TusTextos

Desierto

Me encuentro varada a un lado del camino. La sombra de un matorral me ha permitido mantenerme un poco alejada del inmenso calor que me rodea; me ha serenado y ha apaciguado mis demonios, más no ha distraído la sed asfixiante que comienza a apoderarse de mi cuerpo. Tengo por certeza que lo mejor es mantenerme caminando, he descansado lo suficiente. Mando la orden a mi cuerpo para que vuelva a emprender la marcha. No obtengo respuesta alguna. Me rindo nuevamente ante el calor sofocante del desierto.

Giro la cabeza y miro hacia atrás, desearía volver, regresar al punto de partida, antes de comenzar en este camino donde el destino es incierto para mi conciencia más conocido por mi inconsciencia. Intento en vano recordar algo que me lleve a ese lugar: una sensación, una imagen, un sonido, un aroma, un sabor que haya sobrevivido a lo que va de recorrido. Solo una imagen vaga, un espejismo al que intento acercarme antes que se desvanezca. Debí dejar migajas de pan por si quería volver, pero no consideré esa opción. Ahora solo queda seguir hacia adelante.

Pasa el tiempo y la sombra que me cobija va haciéndose cada vez más pequeña, me encuentro expuesta sin poder defenderme del sol. Siento mi pecho arder. Por un momento mi molestia se acrecienta, aprieto los dientes mientras me invade un deseo abrasador de querer gritar, aunque no sé si tenga sentido. En medio de la nada, en la soledad del desierto, es posible que ni siquiera el eco se digne a responder. Es inútil desperdiciar el aliento con quien no quiere hablar, con quien no quiere escuchar.

Sin remedio alguno emprendo nuevamente la marcha, al mal paso darle prisa; recupero un poco la fuerza, doy un respiro y me encuentro de nuevo en la jugada. Ahora mi objetivo solo es saciar mi sed. Me dirijo hacia donde la intuición me indica, me convierto en instinto, en animal, avanzo sin voltear atrás, sin distracción, imaginando el agua que apagará mi fuego. Me motiva y me impulsa a seguir la búsqueda, a no ceder ante las quemaduras de mi piel, a las ampollas de mis pies. Sigo un largo camino con una piedra en la boca, tratando de producir algo de saliva que humedezca las grietas de mis labios secos. Exprimo mi piel, haciéndome quemaduras indias para extraer unas gotas de sudor que me refresquen un poco. Anestesio mi dolor con la esperanza de encontrar lo que busco.

De pronto mis poros reaccionan, pueden sentir la vibración emitida por un hermoso sonido relajante, mi piel se eriza al suponer el origen de tal sonido. Mi corazón se acelera y mis pupilas se dilatan ante el paisaje que se dibuja frente mi mirada atónita: ¡agua cristalina bajando desde el cielo!, indudablemente. Un oasis místico iluminando mis ojos. Un pequeño manantial que purifica mi alma. Mis pies que en principio se negaban a caminar, corren con una fuerza que creí había perdido varios pasos atrás. Todo mi ser revive ante semejante juego de la naturaleza.

Un paraíso en medio del infierno, el destino me sonríe.
Lahka17 de diciembre de 2014

Más de Lahka

  • Día 9

    377 lecturas | 0 comentarios
  • Desierto

    404 lecturas | 0 comentarios
Chat