Simplemente
Simplemente inmóvil, bajo el frondoso y solitario árbol
que corona de forma generosa, el fin de la aislada montaña;
mi sosegado pensamiento se pierde por los cielos,
levanto la mirada y observo ramas y hojas,
que espontáneamente impiden que mis pupilas se ahoguen
con el deslumbrante centelleo del sol,
pero prestando más atención y enlazándome con su energía
logro darme cuenta que al moverme ligeramente de lado a lado
se despliega la mayor danza;
los movimientos de las verdes hojas causan matices perfectos
al chocar en ellas el resplandor del sol,
esos tonos y colores nutren mi imaginación,
pero un instante después, al detenerme,
se baja el telón, hasta una próxima ocasión.
La naturaleza no es nada,
ni hermosa, ni bella, no es nada
si no hay alguien que la admire; como sus hij@s
es nuestro deber permanecer en equilibrio, para
admirarnos mutuamente.
