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Raspaduras

Brujuleando por las redes en una calurosa tarde de verano, con mucho tiempo libre y poco que hacer, descubro con emoción que aquellos cucuruchos de papel de estraza de color gris, rellenos con las migas de los sobrantes de pasteles y recortes de tartas, que tanto nos deleitaban de niños; no solo siguen existiendo, sino que aún se pueden comprar en pastelerías de la ciudad por unos céntimos de euro.

Por momentos, una parte de mi infancia ha desfilado delante de mí y me he descubierto yendo a comprar las tradicionales y míticas raspaduras en compañía de algunos de mis hermanos.

Me acuerdo como si fuera ayer. Domingo por la mañana. Recorrido fiel hasta las casas de mis abuelos para recibir la paga semanal, aquellos duros por cabeza que nos permitían conseguir nuestros pequeños caprichos: cromos coleccionables, entradas para el cine y el baloncesto y..., las incomparables y deliciosas raspaduras del Horno de San Fernando, en la calle Moret.

Supongo que en aquel tiempo, mediados de los 70, serían muchas las pastelerías que se dedicaran al noble arte del reciclado de tartas y pasteles, la verdad es que no recuerdo que por entonces se tirara nada, todo era aprovechable; pero para mis hermanos y para mí las mejores raspaduras, desde luego, eran las de "La Estila". Todavía recuerdo cuando en alguno de aquellos maravillosos cucuruchos encontrábamos un trozo de chocolate mezclado hábilmente con las migajas de bizcocho. ¡Qué delicia! Ríete tú de panteras rosas, bonys, tigretones o bucaneros.

Y así, cargados con nuestras provisiones de raspaduras, nos dirigíamos hasta el Pabellón Municipal de Deportes, hoy Pabellón Juan Serrano Macayo, para ver al equipo de baloncesto de nuestra ciudad y de nuestros sueños, mientras disfrutábamos de aquellos exquisitos cartuchos; cuidando, eso sí, de guardar algunos de ellos para una sabrosa merienda durante tardes memorables de domingo y doble sesión infantil en el cine Coliseum o en el Astoria.

Una década más tarde, en los 80, "cuando éramos felices y todo en España era una fiesta", me llevaría otra sorpresa relacionada con estos cucuruchos. Quién iba a pensar que podría verme alguna vez con las manos metidas entre aquellas raspaduras junto a la que años más tarde sería mi mujer, preparándolas en la pastelería de sus tíos; pero esa es otra historia que dejaré para mejor ocasión.

Jucapega196325 de julio de 2017

1 Recomendaciones

2 Comentarios

  • Antoniof.lee

    He vuelto a los 70 leyendo tu relato , a las tardes de

    domingo,donde cualquier objeto encontrado se convertia en el

    nuevo juguete ,luego la visita habitual a la churreria del barrio

    y finalmente , si aún quedaban unas pelillas, a la pasteleria.

    Luego llegaron los 80 y la "wonderful live".

    Gracias por regalarnos este dulce remember..

    02/08/17 09:08

  • Jucapega1963

    Gracias a ti por tu comentario, Antonio.
    Un saludo.

    02/08/17 11:08

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