pero esperare a que terminen.
- ¿Deseas desayunar con nosotros, hijo?
- Gracias papa, ya lo he hecho.
- ¡Dios! Conociéndote, tu desayuno fue fruta y un jugo. Debes alimentarte bien, aun anoréxico no toca piano.
- Madre...no soy un anoréxico y justo de eso vengo a hablarte.
- ¿De la anorexia?
- ¡No! De los ensayos.
- Habla, te escucho.
- Se tocar, no necesito perder mi tiempo en esas absurdas clases...
- ¿Perder el tiempo, has dicho?
- Así es. Conozco a la perfección cada nota, cada rincón de mi instrumento. No necesito que un señor engreído de 60 años venga a enseñarme.
- Analicemos el asunto...
- No veo nada que tengamos que analizar. Simplemente no quiero ir y soy mayor de edad...así que no pueden obligarme.
- Mi nieto tiene razón Linda, es un adulto, puede hacer lo que quiera.
- Papa...no lo alientes mas, ¡no es ningún adulto! Es un niño malcriado.
- ¿Eh?...Perdóname mama, pero no pienso seguir yendo y es mi ultima palabra.
- Eres igual a mí.
- Gracias abuelo...
- Gracias...papa... - Y hablo la Sra. Linda, logrando ese tono de sarcasmo que buscaba para hablar a su anciano padre, pero aunque anciano, con mucha energía y el mejor amigo de Frank. Luego de esa "escenita" en su casa, decidió ir a dar un paseo por el pueblo, ya que era uno de esos días en los que casi no hay nadie en las calles. Y por primera vez...desde que comenzó, no sentía ánimos de ir a su casa a tocar el piano. Camino por casi todo el pueblo, deteniéndose una que otra vez en algún kiosco a fumar un cigarrillo, odiaba el alcohol, pero si de fumar se trataba...ahí estaba Frank, tal habito que su madre y su padre odiaban, pero a el no le importaba en lo mas mínimo, total, no lo estaba viendo en ese momento. Un café y 15 cigarrillos mas. Sus pies dolían, deseaba quitarse los zapatos en alguna banca de algún abandonado parque, pero eso seria...de nuevo..."inapropiado". Lo más que pudo hacer fue sentarse en el pasto y recargarse en un árbol, mientras que la fría brisa golpeaba en su rostro, poniendo su nariz roja. Estaba por tomar un cigarrillo mas de su bolsillo cuando levanto la mirada y vio a un hombre corriendo detrás de... ¿nada?...no pudo evitar soltar una discreta risita, se levanto para tratar de ayudar al hombre a atrapar ese "nada".
- Disculpa... ¿Necesitas ayuda?
- No, no. Estoy bien.
- ¿Seguro? Porque no pareces estarlo.
Aquel hombre se encontraba sobre sus rodillas en el suelo, no había volteado ni siquiera a ver a Frank. "Que mal educado" pensó Frank y también pensó en irse, pero algo lo detuvo.
- Oye, ¿no te han dicho que es de mala educación no ver a las personas cuando conversas con ellas?
- No.
- ¡Dios! ¿Que pasa por tu mente?
- ¡Oye! - Y entonces se puso de pie y se giro, quedando frente a Frank. Ambos casi quedan en estado de coma. Uno por haberse encontrado con el tipo que tanto le llamo la atención y el otro...bueno, el...no se porque.
- ¡Eres tu!
- Si, eso parece.
- Soy Frank...Frank Iero.
- Se quien eres, fui a tu recital de piano el día de ayer.
- Si, si. Es por eso que te reconocí, fuiste el único que no se levanto a aplaudir.
- ¡Ah! Al señor Iero le gustan las alabanzas.
- No, no es eso...solo llamaste mi atención al quedarte ahí sentado.
- Eso era lo que quería. - Hablo para si mismo.
- ¿Disculpa?
- Nada, ahora si me disculpas...tengo algo muy importante que hacer.
- Bien...espera... ¿no me dirás tu nombre?
- Averígualo, niño engreído. - E hizo su desaparición.
- Maldito, mal educado... - Fue maldiciendo durante todo el camino a su casa. - Y yo que me moría por conocerlo.
Primer aspecto que hay que conocer de Gerard Way. Tiene pésimos modales.
Frank no podía hacer mas en su casa que no fuera refugiarse en esa habitación, pero se sentía bien haciéndolo, así que no tiene importancia, a menos de que alguien llegue a llamarlo "loco, inadaptado social" ¿a quien le importa lo que los demás piensen de ti? Si te conocieron, te llamaran loco y jamás te volverán a ver en sus vidas. Si ya te conocen, sabrán que en realidad no estas loco, sino que eres "diferente" a los demás. Pero jamás loco.
Al volver a su casa, reviso el buzón de correos, como lo hacia todos los días. Cuentas, cuentas, recibo de teléfono, recibo de agua, recibo de luz, mas cuentas..."Invitación para la feria anual del pueblo"...mas cuentas.
¡Por Dios! ¿Quien le enviaría una invitación para la feria anual del pueblo? Todo el mundo sabe cuando es, todo el mundo esta invitado, nadie es tan especial como para enviarle una invitación especial, así que la abrió y comenzó a leer.
"Sr. Iero. Nos complace tener el honor de invitarle a usted a que sea uno de los invitados de honor de la feria. Seria un gusto que aceptara. De antemano, muchas gracias.
Atte. Lic. Graham"
Vaya, había sido invitado por el Lic. Graham, dueño de media Inglaterra. Todos los años se presentaba en la feria con un grupo de Alcaldes, artistas y demás personas importantes. Pero ¿porque lo había invitado a él? ¿Y de esa manera? Aun así, iría, hubiera sido invitado o no, nunca falla a esa celebración. Tal vez, solo tal vez...pudiera encontrarse con Gerard ahí y tratar de llevar una charla mas civilizada. Por lo menos él, por su parte, lo intentaría, habría que esperar a que Gerard cooperara, aunque habiendo recién, conocido sus modales, lo...dudaba un poco.
Entro en su casa, no tenia ganas de nada, pensaba en él y moría por saber aunque fuera su nombre. Si lo encontraba el día de la feria, no dudaría en preguntarle su nombre.
Jocelyn01 de marzo de 2009

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