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BÁlsamos (microrrelato)

Y le manchaba los dedos de harina al entregarle el paquete de racionamiento que cada semana recogía, por encargo de su anciana madre, en el oscuro y mugriento colmado que regentaba aquel miserable. El hambre atroz y la desesperación que le acorralaban entonces, no han logrado que aun hoy, cuarenta años después, pueda olvidar el asco que le provocaba el contacto con aquellas sucias y blancas manos que buscaban sus dedos de forma obscena y depravada. Pero ya, nada de eso importa. Muy pronto, tras un golpe seco y redentor, todo habrá terminado; y aquella añeja blancura se teñirá, por fin, de un rojo bienestar.
Jucapega196322 de septiembre de 2016

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