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Hablando Con mi Padre

¿Por qué he desperdiciado tantos instantes como se me presentaron a lo largo de la vida para hablar contigo de lo divino y de lo humano? ¿Por qué no aproveché todas las oportunidades que el tiempo me brindó para ello? ¿Por qué ya siempre es tarde? ¿Por qué no hay vuelta atrás?

¿Recuerdas las veces que quisiste convertirme en pescador y cazador? ¿Recuerdas que yo nunca quise, que no me gustaba? Si lo hubieses conseguido, ahora tendría una gran colección de tiempo contigo que podría disfrutar bebiéndomelo a sorbitos, muy despacio. Sí que coleccionamos, en cambio, muchas otras cosas: cromos, soldaditos de papel, sellos, monedas, indios y vaqueros, aventuras ilustradas, de las que eras un fanático seguidor, y de las que sí conseguiste hacerme incondicional lector.

¿Te acuerdas de cuando ibas a verme jugar al baloncesto, o de cuando conseguías que te acompañara a comprar lotería y echar las quinielas, o cuando escuchábamos juntos los partidos de fútbol de la jornada del domingo en la radio? ¿Por qué no lo hicimos más veces? ¿Por qué no me obligaste a compartirlo todo contigo?

Recuerdo nuestras primeras cervezas juntos, en algún bar de Lorca, buscando las tapas que te gustaban. Tú siempre fuiste de buen comer, la bebida era pura y simple escusa. Y después, ya en Cáceres, en mis años universitarios, el cine, películas de acción o aventuras en el cine Astoria, o en el Coliseum. ¿Lo recuerdas?

También muchas discusiones, tanto discutíamos y en tantas ocasiones nos llevamos la contraria, que siempre nos descubríamos como el típico resultado del conflicto generacional entre padre e hijo. Yo, como el primogénito inconformista y contestatario al que le gustaba calibrar la paciencia y la tolerancia de la figura paterna. Tú, como lo que por tu papel te tocaba, aguantar al adolescente tocapelotas que pretendía autoafirmarse desafiando la autoridad. Pienso que el hecho de que pertenecieras al Cuerpo de Policía suponía para mí un desafío más, o al menos, eso supongo ahora con la claridad de la distancia que proporcionan los años y el estar al otro lado del espejo.

Hoy, como no podía ser de otra manera, te echo de menos, siento tu ausencia, añoro el tiempo que disfruté de tu compañía y me culpo de no haberlo sabido multiplicar y guardar como un preciado tesoro; pero qué iluso era, qué ingrato al pensar que yo solo me bastaba.

Te fuiste demasiado pronto, papá; dejamos tanto por decir, tantas conversaciones pendientes, tantas palabras colgadas del aire; que hoy, más de dos décadas después, sigo buscando en mis rincones todos esos momentos que no tuvimos oportunidad de compartir. Quisiera haberte podido contar tantas cosas, pero te marchaste demasiado rápido; 57 años no es edad para morirse, lo era para disfrutar de tus hijos que empezaban a volar en otros cielos, y de tus nietos que se asomaban a nuestros ojos con sus caritas llenas de curiosidad y de vida.

Te alejaste cuando más falta me hacías, cuando mi paternidad recién estrenada necesitaba de ti, de tus consejos, de tus miradas, de todo lo que habíamos callado hasta el momento. Te largaste sin decir adiós, sin que pudiera despedirme de ti, con prisa por dejar atrás todos los sufrimientos que padecías y que no fui capaz de compartir contigo.

Por todo ello y por las conversaciones que la vida y la muerte nos han negado, necesitaba volver a hablar contigo. Necesitaba compartir con mi padre momentos que el tiempo nos negó, pero que siempre han estado ahí, dentro o fuera de mí, esperándote. Creo que ya era hora de volver a vernos durante un ratito. ¡Feliz Día, Papá!
Jucapega196317 de marzo de 2015

1 Recomendaciones

5 Comentarios

  • Jucapega1963

    Feliz día por adelantado a todos los padres. A los hijos/as, no dejéis pasar ni un segundo más; luego siempre es tarde.

    17/03/15 07:03

  • Sonoridario

    Quizá lo estés elaborando con tu hijo o tu familia...Ser padre es una referencia, nada más. Sentir una presencia diferenciada de otras...ya nos supone un vínculo. Creo que las nuevas paternidades debieran incluir nuevas masculinidades. El compromiso global con la vinculación y la estructura vital que supone el compromiso "hijo". Las palabras son reflejo de lo que nuestro deseo revela en la soledad de lo no posible. Creo en ese presente vivo, que llene de fuerza, amor, comprensión y esperanza a quienes eligen ser referentes vinculantes de nuevos seres. Un gran saludo.

    17/03/15 08:03

  • Jucapega1963

    Otro gran saludo para ti, Sonoridario.

    17/03/15 11:03

  • Luia

    Entañable tu decir, lleno de un sentir que me identifica.

    Muy sensibilizada
    Lu

    18/03/15 09:03

  • Jucapega1963

    Gracias Lu. Me alegra que te guste.

    19/03/15 01:03

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