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Calcuta de Nuevo.

Estaba realmente deprimido: Me acababa de separar y había perdido mi trabajo por reajuste de plantilla. Así es que sin pensarlo dos veces saqué todo el dinero del banco. Me compré un billete a Nueva Delhi. Y de allí en tren hasta Calcuta.
"¿Wich hotel do you want to go?" ("¿A qué hotel quiere usted ir?"). "A ninguno, aquí está bien".
Bajé del taxi en una oscura calle de Kali Kata.
En seguida los niños vinieron a rodearme.
Y después los mayores.
Me acerqué a un intocable y le dije: "Toma para ti y tu familia". Obviamente no comprendió mi español, pero cogió el dinero -en dólares- con sumo agradecimiento.
Pronto contactaría con el sucesor del doctor Jack, quien tuvo durante décadas un ambulatorio e la calle. Y allí iría a parar todo mi dinero.
Dormiría en la calle y comería de mendigar. La gente no daba crédito a lo que veía cuando me veía pidiendo. A diferencia de los demás yo recibía muchas ayudas.
Viviría allí dos años, hasta que mi lepra exigía atención médica, por lo cual me tuve que trasladar a Nueva Delhi. Pero aún sin estar curado regresé a Calcuta. Donde conservaba mi sitio entre los mendigos.
Aún con mi lepra a cuestas conseguí trabajo de ricksaw, y colocado de una sustancia que impregnaba mi boca y labios tiré del carrito ocho horas diarias. Todo el dinero que conseguía lo repartía.
Y un buen día recordaría yo la primera vez que estuve en la India. Fui con mi hermano menor y con unos amigos de Salamanca. Y al comprobar la espiritualidad del lugar me dije: Yo aquí he de volver.
Ahora treinta años más tarde regresé y en sus calles espero mi muerte.

Kikovacanillas18 de noviembre de 2016

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