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-sumidero-

Por indicación de mi mujer, y siguiendo las instrucciones del fontanero que había venido a casa a montar la ducha, me dispuse a sacar los pelos que atoraban el baño.
Tal como me había indicado el técnico cogí un destornillador de tres puntas. Y desatornillé la tapa. No sin gran esfuerzo retiré la pieza y la coloqué a mi diestra. Quedó al descubierto la que extraje con sumo cuidado, hasta dejar al descubierto un profundo hueco.
Todo estaba cubierto de pelo, tal como había pronosticado Ana. Retiré el cabello y lo tiré por el water.
Coloqué las extraídas junto a la tapa y justo en ese momento solté la goma, que protegía el artefacto, al interior. Sin pensarlo dos veces introduje la mano por el hueco tanteando en busca del objeto perdido. Pero...Nada.
Fue entonces cuando sentí que una mano me agarraba el antebrazo presionando con fuerza.
Intenté retirar mi extremidad pero...¡Imposible!. Estaba atrapado.
No había nadie en casa, aún así grité por si me oía la vecina.
Y en ese momento surgió la voz, que dijo: “¿Quien te ha dado permiso para entrar en mi hogar?”.
No podía creerlo, alguien hablaba desde el interior del sumidero.
“Perdona, no lo volveré a hacer. Pero suéltame”, dije.
“Que así sea”, dijo la voz de ultratumba.
Ya libre respiré aliviado...
Y en ese momento llegaba Ana de las calle.
“¿Has retirado el pelo del baño?.”, me preguntó
“ Sí pero que sea la última vez”.
“¿Y eso?...”.
No te lo creerías si te contara lo que me pasó, pero jamás en mi vida vuelvo a meter la mano en un sumidero.
“En fin Kiko. Tú y tus cosas”. Y por cierto hay que comprar otra goma de protección. Pero yo no la instalo.
Kikovacanillas19 de noviembre de 2015

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