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Recuerdo.

Siempre soñaba con su abuelo. Después de diez años de muerto lo seguía recordando como siempre. Su imagen nunca se deterioró en su memoria, siguió igual de nítida. Esa noche no se podía imaginar lo que le deparaba el destino. El personaje al que me refiero era una mujer de veintimuchos, bajita de estatura, con heterocromía, un ojo verde y el otro rojo. Le venía de herencia de su abuelo. Se llamaba... Bueno, ¿qué importa?

Se desnudó y se acostó sobre las doce de la noche, como siempre. Leyó un poco hasta que se quedó dormida. De repente se despertó. No sabía que hora era, ni le importaba. Sólo tenía una idea en mente. Bajó al piso de abajo y se dirigió al salón. Allí vió la televisión encendida y un plato en la mesa con restos de comida. No le importó en absoluto. Sabía que debía hacer. Escuchó una voz tersa, suave y, a la vez, lejana que la llamaba, pero no sabía de dónde procedía. Tal vez de la cocina, no. Quizas del baño, tampoco. Venía de arriba. Volvió a subir, no tenía miedo. La cama de su habitación estaba completamente estirada y bien hecha aunque apenas 5 minutos antes se había despertado. Miró su reloj de la mesita de noche, marcaba las 3:45 de la madrugada. Oyó de nuevo la voz que la llamaba insistentemente, con mayor ímpetu. Supo que venía de arriba, de la azotea. Subió impasible, nada podía dañarla en ese momento. Nada podría perturbarla. Sentía una paz que no había sentido en muchos años, desde que... Pero no, no era posible.

Cuando abrió la puerta de la azotea se estremeció por el frío del invierno que azotaba la ciudad, aunque tampoco le importó. Dirigió la vista hasta su hamaca y allí vió algo que la dejó sin aliento.
-¡Abuelo!-. Dijo sin poder contener las lágrimas.
-Aquí estoy cielo-. Contestó él con una voz lejana, como si no estuviese en realidad allí.
-¿Estoy soñando?-. Preguntó la muchacha.
-Depende de lo que tu corazón crea que es esto-. Contestó el anciano.
Ella se dió cuenta de que era un sueño, como los de todas y cada una de las noches desde que murió.
-Sueño contigo todas las noches desde que te fuiste. Probablemente sea un sueño más, del que despertaré pronto y, como siempre, con la almohada húmeda por las lágrimas.
Él le dijo:
-He venido para darte mi más preciada posesión-.
Le entregó un reloj de oro.
-¿Ves como es un sueño?- Respodió ella, acongojada.-Con este reloj te enterramos-.
El no respondió, se limitó a sonreir mientras se alejaba lentamente hacia la negrura de la noche.
De repente, cuando había desaparecido, un susurro le llegó con la fría brisa invernal:
-Recuerda que siempre te querré. Recuerda que estoy orgulloso de ti.
Ella gritó, lo llamó, pero ya se había ido para siempre. Lo supo, no sabía cómo.
"RIIIIIIIIIIIIIIIIIINNNNNNG". "RIIIIIIIIIIIIIIIIIINNNNNNG".
Despertó sobresaltada. Apagó la alarma de su despertador y se enjuagó las lágrimas. Nunca había tenido un sueño tan lúcido. Se levantó de la cama y oyó el ruido de algo metálico cayendo al suelo. Se giró y, un poco asustada, recogió un objeto del suelo. Era un reloj de oro, con una inscripción en la parte de atrás de la esfera que rezaba: "Recuerdame". Se quedó quieta contemplando el reloj.
Le vinieron a la mente recuerdos. Paseos, helados en el parque... Iba de la mano de él. Aquel al que tanto ansiaba ver. Todo lo que le quedaba era un recuerdo real de algo que parecía irreal.

Ella nunca estuvo sola. Siempre tuvo a su lado los recuerdos.
Kraus05 de febrero de 2014

2 Comentarios

  • Tuxsparty

    Muy bueno Kraus!!!

    05/02/14 01:02

  • Kraus

    Gracias :D

    06/02/14 07:02

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