Confieso que mataría por meterme entre
tus costillas para
comerte,
amarte,
besarte,
mimarte,
para enseñarte lo que es el arte.
Un arte en el que aferrarme cada noche
sin miedo a perderte, sabiendo que después
de hacer el amor nos espera una larga noche
hablando sobre los mareos que me produce
tu cintura, contándote que me pierdo cuando
sube la marea en los hoyuelos que
esconde tu espalda y que caería una y otra
vez en el abismo de tu sonrisa.