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España es El Tercer Donante En Haiti

Más de 800 muertos en Haiti tras el paso del huracán Mattew. Y decenas de miles de haitianos han perdido su casa. España es hoy el tercer donante de Haiti tras los compromisos adquiridos tras el terremoto del 2010 y la herencia de décadas de subdesarrollo.
La ola de destrucción y muerte dejada por el huracán Matthew a su paso por Haiti, que llegó aunque debilitado a la costa este de EEUU, se ha visto agravada por las dificultades para acceder a las zonas más golpeadas en el sur del país.
Arboles caídos, desplome de las casas e inundaciones. Carreteras cortadas así como torres de comunicación derribadas, ha provocado que la Unión Europea anunciase una ayuda de emergencia de 1,5 millones de euros. EEUU también contribuirá con un millón de dólares.
Un buque militar estadounidense y 300 soldados, así como tres helicópteros de transporte de carga pesada, buldóceres y vehículos para el transporte de agua.
La ayuda económica de España viene a sumarse a la de centros de educación privada de Haiti, en un país que jamás se recuperó de las compensaciones que le exigió Francia para superar las pérdidas de sus colonos por la revolución.
La primera ayuda humanitaria enviada por España a Haití llegó el 14 y 15 de enero en aviones fletados por el Ejército del Aire. En ellos también viajaron 40 miembros de la Unidad Militar de Emergencias especialistas en rescate, sanidad y transmisiones, miembros de la Guardia Civil, del SAMUR, voluntarios y personal de la AECID.
Como parte de la operación Hispaniola, días después partió de la base naval de Rota (Cádiz) el buque de asalto anfibio Castilla con 423 militares. En el buque, además, embarcó una unidad con 27 médicos y sanitarios y 23 guardias civiles.
El buque contó con una unidad aérea formada por un helicóptero Sikorsky SH-3D y tres Augusta Bell AB-212. Una de estas últimas aeronaves sufrió un accidente cuando regresaba a Haití desde la República Dominicana donde había recogido un envío logístico procedente de España. Fallecieron sus cuatro ocupantes.
Los militares españoles desarrollaron su labor en Petit Goave, a 70 kilómetros de la capital Puerto Príncipe, una de las ciudades más afectadas por el terremoto. La unidad sanitaria atendió a más de 8.000 personas, asistieron dieciséis partos y se aplicaron 21.000 vacunas.
Los zapadores, por su parte, retiraron 8.600 metros cúbicos de materiales de deshecho, removieron 15.000 metros cúbicos de tierra, rehabilitaron infraestructuras que permitieron la apertura de la maternidad del hospital y siete colegios y repararon la central eléctrica que suministraba energía a tres municipios.
Los militares españoles también instalaron un campo de desplazados con capacidad para 150 familias, y potabilizaron 600.000 litros de agua.
La mayoría de los haitianos depositó su fe en Aristide, el entonces defensor de la teología de la liberación, que obtuvo una sonada victoria en las elecciones de 1990. Sin embargo Aristide ha quedado como el traidor por antonomasia. Abandonó el interior. La ciudad se chabolizó y el campo se desertificó. Aú así los haitianos siguen creyendo en Dios y en las urnas.
Al terremoto y al huracán se une el cólera, que dejó 6.000 muertos en 6 meses. Así como la alta incidencia del Sida.
Ante la débil economía sostenida por la industria del carbón, la gente se colocó en ONGs internacionales que pagan mucho más.
La economía de Haiti es la más pobre del continente americano y el 80% de su población vive bajo el umbral de la pobreza. Sin embargo, fue el primer pueblo de la historia universal en que se abolió la esclavitud y se declaró la igualdad de derechos entre blancos y negros.
El vudú es la cultura de la desconfianza.
Haiti, que conquistó su independencia en 1804 ha visto como desastres naturales y otros provocados por sus crueles gobernantes, como Aristide, pintaban un de fatalismo inexcusable.
Puerto Príncipe es un montón de ruinas. En Haiti no hay Estado. Nadie recoge las basuras y son un mínimo el porcentaje de los niños que van a la escuela.
El pueblo estima que el país está así por culpa de sus gobernantes. Se hacen ricos robando al pueblo y se llevan el dinero fuera. Todo sirve para construir casas: Plásticos, maderas, chapas, cartones, telas...
Curiosamente la coquetería de los haitianos es muy elevada, y viene de los franceses. Son las mujeres las que trabajan y sostienen a la familia. Los varones por lo general no hacen más que pavonearse.
El actual dirigente Martelly es difícil que pueda hacer algo. El Parlamento está dividido y el país parece abocado al suicidio. Los constantes periodos de inestabilidad políticas han acabado con los pocos sectores económicos que funcionaban. El turismo, por ejemplo, en alza en la década de 1960, sufrió el feroz embargo que impuso EEUU tras el derrocamiento de Aristide.
Kikovacanillas12 de noviembre de 2016

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