TusTextos

Salvación

Caminaba sin rumbo por las oscuras calles vacías, tambaleándose de un lado al otro. Los tragos innumerables que había bebido en el bar ya se estaban haciendo de suyas con su sentido del equilibrio, pero el dinero no le había alcanzado para beber lo suficiente a fin de desfallecer. El resultado fue un estado deplorable, algo conciente, con la cabeza dándole vueltas como si estuviera en un carrusel. Tropezó con algo y cayó de cara al piso. Era hora de regresar. ¿Pero para qué? Nadie lo esperaba. Si fallecía allí mismo, daba igual. ¿Entonces, para qué darse el trabajo de regresar adónde nadie lo esperaba? Lo más lógico debía ser quedarse tendido en ese lugar, y dejar que algún asesino maniático acabara con su miserable vida.
¿Será que siempre estuvo solo, sin nadie por quién regresar? ¿Será que su vida siempre fue miserable? No lo recordaba ya. ¿Será que alguna tragedia indecible se haya llevado a esa persona especial dejándolo a él? No sabría decirlo. ¿Tuvo a alguien importante en su vida, que lo amara, y que él amara? Tal vez. Pero no lo recordaba. No debió ser tan importante. Las cosas importantes se recuerdan siempre… Lo único que recordaba es que estaba solo y que no tenía ni una sola meta en la vida, ni un objetivo, ni una razón para vivir. Quién sabe, entonces, por qué seguía viviendo. Quizás aún tenía esperanzas, muy vagas, pero esperanzas aún. Esperanzas en que aparezca alguien que lo sacara de aquella vida, que le diera una razón para vivir, que lo salvase…
“No vivimos para ser salvos, vivimos para salvar”. Alguien intentó animarlo con esas palabras alguna vez. O tal vez, sólo lo inventó. Pero esas palabras que resonaban en su cabeza no tenían sentido para él. Cómo salvar a alguien si él mismo estaba al borde del abismo… Lo único que podría hacer es llevar a esa persona al abismo con él. Además, si todos vivieran para salvar a otros, no quedaría nadie para ser salvado… Unas carcajadas ahogadas se agolparon en su garganta. Bueno, tal vez ese pensamiento no lo ayudó mucho, pero lo hizo reír, y la risa era la mejor de la medicina… O había bebido más de lo creía.
Creyó sentirse mejor, y se levantó. Todo ese tiempo, había reflexionado tumbado en medio de un callejón mugriento, sin moverse ni un centímetro. A simple vista, era sencillo notar la perdición de aquel hombre sin futuro, y sin pasado. Lo único que tenía era un presente deplorable. Se dirigió a su hogar, si aquella casa llena de humedad y con olor a soledad podía ser llamada de hogar… “Hogar es el lugar al que puedes regresar después de haber caído”. Si esas palabras eran ciertas, entonces, sí. Aquella pequeña casa mohosa era su hogar. No se sentiría mejor allí, no estaría más cómodo, ni siquiera más seguro, pero podía regresar allí.
Estaba a pocas cuadras de su destino, cuando todo el mundo volvió a darle vueltas bruscamente, y las nauseas lo obligaron a regurgitar todo lo que había bebido esa noche. Maldito vicio. Si algo recordaba es que estaba en ese estado por culpa de la botella. Todos los vicios matan lentamente, sin dar señales de ello, hasta que es muy tarde. Fue muy tarde cuando se dio cuenta de que lo había perdido todo por el alcohol, excepto el alcohol. Sólo por eso, y nada más que por eso, seguía bebiendo. Ese maldito vicio era lo único que tenía. Después de eso, nada. Sólo una casa solitaria, y un corazón vacío. Su vida era un desastre y lo sabía. Pero no hacía nada para cambiar. No tenía fuerzas, ni motivos para hacerlo…
Un ruido lo sacó de sus cavilaciones. Algo estaba moviéndose entre los desechos de la ciudad. Se acercó, sólo por curiosidad. Al fin y al cabo, no tenía nada que perder. Removió algunas cajas y encontró una pequeña bola de pelos grises. Respiraba, se movía, lloraba. Aquel diminuto ser lo miró con sus brillantes ojos dorados, pidiéndole ayuda. Pobre, no tenía idea de a quién se lo pedía. Nada más y nada menos que a un remedo de ser humano que ni siquiera podía ayudarse a sí mismo. Definitivamente, aquel animal con apariencia de gato, no contaba con la tan conocida astucia felina.
Tal vez fue lastima lo que lo llevó a extender su mano hacia el gato, y acariciar su pequeña cabeza con apenas un dedo. Un suave ronroneo nació del animal. Un ronroneo que hizo temblar su mano, su brazo, e incluso algo más profundo. ¿Por qué? Tal vez porque el animal le brindaba un cariño incondicional. Aquel pequeño gato tenía esperanzas en él… Lo tomó con cuidado, y se lo llevó a su hogar. Lo alimentó un poco, y luego, con algunos trozos de tela rebuscada, le armó una pequeña cama, donde lo recostó. Antes de encerrarse en su habitación, y tratar de dormir, aunque sea unos segundos, abrió la ventana de la cocina, y dejó un plato con leche.
El despertador sonó, y después de una noche como aquella, lo hacía como mil taladros en su cabeza. Refunfuñando, y quejándose de su dolor de cabeza, abrió pesadamente los ojos y se topó con un par de brillantes ojos dorados que lo miraban fijamente. Seguía allí, el gato aún estaba en su casa. Dejó la leche, y la ventana abierta para que el animal lo abandonara cuando quisiera. Pero no lo abandonó. Queriendo agradecérselo, acarició su cabecilla, sonriendo feliz, y sintió ese ronroneo que le llegaba al alma. La resaca ya no lo molestaba, ya ni la sentía. En cambio, sentía una agradable calidez llenar el vacío en su pecho.
Las palabras sin sentido que recordó o imaginó la noche pasada, tomaron un nuevo significado. Es la salvación mutua. Él había salvado al gato de morir a la intemperie, y el animal lo estaba salvando a él de una vida solitaria y sin sentido. De repente, tuvo ganas de salir de esa fosa, de sobresalir y seguir adelante. De ser alguien. Sintió como una fuerza increíble nacía en su corazón y se enredaba en todo su ser. Ahora tenía alguien por quien regresar, por quien luchar… Y su hogar ya no olía a soledad.
Leia04 de abril de 2008

4 Comentarios

  • Leia

    Se nota que tenía catorce cuando escribí esto?

    04/04/08 11:04

  • Shadow

    Bienvenida Leia. Si se nota, pero tambièn se nota una muy buena semilla: sigue sembrando, vienen los buenos frutos.

    04/04/08 11:04

  • Velasco

    No. Pero es un buen esbozo literario, eso fue antes. Ahora muestra lo que eres en el presente. Una duda. No quiero ser ofensivo. pero me da la impresión de que Salvación fue escrito por un hombre. Puede ser también que fue tu lado masculino el que expresaba en ese entonces.

    05/04/08 12:04

  • Leia

    Gracias por la bienvenida. Intentaré dar lo mejor de mí... Y, es lo segundo, fue mi lado masculino, o algo así, que escribía. Porque, hasta donde tengo entendido, si tengo cuerpo de mujer y me siento como una, pues, deberé ser una mujer... Y no, no es ofensivo... o al menos, yo no lo siento así... Muchas gracias por los comentarios

    06/04/08 10:04

Más de Leia

Chat