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Migas de un Faraón

-¡Manda huevos! ¡Que llevarás toda la tarde en la bicicleta y ahora te pones a comer chocolatinas!

Me dice con tono de bronca guasona el tío Ramsés bajo su boina pálida,recostado en un lomo de tierra lindero mientras su pequeño rebaño pasta a tiro de piedra.

-Que hay que reponer fuerzas,tío Ramsés.- Le digo tras haber parado a su altura al verle,con la idea de descansar un poco en su siempre didáctica compañía.- Además,que ahora no se llaman chocolatinas,ahora son barritas energéticas.- Le explico con cierta ironía.

-¿Enerqué?- Me suelta combinando pregunta y carcajada- ¡Comida de astronautas será eso!

Y yo,que no puedo evitar la risa,casi me atraganto con el bocado.

-Energía daban los guisos de antes,no esas cochinerías de plástico,que con un plato del puchero que tenía mi “mare” toda la mañana haciéndose ya hubiera tenido que correr el Bahamontes pa pillarme a mí.

-Ahí seguro lleva usted razón, - le sigo – que desde que se inventó el microondas no valemos pa ná.

-¡Y tanto,! Que la gente de hoy día vive queriendo acelerar el mundo,y en lugar de ir p´alante como se creen,van p´atrás.

Intuyendo que el rato promete,decido acomodarme,dejando la bici en el suelo,librándome del casco y sentándome con mi botella de agua entre las manos sobre una de las tuberías de riego que pasa justo enfrente de Ramsés,mientras él continúa su discurso.

-Hoy parece que nadie sabe que todas las cosas llevan y tienen su tiempo,y todo lo que sea sacarlas de ahí...ná,ni p´al perro. Mira esos olivos,- me pide señalando a la derecha con su garrote que posiblemente me supere en años – esos ya tienen la muestra ( que no es otra cosa que el brote por el que ya asoman las diminutas olivas que serán su cosecha ). ¿Sabes qué significa eso ?

-Pues no - contesto ansioso por su respuesta aunque me la voy imaginando.

-¡Leches! ¡Es que no sabéis ná!-exclama medio enfadado,y sigue. - Muestra de Abril...aceite p´al candil. Muestra de Mayo...aceite pa tó el año.

-Vaya-comento asintiendo haciéndole ver que le he entendido.

Ramsés echa mano entonces al zurrón sucio y desgastado que le acompaña y del que saca una bolsa de tabaco de liar y un papelito con que darle forma para fumarlo,y en tanto que él empieza a trabajarse el cigarrillo entre sus avezadas manos, yo percibo fortuitamente que del zurrón asoma la esquinita de lo que aparenta ser un cuaderno.

-¿Sigue usted escribiendo? -Le pregunto.

-Mejor escribir que hablar solo.-Me contesta metido de lleno en su labor cigarrera.

-¿Y qué hace usted con lo que escribe?

-Pues ná,¿qué quieres que haga? -Ahora si me mira- Si acaso,en invierno,lo uso pa encender la lumbre.

-Pues es una lástima que le dé ese fin,que al fin y al cabo,las cosas escritas cobran sentido cuando son leídas,si no...sólo son un conjunto de signos,¿no?

-Dónde cojones habré puesto yo el chisquero...-masculla mientras se palpa los bolsillos del pantalón en lo que podría ser un gesto de dar a entender que no está por la labor de contestar,pero yo,que le conozco de varios años,sé que el tío Ramsés juega a ganar tiempo para darme la mejor respuesta.

-¿Tú sabes quién me enseño a leer y escribir? -Me pregunta casi con cierto desafío.

-Pues supongo que el maestro que le tocara en la escuela,pero no sé.

-Pues el maestro fue,pero no en la escuela,que esa la pisé la primera vez con más de veinte años.

Habiendo encontrado el mechero en el bolsillo de la camisa,el tío Ramsés enciende su cigarro.

-Fue don Marcial,que ya murió, claro. Estuvo aquí de maestro hasta ya muerto Franco y luego se fue pa Valencia,que era de allí,pero estuvo aquí...por lo menos ...treinta y cinco o cuarenta años.

-¿Y si no fue en la escuela...dónde le enseñó?

-Iba a mi casa. Mi “mare”,como yo tenía que estar tó el día con el ganado por ahí por la sierra,habló con él pa ver si quería ir por las noches y enseñarme...pues eso,por lo menos a leer,escribir y echar alguna cuenta,pa que no me quedara burro del tó. Mi “mare” a cambio le daba leche de oveja y de cabra pa que no le faltara y de vez en cuando algún chotillo que otro,pero se conoce que al hombre le supo a poco y quiso probar a ver si también pillaba conejo,que como mi “mare” era viuda joven ...debió pensar que no le dirían que no. Pero seguramente fue dejarlo caer él y decidir mi “mare” que ya me había sacado yo la carrera que me tenía que sacar.

El tío Ramsés da una profunda calada mientras yo escucho más que atento.

-El caso es que desde que me enseñó,me recuerdo llevando siempre un papelote a mano y un lápiz pa matar el rato,que estando por ahí con las cabras tiene uno tiempo pa tó.

-Pues ya habrá gastado usted unos cuantos- digo.

-Bueno,-continúa- pues teniendo yo ya por lo menos quince o dieciséis años,me dio por ir guardando alguna que otra cosa de las que escribía. Ná,tonterías tó. Y un día me fui tó dispuesto a enseñárselo al maestro a su casa,allí yo,tó orgulloso. Con mis cuatro poesías de las flores y la sierra .

-¿Sí? ¿Y las leyó?

-Eso me dijo al otro día. Eso y que siguiera con mis cabras que por lo menos pa comer tendría,que de poeta me moriría de hambre en dos suspiros. Y mira,por lo menos en lo primero no se equivocó.

-¿Y en lo segundo quién sabe?

-Tampoco se habría ido muy allá,creo yo,que pa vivir de un lápiz...muy bien hay que saber usarlo,y a mí no se me llenó la cabeza de pájaros,que yo no levantaba más altura que el garrote y ya sabía que si quería comer lo tenía que sudar,que desde que dejé el pecho de mi “mare” ya no he comido ná gratis,como quien dice.

Al tío Ramsés le salen las palabras cargadas de conformismo, y escuchadas así en alguien que ya ronda los setenta y cinco ,me dejan cierta desilusión y desengaño y aun más viéndole todavía como sigue saliendo a diario con sus no muchas cabras y ovejas y el perro de turno a cruzarse el campo los días de sol,de lluvia,de frío y de fiestas más sagradas,si bien,en alguna que otra ocasión me había asegurado no tener necesidad económica de hacerlo,como me aseguraba aun sentía la interior.

-Si supierais la gente de hoy como era de verdad la vida aquí mismo hace ná más que cuarenta años... (… ) Pero eso ya no le importa a nadie,hablar de lo de antes es cosa de viejos,así que ahora ni se valora ni se respeta ná,ahora es tó de usar y tirar,desde la vergüenza a la dignidad.

Yo no me atrevo a decir nada,sólo soy capaz de escuchar cada una de las frases que Ramsés me regala y a las que no me atrevo a restarles ni un gramo de razón. Entre tanto,él ya apura su cigarrillo.

-¿Sabes qué es lo único que en verdad envidio de los jóvenes de hoy?

-Pues no me atrevo a decirle -es mi respuesta.

-Que hoy podéis elegir pa donde tirar. Hoy decide cada uno pa sí solo. Que si te quieres dedicar a esto...vivir aquí o allá...Vamos,que cada uno escoge lo que quiere hacer con su vida,cosa que antes...

-Bueno,tío Ramsés,que la vida siempre ha sido propiedad del que la vive,¿no?

-Pues sí,pero no. Porque mi “pare” mismo,cuando vio que lo que había parido su mujer era un niño,ya me cargó la faena del pastoreo y del ordeñe de por vida a poco que yo pudiera valerme pa llevarlas a cabo. Y fíjate que cosas,que contaba mi “mare” que aun estaba yo con mí primer llanto que él y el que era mi abuelo ya hablaban con un tiento de vino de por medio que pronto habría que ir buscando la zagala pa que fuera ayudando en la casa a corto y medio plazo y al largo cuidara de él cuando fuera viejo. Vamos,que como quien dice,aun no había nacido uno y ya tenía él obligaciones pa dos.

-Pero usted me contó una vez que era hijo único,¿puede ser?

-Sí,y lo fui,pero porque aun no me asomaban los dientes cuando fueron a mi casa en busca de mi “pare” pa meterle dos tiros allá por donde se entra a la finca del barón, - y vuelve el tío Ramsés a usar su garrote para señalar,esta vez con dirección al levante – que con eso de que se había peleado con el cura,más de uno ya debió verle quemando la iglesia con santos y feligreses dentro. Y ya ves tú,que él rojo no era.

-Es que en aquellos años...la de barbaridades que debieron hacerse por recelos absurdos. -Añado yo sin querer añadir leña a ningún fuego.

-No lo sabes tú bien,porque aquello fue un despecho del cura,porque según mi “mare”,mi “pare” no tenía arrime político. Él decía que con comunismos o fascismos tendría que trabajar lo mismo.

-Pues no le faltaba razón al hombre,no.

-Lo que no te imaginas tú es por qué vino el lío con el cura.

-A saber. - Digo intentando que no se me note mucho que me desborda la curiosidad desde que lo ha dicho.

-Por mí.

-¿Por usted?

-Si,por mí. Bueno,más bien por mi nombre. Mi “pare” tenía decidido bastante tiempo,que su primer hijo se llamaría Ramsés. Él pensaba que las personas se empezaban ganando el respeto por su propio nombre,así que para sus hijos buscaría nombres solemnes .Y nada le parecía más solemne que un faraón,de ahí su decisión. El caso es que cuando fue a ver al cura para avisarle de mi nacimiento y buscar fecha de bautizo,al decirle con qué nombre me quería bautizar,aquel dijo que de eso nada,que Ramsés no era un nombre católico,que no tenía ni mártir ni beato que lo santificara y que así no iba él a bautizarme. Y mi “pare “, que tampoco es que le cayeran muy bien los curas tengo entendido,pues no estaba por la labor de que nadie discutiera su decisión,pues su hijo era suyo y se llamaría como él dijera,le gustara o no al cura o al Papa que de Roma saliera. El caso es que entre uno y otro,seguramente se oyeron los gritos hasta en Manfraque.

-Vaya tela - es lo que sale de mi boca.

-Bueno,pero ahí no acaba la historia. Mi “mare”,cuando mi “pare “ le contó,pues tuvo una ocurrencia con que podría medio arreglarse el asunto.”¿ Y por qué no lo bautizamos como Ramón Moisés? Que así el cura no podrá negarse y nosotros podremos llamarle Ramsés “. Y aunque a regañadientes,mi “pare” aceptó,y el cura,no sin recelo,pues también. Pero claro,que como la cosa estaba como estaba,al cura le debieron hervir los intestinos cuando ná más correrme el agua bendita,mi “pare” me tomó en brazos y dijo en voz alta :”Ya tenemos bautizado a Ramsés” ,puesto que,como me contaba mi “mare”,nos echó a todos fuera de la iglesia con el consecuente escándalo que se armó allí en el momento y en el pueblo los días posteriores.

De fascinado que me deja Ramsés con su historia,no atino a decir ni una sola palabra,así que durante unos segundos,ahí nos quedamos los dos,uno frente al otro,sólo con el ruido de algún que otro balido de las ovejas y cabras,del zumbido de las abejas que trajinan en los huertos que nos rodean y del suave viento que se ha levantado apenas unos minutos atrás. Y en estas que no puedo evitar decirle a Ramsés:

-Tío Ramsés,y gustándole escribir como le gusta...¿nunca le dio por escribir su historia?

Ramsés me mira como nunca me ha mirado,hace un pequeño gesto hacia atrás con la cabeza,y tras pensar sus palabras me dice :

-¿No dices tú que a ti también te gusta y que lo haces con frecuencia?

-Sí,lo hago.

-Pues nada,ya tienes migas pa un cuento.

Y al escucharle no puedo evitar la sonrisa,a la que él me contesta con otra.

-Bueno,pues yo me voy a ir marchando,que entre que llegamos y no llegamos... aun casi me coge la noche con el ganado sin recoger.-Me dice Ramsés levantándose un tanto quejicoso.

-Sí,y yo,que a lo tonto tonto me he enfriado aquí y tengo por lo menos un cuarto de hora de camino.

Me levanto recogiendo casco y bicicleta del suelo,me vuelvo a subir en ella y empiezo a pedalear, pero a los pocos metros vuelvo enseguida a poner los dos pies en el suelo para dirigirme a Ramsés.

-Tío Ramsés.

-Dime.

-Que gracias.

-¿Gracias a mí? Anda,¿y eso por qué?-Me dice con gesto de sorpresa.

Yo,volviendo a prepararme para pedalear,le digo:

-Pues porque no sé si algún día contaré su historia,pero de ganas tenga usted por seguro que me ha colmado.
Joss24 de noviembre de 2012

1 Comentarios

  • Beth

    Pues yo si te agradezco que la hayas contado. He recordado a mi bisabuelo, que también liaba cigarros. Saludos

    24/11/12 07:11

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