Un estado de felicidad irreversible en el que se vuelcan palabras, yo solo las escupo sin pensar, un ir y venir de imagenes mudas y coloridas. Solo alguien sobrehumano puede entenderlo. Vivo en el limbo, no soy ni feliz ni desgraciada. Ni nerviosa ni tranquila, porque no tengo estados de animo solo me adapto a la naturaleza del momento.
No soy yo, es la música que se mete dentro de mi. Me convierte en una niña que corre, una adolescente que se queja, una vieja que delira... soy cada una de ellas y muchas más, no tengo fin. Vivo en una época de cambio permanente, mi mundo tiene pocas columnas resistentes y todo es cada día nuevo, divertido pero inestable. Estoy harta de oír mi voz hablar de si misma, se pasa el día repitiéndome mis emociones, controlando mi estado natural y mi transformación constante. A cada momento analizo el anterior así paso horas, días, meses... volviéndome una perturbada emocional, una niña autista que se golpea contra la pared mientras sonríe. La niña tiene ganas de echar el ancla... de dejar de moverse para empezar a construir su propio ritmo, su propio ambiente, su propia vida. Ganas de crecer, dejar todo lo anterior en el pasado y poder ser algo parecido a lo que en realidad soy. No quiero volar más, se a acabado la fiesta. Ahora por fin me apetece volver a casa... volver contigo para poder enseñarte lo que quiero ser de ti, asustarme al verte y mostrarte la víctima en la que me quiero convertir.
Esta bien, pero no dejes que los entimientos te corroan el alma, si te paras, el oxido del mar abrumara tus entelequias y dentro de dos años, ya no sabras quien eres.
Pol.
