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Seiko 3000 - Capitulo 48 - Las Catacumbas de Los Ancestros

El estruendo causó un alud. Alcoida volvió la vista, atónita por lo que ella misma había causado. La nieve restante de la colina por encima de ella se abalanzaba velozmente hacia el valle. En el que afortunadamente, no había viviendas en la trayectoria del alud. Salva llego gritando.
- ¡Mira lo que has conseguido!
- Yo no lo pretendí....
- Debemos irnos – dictó Fran. Su cara se había contraído y pareció enojado – Recoger todo y preparaos para un viaje prolongado. No tardaran en inspeccionar este lugar. ¡Rápido!
El grupo hizo lo suyo dentro de la cueva. Fran permaneció en el exterior viendo que el alud se detenía en un llano al pie de la colina donde permanecía. El pueblo más cercano (Miantra) estaba a escasos kilómetros del lecho nevado. Cogió un colgante y metió un papel con sumo cuidado en él. Aprovechando su rapidez y su habilidad de ir por las ramas de los pinos, llego a un punto que sólo él y otra persona, conocían. Y solo cuando hubiera problemas, lo usaría. La otra persona esperaría un porque de la marcha, pero aquella vez, el papel que dejo entre tres rocas alargadas contenía una pista fundamental en la cruzada personal que había recopilado “en su tierra”.
- ¡Esa manía impulsiva tuya, no hará que nos maten! ¿Sabes? – dijo Roberto.
- Que hiciera eso no significa nada. ¿No nos buscan ya? ¡Pues esto habrá sido un accidente! – explico Alcoida. Cassandra, con su equipaje hecho, replico.
- Pero si se les ocurre investigar darían con esta cueva, y como Fran es un fugitivo, no tardarían en dar con nosotros.
Salvador hizo la contrarréplica.
- Da igual lo que haya hecho o lo que ocurra en adelante. Si hemos de huir, debemos salir de Ramber.
- ¿Qué? – esta vez, todos los demás respondieron.
- Ramber es poco seguro para nuestra misión, además hemos de encontrar el resto de los libros por nuestra cuenta y riesgo. Contamos con 1 se ellos. ¿Lo habéis guardado?
Roberto enseño el maletín afirmando con la cabeza.
- Si queréis salir de aquí, es mejor que me sigáis.
Fran traspaso el umbral de la entrada con aspecto sombrío y misterioso. Se acerco a lo más profundo y movió una serie de paneles. Acto seguido, una enorme puerta de piedra se desplazo, revelando un pasillo de piedra que se fue iluminando con luces eléctricas. Parecía una mina de mineral. Fran insto a que pasaran, aunque retuvo a Alcoida al final.
- Que hayáis venido ha hecho que me decida a seguiros. No importa lo de antes. Aunque quiero pedirte un favor. Antes de avanzar, destruye la cueva con tu magia.
Alcoida asintió. Le debía un favor y, cuando este se hubo distanciado, la Aimier hablo
“Fuerzas de la verdad y la justicia, alojaos en mi mano y conseguir remover los cimientos de este lugar. Que las fuerzas hostiles jamás no puedan encontrar. ¡Fuego Sacro!”
Una bola de fuego estalló en la pequeña cueva, destrozándola por completo. Sólo quedaba un camino, el de las minas de los ancestros que se extendía bajo sus pies.
A las pocas horas, y tras la estela de los equipos de emergencia de Montepez, un soldado enmascarado descubrió un montículo de piedra. El papel que descubrió sería perfecto para su superior. Fue una casualidad el haberlo encontrado, pero algo, en su mente vacua, le había señalado el lugar donde volvió a dejar el papel con una revelación tan importante como nefasta, sino hubiera caído en sus manos.
Las cuevas de los Ancestros. Hacía casi 3 milenios, que los primeros colonos descubrieron el bien material de este planeta. El mineral. Bajo este nombre, genérico pero extendido, servia de alimentador de motores, de calefactor y de componente para estructuras baratas. Como su consistencia podía variar dependiendo de la profundidad de la que se obtenía era más o menos densa. Lo menos denso se usaba en carburantes y combustibles. Lo más duro en elementos constructivos (siempre como aleación) y en productos consumibles (similar al carbón o grafito de nuestro mundo). Montepez fue una de las primeras zonas en especializarse en su uso. Dado a ello, los ancestros, como los llamaba Fran, habían hecho millares de minas de varios kilómetros en toda la cordillera que serpenteaba a la vaguada de Montepez. Ahora iban por un pasillo auxiliar y cegado, iluminado por una fuente desconocida que Fran la nombro como GEMIAUT que tenía una vida prácticamente ilimitada. El GEMIAUT (Generador de Mineral Autónomo) generaba constante energía eléctrica en caso de emergencia, como en este caso, dando luz en los pasillos. Había pasado medio día desde que se adentraran en las cavernas. Salvador vio en su reloj que era la 1:03 del 13 de Marzo. Hicieron un alto por el camino. Fran, conociendo los pasillos, se adentro algo más, para llegar a una garita y recoger mantas para que pudieran dormir. Volvió algo magullado, pero sereno.
- ¿Qué ha pasado? – Preguntó Cassandra observando sus raspones y arañazos.
- Que existen algunos bichos onmivaros por aquí cerca, deberíamos dar un rodeo si queremos evitar su madriguera. No importa sólo tendremos que andar otras 6 horas hasta dar con la salida al puente continental.
Comieron restos de la comida del día anterior y se echaron a dormir un rato. Alcoida se despertó al cabo de un rato y vio a Fran subido en lo alto de un saliente, al borde de un inmenso hoyo de carga.
- Buenas noches
Fran casi se cae del susto. No se acostumbraba a las voces de una mujer.
- Buenas...
- No me disculpado por lo de ayer y creo que soy yo la que ha causado que...
- No sigas – corto, de repente, Fran – Ni lo sientas. Tarde o temprano hubierais huido de aquí. Sé que mis respuestas no las obtendré esperándolas aquí.
Alcoida estaba entre frustrada y decepcionada. Fran la miro a la cara. Era la primera vez que se fijo en ella detenidamente. Su cuerpo, pequeño pero valeroso en su interior emanaba una sorprendente cantidad de fuerza y vigor. Se fijo en su brazo vendado pero no se quiso atrever a preguntar por él. Alcoida le pregunto...
- ¿Qué fue lo que dejaste en aquel montículo?
A Fran le sorprendió que lo supiera, dado a que donde escondió eso esta fuera de la vista de la cueva y Alcoida estaba dentro de ella.
- Supongo que no me valdrán los rodeos... – Alcoida lo miraba fijamente
- Se trata de una pista se extrema importancia para Doxyo...
Alcoida no replicó, permaneció a la escucha. Fran continuo
- ¿Conoces la casa de los ustules de Námeca del Sur?
Alcoida le miro interrogante pero tampoco dijo nada.
- Pues fue la pista que busco mi hermano y que le costo la vida a toda mi familia. La casa es sólo un condensador de Almas. De las que los ustules usan para ganar más poder. Y ¿te acuerdas de que vistes a lo alto de la colina sur de Námeca cuando estuviste esperando a tu hermano?
Ahora, Alcoida, le miro aterrorizada. Aquel lugar seguía en pie. Siempre siguió en pie. Todas las desapariciones tendrían como final, aquel punto. Y, si no tomaban medidas, su hermano y ella, podrían terminar allí. Como aquellos rebeldes...
Ferder, Segunda sede de ODISEUM, despacho del director Doxyo. Un soldado, ataviado con su particular pasamontañas, entrego un papel en una bolsa al director. Cuando este la hubo leído, no le basto hacer una corroboración. Mando inmediatamente al soldado que reuniera al alto mando y que dispusiera a sus mejores hombres para partir de inmediato a Námeca del Sur.
Fran le había indicado el resultado de su pesquisa personal contra los ustules. En vez del motivo de su huida. Deseo en aquel momento, que le fueran bien las cosas.
Keitaro09 de agosto de 2009
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