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No Me Han Hecho Fuerte Los Años

No me han hecho fuerte los años

¿Debo estar acostumbrado? Otra vez se fue.

Dicen que el destino lo construyes,
Pero a veces tú no tomas todas las decisiones.
La vejez es algo que sin contemplaciones fluye…
Y duele cuando concluye llena de errores.

Es legible el peso de una cruz
En las historias escritas sobre su piel;
Exhalan sus poros, un "déjà vu"
De esencias centrípetas en frasco de mujer.

Es la misma algarabía debajo de mi ombligo
Deduzco la extinción de faldas por cuestiones de adaptación.
Pero es igual su manera de irse sin decirlo,
Tal vez no soportaría que me dijera: “ya me voy”.

Se fue casi como lo hizo aquella vez:

Esa arcaica entrega en la que hizo falta colchón
Comparte con el beso de hace unos días
Una mirada diciendo “adiós”
Y un idiota que vio todo, menos lo que decía.

“Vives en cada latido de mi corazón, vives en mí…”
No dudo que mis brazos cobijen su sueño,
Que mis palabras la hagan sentir;
Pero ya no me conforma el besarla de lejos
A fuerza de lacónicos recuerdos
Para sentir que la tengo aquí.
.
Sé que habito en su corazón y vago en su mente,
Pero no me basta acariciarla con sus manos.
Que muerda sus labios no es suficiente
Para que sienta que lo que sentía en aquel cuarto blanco.

Confiado y seguro de no sufrir algún daño,
Busque de nueva cuenta sus besos.
Supuse que me habían hecho fuerte los años
Pero ahora su omnipresencia, duele hasta cuando me duermo.

El dolor de mi “yo” pasado hoy se siente igual
No cuenta la experiencia de los amores de ayer,
Tal como el historial del fantasma de Wilde:
Longeva fama, terminó en menos de un santiamén.

Camino cargando siempre lo mismo en mis bolsillos;
Dudas y más dudas.
Pero mi cabeza a veces cuerda, a veces sin tornillos
Se inventa teorías para matar algunas
Con dos escasos fundamentos que tiene para hacerlo:
Una extraña sensación cada que hay lluvia,
Y una luna clara a reventar que no cabe en el cielo.


Concluyo que este sentimiento silente y rupestre
Eligió hibernar sin tener certeza de su futuro
Lo hizo dentro de un corazón experto en accidentes,
Arriesgándose a un letargo, sin un despertar seguro.

Nunca pensó que lo haría viejo, de piel rugosa;
En una primavera similar a la que una vez tuvo.
La diferencia es que en ésta ni las flores ni las mariposas,
Nada, nada es suyo.

Cierro los ojos. La pienso, la extraño,
Las siento distante conforme el tiempo pasa.
Es un sentimiento lapidario,
Es en una pregunta de mil cabezas en voz baja.

Pero al abrirlos, se desprende valiente
Una lagrima sobrada de argumentos.
Escurre motivando a un ejército ardiente
A salir cuando esta muera sobre mí pecho.

Es efímera su vida,
Como la evidencia física de su último beso
Pero sus labios si llegaron a donde debían,
Y siguen bien guardados ahí adentro
Donde las cosas mueren, solo cuando ya no se respira

Ella llego,
Pero se fue otra vez
Casi como lo hizo aquel día:

Con una mirada que decía adiós
En el idioma de sus pupilas
Y un idiota en todo su esplendor
Que no intuyó lo que decían.

Igual y no soportaría que dijera “ya me voy”
Así, con todas sus letras, tal vez ni siquiera con mímica.
Sus acciones y su silencio también tienen voz

Pero no he aprendido esa lengua implícita.

No hay viento que se lleve las cenizas.
Tampoco lo necesito…
Lo que me hace falta es ver su sonrisa,
Darle un abrazo y apretarla con fuerza
Rodear su espalda y sentir sus costillas
Tocar sus manos blandas, con mis manos prietas
Tocar su cara, sentir su mejilla.
Verla y decirle “te amo” sin que lo sepa;
Incluirlo en otro abrazo más prolongado
Y jalar de su cuello, todo el aire que pueda.


Porque escribirle mil veces eso,
Recordarla en mil noches de insomnio,
Entrar a beber sobre su cuerpo
Y oler su piel en los días lluviosos;
Son nada,
Comparados con tener su mano en mi mano
Y verme reflejado en lo negro de sus ojos.

Pero si puedo volverla a ver
Solo espero tener las palabras correctas.
No le hablare de lo que yo sé y ya ella sabe.
Solo espero tener un ataque de coherencia;
No los balbuceos de cuando yo aun era un lactante
Y ella ya era una mujer de pies a cabeza
De faldas cortas y cabellera colgante.

Eso se convirtió en un sentimiento cíclico que ya no debe de dar más vueltas.
Escuchare de su vida, yo le hablare de la mía.
De ese amor, aunque corra todavía por mis arterias
Ya no le hablare, he notado que solo la perjudica.

He claudicado en la búsqueda de un acto de rebeldía…
Al final, tal vez ya no quiero nada….
Creo que basta con incluir su nariz felina
Cuando cierro mis ojos, hablo bajo y junto mis palmas.


Kalel07 de octubre de 2013

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