TusTextos

Trazos

El silencio reina a mi alrededor. Tan solo y por breves intervalos de tiempo, suena el ventilador del portátil.

Mejor así. Esta noche no necesito nada. Tan solo la soledad muda de mi habitación.
Unos momentos mágicos que atesoro avaramente y que forman con su decadente resplandor, los instantes mas místicos de todo mi dia.
Es muy sencillo volar si me lo propongo. Tan solo tengo que reclinarme sobre las pequeñas vocecitas que susurran sin parar y escucharlas con atención. Me cuentan secretos.
Algunas veces cuando mi percepción se haya en un punto álgido, puedo entender lo que escucho. Otras en cambio, no consigo descifrar el lenguaje que usan, aunque eso es lo de menos. Vuelo muy alto sin necesidad de comprender nada.

Ahora estoy cantando una canción. La más bonita que jamás se haya compuesto y se la estoy cantando a mi amor, que me mira con ojos enamorados. Es una felicidad pura la que recorre todo mi ser cuando veo tus ojos humedecerse por mis palabras. Yo escribo y tú sientes los trazos. Cada uno de ellos con deleite y desesperación. Escribo para ti. Tú eres mi motivo.

Más tarde y mucho más al norte, mis manos recorren un campo verde y mentolado, donde la claridad y la frescura impiden desear nada mas allá de sus confines. El lugar donde he nacido y el lugar donde algún día moriré.
Disfruto mucho con el fresco rocío que robo de los tiernos tallos, flexibles y suaves que son a la vez mi cama y mi sustento. El cielo no existe. No es más que una paradoja inventada por los infelices incapaces de sentir el aroma de la tierra.
Millones de pequeños insectos son mis hermanos y viven aquí conmigo sin preocuparse de nada, porque realmente en este campo no cabe ningún tipo de problema.

Camino descalzo, con confianza. Como por una cuerda tensada que adapta sus nudos a la forma de mis pies abrazándose a mi sin permitir que pueda resbalarme. Brevemente detengo mi marcha y escucho con atención. Nada, ni el más leve ruido.
No soy capaz de localizar tu respiración aquí.
En vano me giro pero nada. Nunca estuviste aquí. Paradójicamente es el único lugar donde te busco.
Sigo mi camino y llego a un pequeño riachuelo, reino indiscutible de las esbeltas y temidas libélulas.
Veo correr el agua, pero no me acerco mucho. Las traicioneras piedras de la orilla, planas y envidiosas, planean conspiraciones continuamente.

Me tumbo y pienso en pequeñas cosas sin importancia mientras la fresca hierva acaricia mi cuerpo. Duermo.

Desnudar el alma. Recorrer el lecho sinuoso de mi pequeño caudal y sorprenderme a cada paso de la pureza con que se refleja el vaivén de los árboles en el agua.
Un sutil y lejano mundo al que acceder cuando la realidad es demasiado espantosa para mirarla de frente.
Murmullo apagado que revienta los tímpanos humanos. Descenso en picado de la temperatura terrestre y Némesis de los insectos ávidos de fruta.
Infierno del sol. Cielo de la luna y archienemigo del hombre.
Blanco puro y brillante distante e inalcanzable, como el destino de un cometa. Es el océano de las almas tristes que se refugian debajo de la ropa con la esperanza de poder encajar así en el silencio atronador de al autopista que circula por encima del bien y del mal.

Vomitar el miedo que se acumula en el corazón. Levantar la vista y observar la decadente miseria que nos rodea. En un mundo lleno de odio donde el más allá es la meta, un hombre solo no puede parar el engranaje de mentiras y estridencia que lo oprime.
Un hombre no puede cambiar nada. El agujero negro terminara absorbiéndolo y pasara a formar parte de la oscuridad.

Espirales que forman mas espirales. Quinientos soldados mercenarios que destripan y sofocan el ardor de tus ojos, mientras contemplas el triste final al que estas abocado. El silencio.

Pero la vida que crece en tu interior es la panacea que sanara la angustia.
La palabra que nunca te atreviste a pronunciar, revolotea a tu alrededor elevándote de suelo, desgranando el último sentido que solo se alcanza cuando el fin se acerca.
Nubes que forman figuras extrañas, se agolpan entre tus manos dándote un poder sobrenatural. Algo místico que se esconde dentro de ti. Una puerta al futuro que solo tu puedes abrir. Un incesante tintineo de campanitas, lecho de rosas, aullido en la noche. El milagro de la vida.

Un reloj que se persigue a si mismo sin comprender jamás que son tus dedos los que dan sentido a su existencia. Ignorante egoísmo que rechaza la calma. Decimales de pasión acumulados en el sendero que cruzas cada día donde poco a poco tu huella es mas profunda y los pájaros beben en ella sin tragar, tras las lluvias del verano.

Decías que odiabas la urgente necesidad de los débiles por recibir compasión, pero en el fondo lo que realmente trastornaba tu mente era el final de la ignominiosa realidad que llenaba tu mundo.

Ahora eres libre. Tu mente se ha salvado. Tu eres el destino.
Joseloi04 de enero de 2008

1 Comentarios

  • Mejorana

    Muy bonito y dulce joselo

    09/01/08 06:01

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