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Entre Ellas.

La homosexualidad siempre me resultó interesante, como alternativa existencial. Pese a ello soy hetero.
Todos los maricas que se han cruzado en mi vida han acabado siendo buenos amigos míos.
Muchos sufrieron de las intolerancia y la incomprensión para salir del armario.
Pero he aquí el culmen: El lesbianismo.
Dos mujeres que se quieren, se adoran, se desean.
Chocan frontalmente con aquellos que las califican de guarras. Lo cual hace su amor más intenso.
Vi ayer una película en la tele sobre dos lesbianas que viven un intenso romance. Una es pintora y la otra profesora.
Todo es normal en su vida en pareja: Se distribuyen las tareas domésticas, comparten amigos. Y sobre todo hacen continuamente el amor sin cortapisas.
También he leído hace poco que las mayores discriminaciones las sufren los bisexuales.
Y ¿qué pecado tiene sentirse atraído por ambos sexos?.
La promiscuidad parece más elevada entre los homosexuales. Pero esto tiene su explicación: El amor a lo prohibido. El deseo iconoclasta.
Y para rematar todos los prejuicios vino el Sida. Que muchos califican de castigo de Dios.
¿Y si el Sida fuese también un mal de heterosexuales?. Pues así parece. Tendrán pues de buscar otra venganza del más allá.
Mujeres amaos, desearos, tened sexo.
Y mientras los vulgares heteros nos conformaremos con el sexo tradicional.
Con las relaciones socialmente consentidas.
Y en el fondo desearemos meternos en el armario paras después poder salir de él.
Kikovacanillas29 de junio de 2016

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1 Comentarios

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