TusTextos

Una Ducha

La noche entrega su fruta, frágiles cadenas,
eslabones de caminos misteriosos, humo.
El frío invade las capas de mí, como queriendo.
El chorro equino emana de la cabeza lustre
hacia la blanca plataforma de losa límpida.

La angustia se me abre dentro, o yo dentro de ella.
Son las diez treinta, espesa mañana de domingo,
el día del descanso del viejo barbado albino,
tristísimo de males, yo también te creo muerto.

Siento la suciedad: pica, toca, pega, rosa, escurre,
cruje, distrae, late, rueda, huele, sabe, cae,
no le deseo a nadie comenzar un día así,
con la conciencia de haber crecido sucio, sucio
y nada, con el piñén pegado en los talones.

Tratar lo cotidiano es escapismo banal,
pensar en uno, uno, uno, vivo mi vida diaria,
como dividir átomos, volar las metrópolis
miles de reflexiones, fantasía masculina.

Entro al baño, me caso la armadura y el visor,
mi aparato conector, mi protección pedestre,
mis perneras, mis pecheras, mis espalderas, sí,
mis brandings, mi vergüenza, mas nunca mi cabeza
que sigue memorizando, evocando loca.

Memoria, recuerda casillas, una tras otra,
un artificial y perecedero marchito
laberinto, sucesivos espacios musgosos
limitados epicentros, cajas de memorias
del ahora, el baño, la ducha, el robot.

El vapor de la ducha limpia, calienta todo,
mi alma, moja mi interior, silencioso murmullo,
la humedad grita, larga la mañana, pienso solo,
el vapor humo se cree, siendo solo humedad.

Pienso que pienso que me pienso, te atascas luego.
Una vez mi hermana habla de un estado mental
psíquico-sensorial que ella experimenta,
especie de atascamiento, como confrontar
dos espejos y volar viajando para al fin
suspenderse: "¡éste sí que estuvo fuerte !". Loco.

Desnudo me palmoteo, sonoridad húmeda.
Odio estar reprimido en los ruidos de jugar
a palmotear, no es una cosa masturbatoria,
sino los aplausos contra la piel que dan miedo.

Recordé en la ducha que soñando abrí la raída
caja de las altas temperaturas, soñando
aprehendí a un hombre y le revisé las cavidades
en un salón, previo a lo cuál vencí a un pugilista,
previo a lo cual me escondí en una casa campestre,
previo a lo cuál hablé pésimo de un pugilista,
previo a lo cual soñé con mi antigüa casa y sus
habitaciones, sus depresiones colectivas.

Los vapores siguen emanando: shampoo o detergente,
jabón líquido, la suciedad ya se hace espuma,
luego pica lo enfermo. Vapores de la ducha
que me lavan por dentro, me escurren como ideas.

Pienso en poesía de mi país mientras me enjuago,
en la ciudad de Millán, en cierta antología,
en motivos de Lihn para escribir, en ruido,
en los bastante conocidos chilenos nóbeles.
Rasco mi cabeza con fervor, con Head & Shoulders.

Pienso en Internet, en Facebook, en el compartir,
pienso en Youtube, en la disfunción narcotizante,
en aquel pájaro que canta horrorosos trinos,
en los top 10 de los números del uno al diez,
Pienso en la ventana que nos refleja a todos, sí.

Pienso en AVEN, en los asexuales que comparten
identidades fragmentadas (in english, of course),
pienso en entrar más tarde, y más tarde es ahora, pero
ahora siento culpa de salir corriendo y parar
frente al vicio.

Y es miedo lo que siento, y culpa. Y certeza.
Pienso en el tiempo, siempre limitado,
tormentoso recurso, bálsamo de culpa,
y me ducho, y me salgo, y vuelvo a orinar
ya no como caballo, sino como bestezuela asustada,
limitada, constreñida, salpicada, pobre. (por la escasez).

Y caminando hacia la habitación semi-desnudo
pienso en trabajo, en dinero, en quehaceres remunerados,
y medio húmedo me siento y escribo como recordando,
son las once quince, mis ideas plasmadas crujen,
pinchan, escurren, pican, fluyen, pero ya no mi cuerpo.

Tengo frío y me vestiré. Llega el mediodía,
salgo del televisor, previo a lo cual desayuno,
previo a lo cual preparo: dos huevos revueltos,
media marraqueta, previo a lo cual ingreso a la cocina.

Me acerco de espaldas al librero y giro para mirar.
Unos cuentos de Cortazar pasan de la estantería a mis manos.
Me alejo de espaldas mirando: anoche la ordené.
Subo de espaldas la escalera, ingreso a la habitación regresando,
dejo el libro sobre una repisa.

Me desnudo, me pongo una toalla en la cintura y me siento.
Agarro un lápiz y la tinta comienza a penetrar desde la hoja al lápiz.
¿Qué es perseguir una ambición? ¿Qué es tener una ambición?
Yo no lo sé al parecer, la única ambición que recuerdo haber perseguido
es la de cesar, la de obedecer, al de dejar de ser,
la de temer, la de llorar, la de morir pronto desangrado y ebrio,
anestesiado.

Hay una canción de rock juvenil que suena
en mi cabeza: una razón para añorar independencia:
cesar de oír lo que no quiero, las cenizas acústicas
de otros goces sonoros, sonoridades otras, ajenas.
Debo silenciar las mías por el derecho de los durmientes
y seguir cesando.

La mugre vuelve a escurrir, volveré a cepillar,
raspar, enjugar, rozar algunas cavidades
para surgir cómodo de aguas, brillo lozano.
Kafkizoid116 de agosto de 2016

2 Recomendaciones

2 Comentarios

  • Janet

    Brillante tema, la ducha quita la mugre exterior, pero la mugre interior no sale ni.con mil duchas con blanqueadores potentes.
    Lamentablemente hay persomas que brillan de limpio en su exterior, pero en su interior guardan putrefactas las intenciones más bajas.
    Saludos
    18/8/2018...10:02am

    18/08/16 04:08

  • Kafkizoid1

    En opinión de algún experto, todo lo real es putrefacto, la realidad sólo son símbolos.

    24/08/16 05:08

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