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Olvidar...

Se sentó a mi lado en el banco, haciendo justamente lo que yo esperaba que hiciera. Sonreía, tal y como yo lo recordaba, y ese gesto suyo me hacía pensar en cada momento que había pasado a su lado, tantas historias, tanto tiempo… y parecía mentira que no hubiera cambiado nada. Se levantó del banco y me hizo un gesto con la mano, como él solía hacer cuando creía que no hacían falta las palabras, y lo siguió con una muestra de su risa. Hice exactamente lo que él me dijo, y me cogió de la mano. Tenía la piel cálida, y al contacto con la mía consiguió calmar mis nervios, aunque solo fuera por un momento.

Pasamos la tarde hablando, riendo, como si nunca hubiera habido un corte en nuestra vida, como si aquello lo hiciéramos todos los días, con la mayor normalidad posible. Y recordé lo que sentía en aquellos tiempos, todas las ganas de vivir volvieron al instante, y una agradable sensación me invadió por completo. Por un momento, me hizo olvidar todo lo que llevaba tanto tiempo intentando echar de mi vida, y no había más preocupaciones que el perder el autobús o que un semáforo en rojo nos hiciese parar de correr.

Nos quedamos solos en el parque del centro comercial, en ese momento tomó mi mano, aferrándola fuertemente, pero suave, con afán protector.
Me miró fijamente a los ojos y no pude evitar sentirme pequeña y vacía. Sentía como si algo dentro de mí me quemara, como si fuera a caerme en cualquier momento y no fuera a poder levantarme más. Solo me había mirado así una vez antes, y fue justamente en el momento en el que me abandonó a mi suerte, cuando desapareció de mi vida y no volvió a dar señales hasta un año después. No pude evitar el soltarle la mano y dar media vuelta, pero me sentía impotente al pensar que iba a perderle, y no podía quedarme quieta, observando cómo desaparecía de mi vida. Volví la vista atrás, esperando que viniera tras de mí, pero él ya no estaba. Me quedé allí, inmóvil, sin saber qué hacer, solo podía observar la nada e imaginar lo que podía haber sido y que nunca más seria.
Las piernas me empezaron a fallar y sentía como iba cayendo poco a poco, sin poder hacer nada por evitarlo. Los ojos me escocían y de ellos empezaron a manar unas lágrimas cristalinas que recorrían mi rostro.

-Confía en mí- susurró una voz en mi oído, lo que provocó que un escalofrío recorriera mi cuerpo.
+lo siento, pero ya no confío ni en mi misma- contesté, con una voz casi inaudible, con las pocas fuerzas que me quedaban- las viejas heridas nunca se curan, y lo máximo que puedo esperar es que algún día tenga la suerte de poder olvidar.

Y dicho esto, se fue. Y vi como caminaba lentamente, con la cabeza gacha, hasta que la oscuridad acabó por borrar su imagen, y a mí alrededor no quedaba nada más que los árboles que vestían el parque.
Leahphantom16 de noviembre de 2011

2 Comentarios

  • Mery

    me a gustado mucho tu relato¡¡

    16/11/11 10:11

  • Wayne23

    me encanta muy bonito, me identifico mucho con este texto.
    Un beso

    16/11/11 10:11

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