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-voluntario-

Recordaba aquél día desde mi trabajo en la calle mi carrera como voluntario:
Puesto el fólio en mi "Underwood" me dispuse a recordar aquellos trabajos que me hicieron diferente.
Todo comenzaría en el colegio mayor San Pablo de Madrid. Allí le di clase a mujeres mayores de 65 años, que bordeaban el analfabetismo.
Eran cariñosísimas y vergonzosas.
La vergüenza del no saber.
Aprendían rápido y hacían los deberes con máxima eficacia.

Después me casaría y tendría el accidente que me otorgó una minusvalía del 67 %. Pero no por ello dejé de trabajar como voluntario. Más bien al no tener obligaciones laborales (Mi discapacidad me impedía continuar mi trabajo de periodista) incremente mi trabajo no remunerado.
Así fue como empecé mi trabajo de apoyo escolar con colectivos marginales (mucho gitano) en el Centro Social de Labañou.
Las niñas gitanas son la cosa más bonita de las habidas en el globo terráqueo.
Tenía serias dificultades porque padecí mucho tiempo una "disartria" que me dificultaba el habla.

Pronto comenzaría a trabajar en la ONG Ecos do Sur, donde llegué a ser presidente durante cuatro años, también como voluntario.
En Ecos fui profesor de español para el colectivo inmigrante.
Trabajo que tenía más de psicólogo y de amigo que de otra cosa.

Y así hasta el día de hoy. También les llevo una web y un blog.

Finalmente, y de un modo muy reciente trabajo con la ONG Aire, ayudándoles en la recogida de ropa con destino a Grecia y en la iniciativa "Acampa", en la que se simula un campo de refugiados, con múltiples iniciativas culturales como recitales de Poesía o exposiciones de fotografía.

Y dejo como colofón final en mi relato sobre voluntariado mi trabajo como Voluntario de la Madre Teresa de Calcuta, en la India.
Allí fuí el barbero de los "Sintecho" y enfermero de individuos pertenecientes a las castas más bajas.
Todo esto sucedió en un verano acompañado de mi hermano Chemi y mis amigos de Salamanca.
Consecuencia de esta aventura yo padecí una amebiasis hística que me hizo perder cuarenta kilos.
Y tuve riesgo de perder la vida por rozar la llamada "fase fulminante".

Con el recuerdo de estos trabajos y de mis viajes por India, Nepal, Marruecos, Turquía y Méjico, me emocionés como un niño. Y la gente al verme llorar al pié de mi "Underwood" se acercaba y me solicitaba un relato tras verel letrero que decía: "Vendo relatos y Poesía".

Sin duda mi trabajo de vendedor callejero era la lógica consecuencia de mi formación de "outsider", de eterno voluntario y de periodista.

Poetiza tu vida hermano.
Pon color a tu existencia.
Amor, sabor, sonrisas

Nada y todo para ti
Literatura, pasión...
Y si tienes veinte euros, gracias. Y si no los tienes es igual: Poesía para ti.



Kikovacanillas16 de junio de 2017

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