Tan misteriosamente como apareció, se cierra sobre sí misma y se oculta entre las sombras. A partir de ahora nada será igual. Comienza a percibirse en el aire un rastro de inquietud, un olor a naufragio que lo impregna todo. La luz ha dejado de brillar en los ojos que, heridos de tristeza, han abandonado su propia mirada. Nadie está a salvo de ser engullido por ella. Una masa ingente de pánico devora cada anhelo, cada ilusión que encuentra a su paso. Las quimeras campan a sus anchas desde entonces, anunciando una nueva era; es el tiempo de la amargura.