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Seiko 3000 - Capitulo 53 - Pisándoles Los Talones

La pareja se durmió pronto pero sus amigos seguían divagando en un plan para saber que harían en este continente. Sabían, por Fran, que la familia Niala había llegado viva a este continente hacía largo tiempo atrás. Sin embargo, partían de cero. Puesto que llegaban al país con varios años de retraso, no podían seguir pistas que hubieran dejado puesto que Balcania había cambiado formidablemente.
Ahora, con la revolución industrial casi concluida, estaban siendo consumidores muy moderados, de Seiko. Puesto que era un país principalmente de mineros, tuvieron recelos sobre las instalaciones y objetivos de la COGESEK en Balcania. Ahora, con una pequeña crisis en lo que la mano de obra se refería, miles de parados pululaban mendigando en las grandes ciudades. Las minas estaban cerradas desde el Gran Debate Energético que enfrentaba a dos bandos. Pro-Seiko y Detractores que en su mayoría eran viejos magnates mineros y clase obrera. El otro bando eran altos dirigentes de la COGESEK y miembros ricos de empresas variadas. La clase media estaba dividida y aportaba miembros a cualquier bando.
Tras 20 años de Debate, se veía, por fin una solución al problema. Los jueces, los miembros del gobierno de Balcania, estaban a punto de decantarse por la opción de la COGESEK que les había convencido de que habría trabajos para todos los parados actuales y parte de sus familias, siempre que ellos quisieran.
Se alcanzaría un veredicto final a finales de Agosto.
Más allá de las penurias de los parados mineros y de otros sectores, había quienes ganaban un subsidio del gobierno para sus gastos, elegidos por sorteo. Siendo Balcania un país férreo económicamente, gracias a su comercio y a su basta red de transportes y exportaciones, estos subsidiarios eran millones de personas que sobrevivían con unos 50.000 Tc. al mes. Cassandra les inquirió que preguntasen en los barrios pobres, cercanos al puerto, por si algún anciano (o persona de más de 20 años) les hubiera visto a su llegada a Halaria. Fran acepto y Roberto, al cabo de unos minutos, también. Seguía dudando que si harían bien en hacerlo y se acordó despertar a todos temprano para iniciar las pesquisas adecuadas.
Dejando a Fran y a Roberto viendo la tele, Cassandra se fue a darse una ducha. Mientras que se lavaba el pelo, pensó en Salvador y en la progresión exponencial de sus habilidades. Quizás, ya fuera más fuerte que ese capitán que casi le mata en la torre nº1 de Jamber. ¿Se llamaba, Carlos? En ese preciso instante un estruendo hizo temblar el baño. Los chicos alarmados recogieron rápidamente el equipaje y fue Fran el que fue a interesarse por Cassandra. Estaba tendida en la bañera y frotándose la cabeza. No fue él sino ella la que se dio cuenta de que estaba completamente desnuda y se tapó enseguida. Hubiera preferido que hubiera sido Salvador el que la pillara en el baño y no el patoso Fran. Un bestial puñetazo hizo que atravesara la pared contigua a la habitación y llegase a la habitación de los aimier. Donde, Alcoida también estaba en el baño… con un albornoz. Otra torta y acabo a los pies de Salvador, completamente vestido y armado.
- ¿Qué ha pasado? – pregunto, impresionado, Salvador
- Que sigo sin entender a las mujeres… - y se desplomo
Roberto se asomo por el agujero y advirtió a los hermanos.
- Preparaos, creo que alguien sabe de nosotros. Hemos de salir de aquí. Ahora.
Y fue cuando salvador oyó disparos silenciados al otro lado de la puerta del pasillo. Rápidamente, desalojo a Roberto y a Cassandra (ya vestida) de la otra habitación y se metió por el hueco dejado por Fran a la otra habitación. Abrió con cautela la puerta de la habitación 1005 y pudo vez fugazmente a una persona enmascarada y de negro yendo directo a la habitación con una pistola alargada. No lo dudo. Desenfundó y apunto a aquella persona. Los disparos no llegaron a darle pero si advertirla. Advertidla de que no eran moco de pavo y que fuera con sumo cuidado.
Salvador instó a que sus amigos esperaran en la habitación 1004 aunque que era la habitación más próxima a esa amenaza. Siguió disparando en cuanto pudo observar a la figura negra. Parecía avanzar sin importarle que balas le pasaran a escasos centímetros de su cara. En cuanto se detuvo a recargar aviso a Roberto que abriera fuego a la de tres y que los demás le siguieran. Todos estaban vestidos y equipados. Fran llevaría, esta vez, el maletín entre sus ropas. A la de tres Salvador salio al pasillo y permitió el paso de sus compañeros a través de la habitación 1005 y Roberto le ofreció fuego de cobertura al salir de la 1004 con su rifle. Afortunadamente, nadie le se ocurrió salir entre los disparos y la sombra tuvo que resguardarse durante el tiempo que ambos pistoleros siguieron disparándola.
Finalmente llegaron a unas escaleras de emergencia de las que salía mucha gente asustada. En fila, Fran Cassandra, Alcoida, Roberto y Salvador descendieron apresuradamente y éste ultimo, viendo por el rabillo del ojo, si esa figura negra les seguía. De momento, nadie salía de la planta 10 de aquel hotel.
Se dieron cuenta pronto de la causa del estruendo. Una explosión en el recibidor del hotel había destruido parcialmente el edificio y oleadas de gente intentaban salir por las escaleras auxiliares laterales (como en la que estaban) entre el pavoroso incendio causado en la ala norte e impedía seguir avanzando más allá de la planta 2. Había decenas de personas que pujaban por seguir avanzando pero unas llamaradas en el 1º piso invitaban a no hacerlo. Por eso, los residentes huían a través de la 2ª planta (que parecía a salvo del incendio) pero lentamente.
Detrás de Salvador se formo una multitud que no se estaba quieta, ni siquiera cuando Salvador dejo ver su arma por casualidad. Llenos de terror la gente se empezó a amontonar encima de él y no veía una salida. Sus amigos habían salido a la 2ª planta y le esperaban. La gente había comenzado a pisotearle y estaba a punto de desfallecer cuando la escalera cedió. El anexo del hotel se resquebrajo desde la 2ª planta hasta parte de la 5ª y se cayó hacia la calle con varias personas atrapadas. Salvador iba a ser de los primeros en probar el sabor del asfalto pero…
A menos de un dedo de distancia del suelo, la destrozada estructura, se detuvo.
Después se poso lentamente, sin lastimar a nadie. Salvador que empezó a ayudar a residentes asombrados del milagro miró hacia el hotel. Alcoida dejo la mano inerte y se desplomó al borde de la 2ª planta. Antes de que sus amigos pudieran cogerla, Alcoida se cayó hacia las llamaradas de la 1ª planta. Irremediablemente, el joven líder y héroe aplicó toda la fuerza en un punto del duro asfalto, al que había sobrevivido, y se dirigió hacia las llamas a las que se precipitaba su hermana.
En medio del fuego pudo comprender que nada le ardía más que su propio corazón, dirigido a salvar lo que más le importaba en ese momento: Alcoida.
Salió de las llamas y cogió a su hermana antes de que una sola brizna caliente, quemara su largo cabello rubio. Del impulso, llego hasta la 2ª planta y se arrodillo. Se había chamuscado casi toda su ropa pero no se había hecho daño, ni su hermana tampoco. Insto al grupo a no parar y descender por el ala Sur cuando, en medio del pasillo, una cara conocida se volvió a verles. A Fran se le despertó un viejo sentimiento y a Cassandra le palpito fuerte el corazón. Víctor les encontró.
Lejos, a una distancia prudencial del fuego y del cordón policial, una sombra aterrizo a los pies de un árbol, en la penumbra de un parque. La figura negra se quito la máscara y una larga cabellera negra cayó sobre sus hombros. No esperaba encontrase a nadie allí. Ujier estaba apoyado en el tronco con su pajita en la boca.
- ¿Qué haces aquí? ¿No te ordene que fueras con Víctor a matarles?
- Quería darle una sorpresa y hacerle el regalo de su vida. Entregarle a su hermano
- Cuando te di la orden, es para que la obedecieras, no para incumplirla
- Inés – dijo Ujier con una mirada perversa - ¿Pretendes perder a tus dos lacayos? ¿O solo a uno de ellos?
Inés van Utter apretó los dientes y le bramó
- ¿No has visto que ahora son solo 3 personas? ¿Y unas de ellas no esta curtida?
- No conoces bien a los Aimier. Esos dos son más capaces de lo que te puedas imaginar.
Inés se contuvo. Solo pensaba que a ese grupito de insurrectos Aimier estarles pisándoles los talones, le parecía la soga suficiente.
Keitaro11 de agosto de 2009
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