Creciste.
Y es entonces cuando te percatas de que el atardecer sabe distinto, que el cielo estrena un nuevo naranja y anuncia un nuevo amarillo, que relucen tus pupilas más que nunca porque observan tu camino, ese que tanto te dolió y hoy has tenido el valor de contemplar, porque el miedo te arrugó de imprevisto.
Cuanto más miras más te asombras, y es que tus pies han caminado tanto, que ya no sabes ni por donde viniste; tus huellas se han divulgado por el aire y curiosamente las piernas ya no te molestan, y es que hasta la tierra te resulta distinta, como si escondiese una especie de frontera y dividiese tu suelo. Todas esas piedras, todos esos charcos, por un momento te resultan poco, inapropiado, como si estuvieses en otro sitio por el que por alguna razón se te ha olvidado pasar. Pero estás ahí, y tu mente viaja por cada copa de árbol que has dejado atrás; las preguntas rondan en tu cabeza y ya no tienes respuestas suficientes...
La vida te ha dado una especie de aviso, y es que si eso te resultó difícil, debes saber que acaba de empezar. No había cuestas, eran colinas. No había barro, ni lluvia, simplemente se trataba de una escampada cutre y escabrosa.
Solo era el principio.
No te asustes, lo mas bonito acaba de empezar...
Mira atrás todo lo que quieras, puedes lamentarte toda la noche, pero cuando ese sol salga otra vez, debes continuar. Sin prisas; sin correr ni tropezarte.
Debes seguir, siendo lo que te toca ser.
Porque toca cambiar.
Toca coger las riendas de tu vida.
Toca vivir.
Has crecido.
