Mi cosita más linda se encuentra entre mis brazos y me está abrazando. Me abraza con una inocencia abrumadora y me llena de pensamientos e ideas llenas de fantasía.
Me siento abrumada, no lo negaré.
Siento que en cada paso que realiza se pierde un poco más de sí misma,
su inocencia que es propia nuestra.
No me gusta el mundo en el que está creciendo, las lecciones que le están imponiendo.
No merece vivir en un mundo de clases sociales que la humillaran y descriminaran, ni ser criticada por sus gustos ni razones.
Quiero que mi nena y todas la demás crezcan libres, en un mundo sin idolatría, machismo y con tanta falta de autoestima.
Deseo que se ame y que se valore, que cuente su opinión antes que la de nadie.
Quiero ayudarla a brillar cada día, llena de lucidez pura; sobre todo, quiero que se vea brillar ella misma y que nunca se sienta comparada u opacada con otro brillo, que se de cuenta de que cada brillo es propio.
Que si alguien se ríe que le resulte indiferente por naturaleza.
Quiero verla libre y felíz.
Pero, sobre todo, viva.
Rezo porque no haya ni una menos, por ni una muerte más.
Porque salga a la calle con la edad que sea y grite de alegría al hacerlo sin preocupaciones.
Eso está en tus manos, no te las sigas ensuciando.
