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Eyaculando Sabia.

-Insolentes mañanas adormecen el descanso eterno, los ojos se abren, la luz pasa a través de la córnea y llega a la pupila que se expande, atrapando las siluetas de asesinos que duermen conmigo. Las paredes de mi habitación rayada con números y el suelo lleno de juguetes rotos. Abro la cortina, me encuentro con un día tan triste que puedo sentir como cada persona se está suicidando a su manera, puedo sentir como dos manos se posan en mis hombros, su rostro se acerca a mi oreja y con sus lágrimas baña mi cuello. “Debe ser el mimo que duerme debajo de la cama”, dije en mi mente, pero cuando me di vuelta, me encontré con una cara horrible y sonriente, que con sus ojos inmortalizaba mi muerte, él se puso a bailar mientras el suelo se lo tragaba, decidí no mirarlo más y salir de la habitación a ver a mi familia. Como siempre estaban en la cocina, con sus caras pintadas de animales con sangre seca, hoy me toca cambiarle los clavos de sus manos, no me gusta mucho tenerlos clavados a la pared, pero es por su propio bien. Al finalizar mi tarea, voy al baño a mirarme la cara, mi rostro cada vez parece más humano, un sentimiento de enfermedad que parece nunca terminar, un día se siente como una semana en mis ojos decaídos y en mis pensamientos destructivos.

Salgo a caminar, Lo único que veo es a la gente corriendo detrás de la destrucción, con su filosofía barata y la hipocresía como saludo y despedida. Me alegra ver las hojas cayendo y saber que nunca más volverá a ser recordada, supongo que así es la muerte combinada con el pasar de los siglos. Las nubes negras entran en las palabras y las transforman en un poema de sabiduría, tristeza y soledad. Veo a un pequeño jugando con tierra, buscando insectos, el me queda observando desde lejos y corre hacía mí, preguntando:

-¿Tú comes muertes todos los días?

No respondí y seguí caminando, la risa del pequeño se escuchaba como un demonio riendo mientras decidía irme. Apresure el paso para devolverme a mi hogar, abrí la puerta y un rotundo “!Sorpresa¡”, me hace saltar asustado, era la policía había encontrado los cuerpos de mi familia clavados en la pared y se tomaron la molestia de adornar la casa con globos y piñatas, al fin alguien se había acordado de mi cumpleaños, al fin una sonrisa en mi rostro, al fin disfrutaría y por fin llegaría el cortes anochecer besándome y silenciándome por siempre, por los siglos de los siglos, Amén.
Lezkizofrenia20 de junio de 2014

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