Llegada a Casa
Soy Mario. Vengo con la nueva directora del hospital, habrá la puerta Marisol.
Más se tardó Mario en decirlo que la puerta se empezaba a abrir, el corazón de la joven doctora palpitaba como guitarrón en mano de músico.
Marisol era una mujer, relativamente joven, como de 30 años, pelo colocho claro, con unos hermosos ojos café claro con matices verdes al verles detenidamente y también se podía observar su tristeza reflejada en estos, de piel blanca, sonrisa juguetona, algo gorda, pero no mucho, lo suficiente para no llamarle así, y con el uniforme, que decía que era una enfermera, cualquiera diría que nació con él.
Las dos mujeres, como eran desconocidas mutuas, se miraron fijamente y un saludo frío que era por la lluvia o era por la ocasión daba la entrada, tanto a una conversación como a la casa. Mario entró sin pedir permiso, claro estaba el grado de confianza que se tenían con Marisol, que no lo necesitaba, y ella, lo siguió al primer cuarto que estaba a la vista después de cruzar la puerta.
Isabel se quedó sola con la grandeza de la casa, viéndola cuan ancha y larga era. Vio que su diseño era muy rústico, con un pasillo que lo atravesaba desde su principio hasta su final, recordando al verle, a un establo, con cuartos por los dos costados del pasillo donde las puertas, hechas muy rápidamente o muy desganadamente, era lo único que diferenciaba a estos de los otros.
Temblando por el frío y la humedad acumulada en su cuerpo, la Doctora empezaba a sentirse incómoda con la soledad que le acompañaba. Decidió entrar en el cuarto que había retenido tanto a su anfitriona como a su ayudante, sin pedir permiso y mucho menos anunciarse.
Al acercarse a la puerta, se escucho una platica susurrada entre los dos susodichos, fue allí donde pensó devolverse a su sitio original, pero al escuchar su nombre entre las palabras, no se movió y siguió escuchando.
... que no es buena idea decía con una voz férrea Marisol.
Pero ella quiere verlos, y no somos quienes para decirle que no- respondió Mario con un acento de imploración.
Pero sí para decirle que es una muy mala idea lo que quiere hacer.
Aun así ese es mi trabajo y tengo que cumplirlo.
Pero solo a usted se le ocurre Mario decirle a esa mujer lo de estos diablos. Estoy segura que no le dijo toda le verdad.
Le dije lo que quería escuchar, lo que me preguntó.
Pobre mujer
¿cree que esta preparada para verlos?
Si están calmados, creo que sí. ¿Cómo han estado últimamente?
Pues el niño como siempre ¡niño! Pensó Isabel él siempre es calmado, sino fuera por que tengo que darle de comer ni siquiera me diera cuenta que esta aquí. El del dos me gusta oírlo hablar, es bien nostálgico, un poco fatalista, pero habla bien bonito.
¿Y el viejo? ¿Siguió llorando?
Todas las noches, más ahora que la hija tiene como un mes o mes y medio que no viene.
Pero al menos ya no ha pasado nada raro, ¿verdad?
Por el momento no, pero siempre tengo un poco de miedo.
Esto dejo muy pensativa a la Doctora y su curiosidad se incremento con esas palabras, que no le causaron miedo, ni mucho menos dieron una excusa para alejarse de allí, ya que había caminado mucho aguantando frío y bajo la lluvia, estaba decidida a no irse sin ver lo que había venido a ver, a esos intrigantes exiliados.
Empujo la puerta y las miradas de los parlantes se dirigieron hacia ella, de forma muy nerviosa y tratando de ocultar la conversación. La doctora no se inmutó ante ellos, más bien, sintió que era verdad lo que había escuchado ratificándolo al verlos nerviosos.
Mario dijo interrumpiéndolos quiero empezar mi visita ahora.
SIGUE EN LA OTRA ENTREGA......
SE QUE NO TE GUSTA ESO SHADOW, PERO ES MUY LARGA PARA QUE LA PONGA EN UNA SOLA.
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Mejorana
Bu?n relato Josemac, esperaremos la siguiente entrega para ver en qu? queda todo.
Un abrazo.
13/07/08 10:07
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Dario
Heyyyy Josemac asi no vale nos dejas con la intrigaaaa!!! ok hare como mejoran y esperare la proxima entrega yo tambien quiero la proxima entrega quiero saber como sigue la historia...saludos
13/07/08 11:07
